Pasta de Conchos

Pasta de Conchos: exigir la justicia debida

La principal exigencia, inamovible durante tres sexenios, es el rescate: sí, el rescate de los restos de los mineros para traer consuelo a sus deudos y las medidas de no repetición por la seguridad y vida para los mineros y sus familias.
miércoles, 23 de febrero de 2022 · 19:04

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– “Desde hace 16 años…” es el mensaje de una serie de videos que circulan en las redes sociales desde el 19 de enero de 2022, donde familiares de los mineros atrapados el 19 de febrero de 2006 en la Mina Pasta de Conchos denuncian y sacuden nuestra conciencia por la falta de coherencia del Estado mexicano con la supuesta voluntad de alcanzar una solución amistosa –una de las etapas del litigio internacional– ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con los casi mil 100 familiares directos.

En estos videos hay rostros ya conocidos, como el de Trinidad Cantú, Doña Trini –madre del minero atrapado Raúl Villasana Cantú–, quien en 2010 presentó a nombre de 48 familias su denuncia ante la CIDH, acompañada por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh). Trini denuncia una de las medidas insultantes del gobierno actual: madres, padres, hermanas, hermanos han quedado marginados de las reuniones, tanto en Palacio Nacional como de la misma mina, donde se discuten los temas que las familias señalaron ante la CIDH. Arbitrariamente, las autoridades responsables les han cerrado las puertas, argumentando que sólo escucharán a las viudas e ignorando la obligación del Estado de garantizar el derecho de los familiares a participar en estos trabajos, no sólo por ser peticionarias ante la CIDH sino por su dolor y lucha de tantos años.

Otra madre, Deyanira Baltazar, hace más palpable la injusticia: entre los mineros atrapados, algunos, como su hijo, no estaban casados, por tanto, no dejaron viuda. Sin embargo, ella y las hermanas del minero Jesús Martínez Baltazar también han sido excluidas del único espacio donde podría cambiar el destino sellado hace 16 años.

Con esto, el Estado mexicano parece cortar la vía de una solución amistosa internacional. Aunque la pregona, los hechos van en sentido contrario: adjudica obras para el rescate a empresas señaladas por su baja capacidad técnica y ética, involucradas en el extinto proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México o sancionadas por el tramo del Metro que cayó por falta de supervisión. Hace tratos con evidente conflicto de interés, como el celebrado con empresas del senador morenista Armando Guadiana. Asimismo, los responsables se mueven en los círculos del presidente: Germán Larrea, dueño de Grupo México y de la mina en cuestión, es miembro del Consejo Asesor Empresarial convocado por el mandatario; y Napoleón Gómez Urrutia, dirigente del sindicato minero y también senador por Morena, mismo que cobraba cuotas por los trabajadores subcontratados en Pasta de Conchos y porcentajes de los contratos de la empresa General de Hulla con Grupo México. La duda de las familias en el compromiso del actual gobierno está más que justificada.

Estos agravios, sumados a los muchos de gobiernos anteriores, convierten este decimosexto memorial en un llamado a la sociedad mexicana para impedir que las personas de la región carbonífera de Coahuila sigan sometidas a condiciones inhumanas de vida y trabajo. Sólo en 2021 la muerte en las minas en proporción al carbón extraído se ha incrementado a la misma situación de tiempos de Calderón. Por esto, Pasta de Conchos sigue siendo una tarea pendiente, pues no se han tomado medidas para terminar con un sistema de extracción insalubre, peligroso para los mineros y letal con el ambiente.

Una imagen del lugar muestra la desolación: en toda la región enormes montículos de desechos de las minas de carbón rodean los pueblos, contaminando su aire y dañando gravemente los pulmones. Por todas las comunidades se multiplican pozos verticales y cuevas para extraer carbón, excavaciones en terrenos de minas antiguas, que exponen a los trabajadores a peligros de inundación, derrumbe y explosión. Además se sigue promoviendo la extracción del mineral sin respeto de las distancias reglamentarias entre las perforaciones y las casas de la comunidad.

Finalmente se debilita, por recortes presupuestales y de recursos humanos, la inspección en las minas, mientras se mantienen contratos oscuros para alimentar las carboeléctricas de la Comisión Federal de Electricidad, con empresarios que no dan seguridad laboral ni ambiental. Ante esto, las familias de Pasta de Conchos y de la región no pueden sino desconfiar del cambio pregonado.

Por otro lado, aunque el gobierno ha sido omiso en estos 16 años, las familias no han dejado de luchar por una mejor vida, yendo más allá de la denuncia. Durante estos años, la Organización Familia Pasta de Conchos ha avanzado en la concientización de las comunidades mineras para trabajar de manera colectiva y abrir nuevas opciones para las y los habitantes de la región. En el semidesierto se impulsó un vivero con tecnología implementada por los mismos grupos de la región carbonífera para aprovechar el agua. Desde esta experiencia están por abrirse escuelas de invernaderos para que las familias, especialmente las mujeres, tengan un espacio seguro y productivo. Además, se ensayan espacios comunitarios para que tengan la oportunidad de realizar actividades culturales y deportivas, y sostener conversaciones y acuerdos para promover una vida digna.

La principal exigencia, inamovible durante tres sexenios, es el rescate: sí, el rescate de los restos de los mineros para traer consuelo a sus deudos y las medidas de no repetición por la seguridad y vida para los mineros y sus familias. Pero también, rescatar a la región creando condiciones que permitan un futuro seguro, libre de enfermedades y daño ambiental y con oportunidades reales y equitativas. ¿Seguirá el gobierno ciego y sordo a las familias? ¿Se unirá o ignorará sus esfuerzos? Como hace 16 años, el gobierno de López Obrador vuelve a quedar en la encrucijada de honrar la palabra que dio a las familias o pasar a la historia y memoria de ellas como un presidente más que ignoró sus quejas y sus vidas y las obligó a seguir buscando la justicia que el Estado mexicano persiste en negar.

Hasta el 14 de febrero, fecha en que se entregó este texto, no se había recibido a las familias. 

* Pedro A. Reyes Linares es jesuita, acompañante de las familias en Pasta de Conchos, @Jesuitas_Mexico. Cristina Auerbach Benavides es defensora y directora de Organización Familia Pasta de Conchos. @PASTADECONCHOS.

Comentarios