migrantes
Secuestro y robo de cita con Migración de EU, nueva modalidad de extorsión de cárteles
“Somos del Cártel de los Zetas. Tengan cita o no, ustedes no tienen derecho a estar aquí. El suelo de Nuevo Laredo cuesta 20 mil pesos”, dice un hombre a los migrantes llevados a un cuarto de hotel donde hay más de 15 personas de diferentes nacionalidades, cuenta una víctima de secuestro.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “Tienen que buscar 800 dólares por persona para que puedan salir. Si no nos dan el dinero, no van a su cita”, recuerda una víctima de secuestro y extorsión en Nuevo Laredo Tamaulipas, en entrevista con el medio británico BBC Mundo.
La familia venezolana aterrizó en el Aeropuerto Internacional Quetzalcóatl en Nuevo Laredo, tenían una cita que estaba programada para la mañana del día siguiente, a las 8:30 de la mañana, en el puesto migratorio del Puente Internacional de Las Américas, que conecta a la ciudad de Nuevo Laredo con la ciudad de Laredo en Texas.
De acuerdo con la mujer, Laura –quien pidió el resguardo de su verdadera identidad y la de su familia por temor a represalias–, vio a hombres vestidos de policía y de paisano apuntando sus teléfonos a los pasajeros del avión, como si estuvieran haciendo videos de ellos, incluida ella, su esposo y la hija de ambos, de tres años.
La pareja intentó tomar un taxi dentro del aeropuerto de Nuevo Laredo, pero los conductores se negaron a llevarlos porque eran extranjeros. Laura consiguió transporte por la aplicación Didi. Una vez en el taxi, se detuvieron en un semáforo, un auto gris los bloqueó desde el carril derecho y se bajaron dos hombres jóvenes, con tatuajes en el cuello y las manos.
“¿Para dónde van? ¿De dónde son ustedes?”, preguntó uno de los hombres, mientras el otro vigilaba la luz del semáforo. “Venimos de la Ciudad México, venimos de visita”, dijo Laura.
“Sin embargo mi acento venezolano nos delató, de inmediato se dieron cuenta de que no éramos de allí”, la luz del semáforo cambió a verde. Nadie tocó la bocina, nadie intervino.
Fue entonces que Laura le dijo al conductor que los sacara de ahí, mientras su esposo miraba hacia atrás para confirmar que los seguían. “Discúlpenme, no puedo hacer nada. Después arremeten contra mí”, contestó el chofer.
Laura expresó que recordó a los hombres que les tomaron videos al abandonar el avión en el aeropuerto. “Pensé en tirarme del carro con la niña, pero no quería lastimarla". Su esposo cuenta que tuvo la misma idea, pero el auto gris los alcanzó antes de que la pareja tuviera tiempo de planificar un escape.
La familia tuvo que abordar el auto gris de los secuestradores y entregar el único celular que tenían, el de Laura; el de su esposo ya había sido robado en el Darién, por hombres armados.
“Cuando estábamos en la selva, unos hombres armados nos detuvieron y nos pidieron ‘colaboración’, pero no teníamos el dinero que pedían”. El esposo de Laura contó que les apuntaron con armas, pero pudieron escapar cuando los hombres se distrajeron revisando a otros migrantes.
En México, los venezolanos fueron trasladados a un hotel abandonado. Luego los condujeron a una habitación donde había más de 15 personas. Laura y su esposo los reconocieron a todos: eran pasajeros del avión en el que llegaron a Nuevo Laredo desde la Ciudad de México.
Los hombres les pidieron el papel de la cita para verificar el verdadero motivo de su presencia en Nuevo Laredo. A Laura y a su esposo les preguntaron sus nombres y apellidos, y les tomaron fotos con su hija.
La pareja descubrió que en aquella habitación había colombianos, cubanos, ecuatorianos, hondureños y mexicanos. Mantenían a los mexicanos apartados de otras nacionalidades y luego también separaron a las mujeres de los hombres.
Los venezolanos fueron trasladados a una casa en la que había un pozo séptico cerca de la sala donde estaban los secuestrados. “El hedor del pozo se filtraba por todas partes. Había unas 15 personas, entre cubanos, mexicanos, hondureños y guatemaltecos”, detalló Laura.
Un hombre mayor que los custodios, vestido con una chaqueta y una gorra, tomó la palabra y se dirigió a los migrantes:
“Nosotros somos del Cártel de los Zetas. Tengan cita o no tengan cita, ustedes no tienen derecho a estar aquí. Por eso tienen que pagar por el suelo que están pisando. El suelo de Nuevo Laredo cuesta 20 mil pesos.
“Para las personas que tengan su chingada cita: si no nos pagan, lamentablemente van a perderla y los vamos a devolver”, cuenta Laura que dijo el hombre.
Les entregaron sus teléfonos para que contactaran a familiares y amigos que pudieran hacer transferencias para ayudarlos. Pero antes, el hombre les advirtió que no intentaran enviar la localización del lugar donde estaban.
La madre de Laura ofreció empeñar el único bien que tenía: su casa en Maracaibo, pero no había tiempo para eso. La pareja le escribió a otros parientes, pero nadie tenía dinero.
“En ese punto ya no importaba la cita. Lo que más nos preocupaba era que no le hicieran daño a la niña y que pudiéramos salir con vida”, dijo el esposo de Laura.
Dijeron que habían escuchado que a los mexicanos les pedían entre 10 mil y 20 mil dólares. Y que no los soltaban hasta que pagaran. Uno de los mexicanos secuestrados les contó que llevaba más de un mes en aquella casa.
Al día siguiente, Laura vio la hora de la cita pasar, en la pantalla de su teléfono celular. Perdieron la oportunidad de entrar legalmente en Estados Unidos.
Gracias a transferencias de parientes que tenían en Estados Unidos, una familia cubana logró pagar. Los hombres ofrecieron llevar a la familia cubana secuestrada hasta el Puente Internacional de Las Américas para garantizar que llegaran a tiempo a la cita, una vez que ésta logró pagar por cada uno de los ocho miembros.
Después del mediodía, uno de los hombres le pidió a Laura el teléfono para revisarlo y leyó todos los chats y comprobó que nadie les podía dar el dinero, por lo que procedieron a desalojarlos de la casa, ya que dijeron necesitar el espacio para otras personas.
Los hombres le hicieron un video a la familia completa y les obligaron a decir que estaban bien y que no les habían hecho daño.
“No vuelvan a pisar Nuevo Laredo. Recuerden: aquí mandamos nosotros”.
De acuerdo con la BBC Mundo, los coordinadores de varios albergues de migrantes en el norte de México confirmaron haber escuchado la misma historia de otros migrantes, quienes también fueron secuestrados en Tamaulipas por el Cártel de los Zetas.
En el boletín sobre delitos perpetrados contra migrantes, la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas de la Secretaría de Gobernación de México reportó que más de 500 personas denunciaron haber sido víctimas de algún delito en su tránsito por México hacia Estados Unidos durante 2023.
El estado de Tamaulipas –donde ocurrió el secuestro de Laura y su familia– no ha proporcionado datos sobre las personas extranjeras en situación migratoria irregular que han manifestado ser víctimas de delito en territorio mexicano, desde 2019.
BBC Mundo consultó con varias instancias del Estado mexicano sobre el papel del Cártel de los Zetas en las denuncias de secuestros y extorsiones contra migrantes en el estado de Tamaulipas, pero no obtuvo respuesta hasta la fecha de publicación de la historia.
Ahora desde un refugio de migrantes en el norte de México, Laura y su esposo intentan concertar una nueva cita en la aplicación CBP One todos los días, en cualquier lugar que no sea Nuevo Laredo. Hasta el momento, no lo han conseguido.
Más de 7.7 millones de personas han emigrado de Venezuela desde 2015, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, con el fin de escapar de la violencia, la persecución política, la crisis económica y la falta de servicios básicos.