CUERNAVACA, Mor. (apro).- La Fiscalía General de Justicia dio a conocer este miércoles por la noche que detuvo a tres personas, dos hombres y una mujer, que tenían pertenencias de los dos académicos de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), lo que después llevó al hallazgo de los cuerpos, por lo que se les imputó el secuestro y luego asesinato de la pareja de investigadores.

El pasado lunes, según la fiscalía, luego de un trabajo de investigación, determinaron que Yael, de 22 años, estaba involucrado en varios secuestros. Se obtuvo una orden de aprehensión en su contra y fue ubicado en un supermercado al norte de Cuernavaca, estaba acompañado de María Concepción y Elio, sus padres. En el estacionamiento de la tienda fue detenido y al oponer resistencia, sus padres también fueron detenidos.

Luego, en las primeras indagatorias, se obtuvieron evidencias para asociar a los padres del joven con varios delitos. Se les aplicó orden de aprehensión. En los interrogatorios admitieron estar relacionados con varios secuestros. Se obtuvo entonces una orden de cateo para revisar su domicilio y ahí se encontraron armas e “indicios” de los dos investigadores.

Luego se infiere que los detenidos señalaron el lugar donde fueron enterrados los cuerpos de los dos académicos. El domicilio de los imputados está en la comunidad de Fierro del Toro, a un lado de Tres Marías. Los cuerpos de los investigadores fueron encontrados en un paraje en las inmediaciones del poblado de Topilejo, en los límites entre Ciudad de México y Morelos.

Las tres personas fueron señaladas de pertenecer a una banda de secuestradores que opera en Cuernavaca y Huitzilac y que se apodan Los Roques. Los tres fueron puestos a disposición de un juez de control, les realizaron la imputación de los delitos y luego fueron vinculados a proceso. Además se les dictó prisión preventiva.

El secuestro de Laura Ortiz y Enrique Sánchez, académicos de la UAEM, según los datos disponibles, ocurrió el 9 de septiembre pasado, en las inmediaciones del poblado de Chamilpa, al norte de Cuernavaca. A pesar de que su familia pagó el rescate, los dos investigadores nunca regresaron a casa.