Acapulco
Acopio en CU: Una tonelada de ayuda con mensajes de “TQM”, “Acapulco” y “Donativo, no robar"
El Centro de Acopio llamado “UNAM Solidaria” operará hasta el 31 de octubre de 10 a 18 horas, excepto el domingo 29.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El huracán “Otis”, que golpeó las costas de Guerrero como categoría 5, transformó el espíritu universitario en “espíritu voluntario”, pues decenas de personas acudieron al Centro de Acopio instalado en el Estadio Olímpico Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para donar más de una tonelada de víveres o bien, apoyar con su tiempo en la organización de latas, botellas, bolsas, cajas y demás símbolos de la solidaridad de los capitalinos.
Las noticias de las 27 personas fallecidas y la catástrofe material que “Otis” dejó a su paso en Acapulco, apenas a cinco horas de distancia en carretera de la Ciudad de México, despertó el gesto de ayuda de cientos de habitantes y estudiantes que acudieron a donar, como lo hicieron en otras tragedias como el sismo del 19 de septiembre del 2017.
Alrededor de las 11 horas, cuando personal de la Dirección General de Atención a la Comunidad (Dgaco) de la UNAM instalaba el Centro en el estacionamiento 8 del estadio, tras un cambio de ubicación de última hora, la gente comenzó a llegar para sumar "su granito de arena" con ayuda material o en la organización, sin importar si llevaban o no el “azul y oro” universitario.
Hacia las 14:00 horas, los insumos ya tapizaban el piso y los alrededores del centro de acopio. El reluciente blanco de los rollos de papel, el dorado de las latas de atún en aceite y el azul translúcido de los galones de detergente, contrastaba con el gris asfalto.
Los paquetes de leche y las pilas de material médico se escondían del sol detrás de la sombra de los coches que rodeaban el lugar o que llegaban con cajuelas llenas de solidaridad.
En un orden que parecía caótico, los voluntarios llevaban su lógica para organizar los productos donados: No perecederos, artículos de higiene, alimento para bebés, comida para mascotas, detergentes, medicamentos, enlatados, ropa y herramientas.
Los jóvenes y adultos seguían un proceso casi religioso para el empaquetado de los productos: primero los separaban en secciones, luego los metían a cajas de cartón que, al llenarse, eran tapizadas con varias capas de cinta. Luego, las marcaban con plumón según su contenido y acaban en un camión de carga o un sitio alejado del sol.
Algunos donadores dejaron en las latas y paquetes de toallas sanitarias frases de aliento a los damnificados: “TQM”, “Acapulco”, “Donativo, no robar”, seguido de corazones y caritas felices.
La directora General de la Dgaco, Mireya A. Ímaz, detuvo su apresurado ritmo “codo a codo” en la organización para informar a Proceso que los víveres que más se necesitan son agua, alimentos y cosas generales para bebés.
Poco antes de las 15 horas, Luis Gutiérrez, integrante de la misma dependencia, agregó que ya se habían llenado dos camiones y adelantó que por la noche llegaría un tráiler para cargar los víveres faltantes.
Cuestionados sobre en dónde se entregarán los donativos, ambos funcionarios coincidieron en que iban a esperar que las autoridades de la UNAM y de Guerrero hicieran una evaluación para asignar un punto al que deba llegar la ayuda.
Cajuelas repletas de apoyo
-Hola, ¿qué es?, preguntó un voluntario mientras abría la cajuela del auto que manejaba una mujer.
-Botellas de agua, contestó la donadora sin descender del vehículo.
-Gracias, dijo el primero, bajó la carga y le dijo “¡avance, avance!... el que sigue”.
En menos de 15 segundos pasaban los autos para entregar la ayuda, aunque antes debían esperar su turno de ser atendidos en filas que a cada minuto se hacían más grandes.
En algunos momentos parecía que la capacidad de las cuatro carpas sería rebasada por la cantidad de víveres que se multiplicaban en cada minuto.
Mientras, los voluntarios empaquetaban y clasificaban cada uno de los artículos en un régimen casi militar. Entre los estrictos organizadores resaltaba un joven de tez blanca, semblante serio, como el de un sargento, con un chaleco con los colores y escudos de la UNAM, quien daba órdenes a la par que clasificaba paquetes y cargaba botellas de agua en un camión.
Era Jorge, estudiante de quinto semestre en la carrera de Arquitectura, originario de Guerrero. Al cuestionarlo sobre la razón de sumarse al equipo de voluntariado, rompió su semblante solemne y relató:
"Me nació ayudar, tengo a mi familia allá, en Acapulco". Agregó que, “por suerte”, pudo contactar con su familia y saber que se encuentra bien: “Me contaron que Acapulco está destrozado y que lo más afectado es la comida y el agua”.
Jorge dibujó una sonrisa en su rostro al ver que “mucha gente está apoyando”. Pero ese gesto se desvaneció tras dos segundos, pues el estudiante volvió a su porte militar y continuó ordenando botellas de agua.
Cada donador y voluntario contaba una historia diferente, pero todos tenían el mismo fin: “ayudar a las personas damnificadas por Otis”.
Hubo quien hizo un símil entre la catástrofe actual y el sismo de 2017 en la capital mexicana que dejó decenas de personas fallecidas y miles de viviendas destruidas.
Durante aquel sismo, contó un donador, estaba en Cuernavaca, Morelos, muy lejos de su país Colombia; sin embargo, la “solidaridad del pueblo mexicano” lo abrumó, por eso, donar le parece una manera de devolver lo que recibió en 2017.
La mayoría de las personas que llegaron al Centro de Acopio a donar eran estudiantes de las facultades y escuelas aledañas al estadio; así como personas de la tercera edad que llegaron con sus cajuelas cargadas con apoyo enlatado y muestras de solidaridad en paquetes.
Dos estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) contaron que, luego de terminar sus clases, aprovecharon el tiempo libre para comprar víveres y llevar el apoyo hasta el estadio.
Otras personas arribaron con las manos vacías, pero preparadas para sumarse a las actividades de voluntariado. Fue el caso de una profesora de la Facultad de Arquitectura, quien dijo, advirtió a sus alumnos:
“Si uno trajera una cosa solo en nuestra Facultad, podríamos traer más de siete mil kilos (de víveres) solo de estudiantes”.
Hasta las 15 horas, en su primer día de operación, el Centro de Acopio del estadio recolectó alrededor de una tonelada de víveres, de acuerdo con una de las organizadoras, quien puntualizó: “Necesitamos más alcohol y gasas”.
El Centro de Acopio llamado “UNAM Solidaria” operará hasta el 31 de octubre de 10 a 18 horas, excepto el domingo 29.