migrantes en eu
Tras ser deportado, Alfredo Juárez Ceferino continúa su labor a favor de trabajadores migrantes
El dirigente sindical indígena cuenta cómo pasó de ser traductor entre los trabajadores y los empresarios de las granjas e industrias agrícolas, a denunciar las injusticias laborales, lo que lo llevó a la mira de ICE.CIUDAD DE MÉXICO (apro) .- Han pasado casi tres meses desde que Alfredo Juárez Ceferino, joven líder sindical indígena, llegó a México, tras ser detenido en Estados Unidos y deportado de forma voluntaria a nuestro país… y no detiene su trabajo en su organización Familias Unidas por la Justicia, el primer sindicato de trabajadores agrícolas en aquel país.
Habituado a los escenarios universitarios para dar a conocer las condiciones de trabajo de los trabajadores agrícolas migrantes en Estados Unidos, Alfredo Juárez habló ante académicos y estudiantes del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) durante el III Encuentro sobre Migración y Pueblos Originarios.
La historia de la detención de Juárez Ceferino, por personal de migración de Estados Unidos, el 25 de marzo de 2025, como parte de la política de Donal Trump, fue expuesta en el número 23 de la revista Proceso, correspondiente a mayo de este año.
Originario del municipio de Tlacochistlahuaca, Guerrero, de 26 años y miembro de una familia que decidió migrar de forma irregular a Estados Unidos en 2008, Juárez Ceferino explicó cómo se fue gestando la organización sindical indígena en el estado de Washington, en Estados Unidos, que cuenta con unos 400 agremiados de habla triqui y tu’un savi o mixteco.
Juárez cuenta cómo pasó de ser traductor entre los trabajadores y los empresarios de las granjas e industrias agrícolas, a denunciar las injusticias laborales, organizar huelgas, hasta convertirse en parte fundamental de Familias Unidas por la Justicia, vinculada a otra central de trabajadores más grande, Comunidad, Comunidad, de la líder sindical Rosalinda Guillén.
“Entramos a las cinco y media de la mañana a la pizca, y nadie se iba a la casa hasta que se cerrara el bloque, hasta cuatro o seis de la tarde. Y en todo ese tiempo, no había tiempo de descanso, no había tiempo de comida, y tampoco acceso al baño.
“En los campos, la compañía no invertía dinero para arreglarlos, estaba muy, muy feo. Pero cuando yo inicié, pues otra vez, yo no sabía nada de cómo organizar, qué era huelga, qué era el sindicato, nada de eso. Pero unos días que estábamos en la huelga, llegó alguien que se llama Rosalinda Guillén, que es la fundadora de Comunidad Comunidad. Yo aprendí casi todo lo que sé de ella, y ella se organizaba con César Chávez en California”, contó el dirigente sindical.
Tras señalar que Familias Unidas por la Justicia es el segundo más grande en el Estado de Washington y el primero con agremiados de mayoría indígena, Alfredo Juárez explicó que sus reuniones gremiales se realizan en cuatro idiomas, mixteco, triqui, español e inglés, porque los hijos de migrantes indígenas ya no hablan lengua originaria.
En entrevista con Proceso, el joven dirigente sindical, explicó que su retorno a México no ha significado suspender sus actividades organizativas, que realiza de manera virtual, además de que ha dedicado parte de su tiempo a viajar a las comunidades de origen de algunos de los agremiados de Oaxaca y Guerrero, así como a estados como Baja California y Chihuahua, donde migran jornaleros agrícolas y en ocasiones son enganchados para ser llevados a Estados Unidos, con visas de trabajo H2A.
“Estoy dirigiendo la campaña que más se enfoca en educar a la gente sobre el programa H2A, qué es, por qué existe y más enfocar cómo tratan a la gente cuando llegan allá, porque cuando llegan los trabajadores de H2A, casi todos los granjeros los ponen fuera de la ciudad o del alcance de la comunidad y no tienen la conexión con los demás. No pueden pedir ayuda, ya sea si tienen robo de sueldo, maltrato, lo que sea. No tienen acceso a la comunidad o a organizaciones donde se les puede ayudar.
“Por eso es que iniciamos la campaña, para educar al pueblo, para que salgan a platicar con los trabajadores de H2A. Pero no sólo educar a la comunidad, sino educar a la gente que tiene el poder de cambiar esas leyes, ya sea los senadores, legisladores, la oficina del gobernador también”, cuenta.
Alfredo destaca que lo que han podido detectar en su organización sindical es que cuando los trabajadores agrícolas exigen mejores condiciones de trabajo, “la compañía los amenaza con deportación o reemplazarlos con personal de H2A, así que ellos nos ponen a pelear uno contra el otro, por eso queremos educar a la gente, no estamos en contra de los trabajadores de H2A, sino el sistema que nos pone a pelear uno contra el otro o pelear por el trabajo”.
Juárez Ceferino afirma que la agresiva política de deportación de personas migrantes del presidente Donald Trump, está afectando no sólo a los trabajadores extranjeros sino a los pequeños productores.
“Con todo lo que está pasando, con todas las deportaciones las compañías más grandes están aprovechando que ahora se están sacando muchísimos trabajadores para traer gente con visa H2A, donde ellos pueden controlarlos totalmente”, resalta.
Agrega que como resultado de esta política “igual salimos perdiendo los trabajadores y los rancheros pequeños, porque cuando deportan gente y ese ranchero no puede encontrar trabajadores rápido, pues no pueden pizcar sus frutas y ahí es donde vienen las compañías grandes a comprarlos”.
Tras señalar que en el estado de Washington las redadas de los agentes de migración no es tan grave como en California o Illinois, Juárez Ceferino explica que ello se debe a que sindicatos como el suyo promovieron en 2019 la ley Keep Washington Working Act, es decir, mantengan un estado de Washington trabajando, “que prohíbe que la policía del estado o local de la ciudad compartan información privada de gente con la migra, entonces, se le hace difícil para la migra conseguir la información de la gente de donde viven para ir por ello”.
Alfredo Juárez cuenta que, a partir de enero, cuando empezaron a darse las redadas de migrantes, decidió no salir a pizcar, sino que se enfocó en el trabajo comunitario.
“Está difícil describir el ambiente, pero casi todos estaban bien tristes, porque la mayoría no tenían problemas, nomás iban al trabajo o estaban al trabajo y ya la migra los levantaba.
“Muchos como yo estaban en Washington, yo por ejemplo vivía a dos horas y media de donde estaba mi familia, pero hay algunos que tienen sus familias en Nueva York, lejos de sus familias, era bien difícil, cuando estaba encerrado, estaba casi todo el día platicando con la gente, cómo van sus casos, cómo están sus familias y todo eso”, narra.
Tras recordar que el motivo de su deportación fue no haber atendido en 2017 un citatorio de un juez en materia de migración, porque fue llevado a un domicilio en el que no vivía, Alfredo está convencido de que ya estaba en la mira del ICE.
“Yo no tenía problema con las leyes allá, siempre me enfocaba en ayudar a la gente, en estudiar, y en trabajar, especialmente con el asunto de la visa H2A, y eso nos puso en la mira a las compañías más grandes del Estado, también promovimos la ley de Keep Washington Working, que molesta a mucha gente que no está de acuerdo con esa ley, y también este año estuvimos trabajando muchísimo en pasar una ley que pone límite a qué tanto se puede subir la renta, y desde 2017 que obtuvimos nuestro contrato colectivo, muchas compañías pensaron que íbamos por las suyas, entonces yo sí creo que me traen en la mira”, apunta.
Alfredo Juárez cuenta que cuando la situación se tornó difícil para los migrantes sin documentos en Estados Unidos, una semana antes de que lo detuvieran, parte de su familia decidió regresar a su pueblo, en Santa Cruz Yucu Kani, Tlacochistlahuaca. Todos compraron boletos de avión de regreso a México.
“Decidimos que la familia se viniera por su propia voluntad porque no queríamos que mis hermanos pasaran por ese trauma de ver a la familia separada, entonces mis padres y cuatro de mis hermanos y hermanitas, se vinieron, menos yo, mi pareja, una hermana y un hermano que nació allá.
Quince días después que él se reunió con sus familiares en Santa Cruz, su compañera se reunió con él y continúan, de manera virtual, con la organización sindical.
“Estoy aprendiendo muchísimo, he estado viajando por muchísimos pueblos pequeños, pues sí, estoy muy contento, esta es la primera presentación, y sí, me quiero conectar más con todos aquí y aprender”, dice.
De volver a su pueblo, del que salió en 2008, cuando tenía ocho años, Alfredo Juárez Ceferino afirma que se siente contento de volver a ver a sus abuelos y con un ambiente distinto al que vivía.
“Yo puedo volver a Estados Unidos, no tengo impedimento para ello, puedo tramitar mi visa de turista o de trabajo, no tengo impedimento, pero todavía no decido hacer el trámite, porque estoy aprendiendo cosas nuevas.
“Algo que me gusta muchísimo ahorita es que hay muchísimo nacimiento de agua, que allá en Estados Unidos no hay, el contacto con la naturaleza, estoy muy contento”, concluye Alfredo Juárez Ceferino.