10 años del Caso Ayotzinapa
Memoria gráfica para no olvidar a los 43
Reavivar la memoria ha sido una de las claves para que no se diluya la búsqueda de justicia para los padres de los normalistas desaparecidos. A diez años de los hechos de Iguala, Proceso presenta una serie de imágenes de artistas que reconstruyen una lucha contra el olvido.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Cuando escuchamos la palabra Ayotzinapa muchas imágenes recorren nuestra mente. Como consumidores de medios periodísticos o usuarios de redes sociales vemos las marchas y los mítines en donde los padres de los 43 exigen justicia y la aparición con vida de sus hijos acompañados de pancartas, mantas y carteles. Tras una década de búsqueda y demanda de justicia por los acontecimientos de Iguala, resulta útil y relevante visibilizar de manera crítica los elementos que han hecho que Ayotzinapa sea un estandarte de lucha. La usurpación del discurso histórico de las manos del poder ha sido posible debido a múltiples factores. La existencia de las redes sociales, la creación visual y la relación entre ellas son indudablemente relevantes para que esta conmemoración se aleje de los actos repetitivos y más bien se haga evidente la necesidad de memoria.
Al hablar de memoria se apela a una actividad en la que la mente debe reconstruir desde los fragmentos, las “verdades históricas” que se han intentado instaurar por el poder en el sexenio de Peña Nieto e incluso en el actual, han pretendido frenar esta actividad. Es por esto que la memoria es fundamental en este caso, ya que mantenerla activa ha permitido buscar los pedazos que han tratado de ser borrados. La primera razón para mantener activa la memoria sería la de buscar justicia para los jóvenes normalistas, viéndolo como parte de un problema que este país ha vivido en varios episodios y que hoy representa una de sus mayores crisis: el de las desapariciones forzadas. Al observar esto, se ejerce un acto de protesta en dos frentes, el de la justicia por el acontecimiento que está cumpliendo diez años de ocurrido y el de imposibilitar la instauración de mentiras y la borradura de información en relación a la histórica desaparición sistemática de individuos por parte del Estado. Es ver este acontecimiento como un problema del pasado y del presente.
Imágenes políticas
La crueldad de los actos ejercidos sobre los normalistas trajo consigo la indignación de múltiples actores sociales y políticos, siendo los artistas y creadores de la imagen fundamentales para el soporte de la demanda. Este texto busca observar a la imagen gráfica producida para la protesta de Ayotzinapa como un acto político que nos permite hacer un cambio en lo que vemos y conocemos sobre este acontecimiento histórico. Las imágenes gráficas, como carteles, mantas, pancartas, stickers, entre otros soportes de la gráfica, funcionan como un acto de protesta que se viraliza y permite visualizar el crimen de lesa humanidad para el cual no parece haber voluntad política para resolverse. El carácter político de estas imágenes atraviesa los muros de las calles para plasmarse en el inconsciente colectivo a través del muro virtual, tensando los discursos oficiales y presentando fragmentos de las historias de los normalistas.
Generalmente, la conmemoración de los crímenes cometidos por el Estado pone en riesgo a la memoria al ser una herramienta para que la historia represente al acontecimiento como un hecho del pasado, corriendo el riesgo de convertirse en un concepto —tal como ha pasado con otros crímenes de Estado—. Sin embargo, en el caso Ayotzinapa la conmemoración funciona como un acto social que activa la memoria por medio de marchas, mítines, actividades culturales y producciones artísticas que traen a la luz nuevos fragmentos para la memoria de los jóvenes desaparecidos.
En el caso de la desaparición de los 43, estas imágenes constituyen una memoria sobre Ayotzinapa desde una condición particular, los creadores de la imagen gráfica continúan produciendo materiales para las manifestaciones, siendo estas portadas por los familiares, activistas y simpatizantes del movimiento. Al salir a las calles, dichas imágenes son fotografiadas por los fotoperiodistas que cubren el acto de protesta, llevándolas a los medios, permitiendo que se publiquen y de esa manera ser visibles desde la prensa impresa y los medios digitales. Esta capacidad de viralización ha colaborado con la memoria de Ayotzinapa, dando potencias para la protesta. Es así que estas imágenes van produciendo una memoria sobre el ataque a los normalistas en septiembre de 2014, siendo éste su potencial.
El acontecimiento histórico de Ayotzinapa nace en Twitter (ahora X) la misma noche en que se cometió la barbarie en contra de los normalistas. Fue este medio portador de las voces de los periodistas que cubrieron los actos ejercidos por la policía y el Ejército en contra de estudiantes del primer año de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, y fue gracias a estos comunicadores que miembros de la sociedad civil nos enterábamos de lo que sucedía en la ciudad de Iguala. La mañana del 27 de septiembre de 2014, la red amaneció con tuits que narraban lo que había sucedido en la noche anterior, generando desconcierto en activistas y en la sociedad en general. De esta manera es que el movimiento social nace en las redes sociales, viralizándose y propagándose a escalas que el entonces gobierno nunca pudo imaginar.
Al poco tiempo, las convocatorias para producir carteles se publicaron en medios digitales. Así surgieron creadores de todo el mundo que a lo largo del movimiento han creado imágenes que colaboran con la demanda de justicia de los familiares. Esta capacidad de convocatoria no se había visto con ningún otro movimiento social antes de Ayotzinapa. Las convocatorias para producir imágenes de protesta fueron lanzadas por instituciones como la UAM Xochimilco, también surgieron colectivos independientes como las Imágenes en Voz Alta y los #IlustradoresConAyotzinapa, de las cuales surgen gráficas que se emplearon en las redes sociales y después impresas para su uso en las marchas para acompañar a los familiares de los normalistas en la demanda de justicia.
Surgieron artistas gráficos que apoyaron con la producción de imágenes al naciente movimiento social, como el colectivo Gran Om o como la artista Jan Nimmo, quien desde su natal Escocia realiza una serie titulada Tributo a los 43 para regalarla a los padres de los normalistas al cumplirse el primer año de búsqueda. Los tributos de Nimmo se ven portados por los padres de los normalistas en las calles, son ejemplo de solidaridad y de cómo estos materiales gráficos pueden impactar a la sociedad colaborando con una memoria que no se agota.
Las producciones gráficas se siguen realizando, son un síntoma de cómo el movimiento no se agota con el paso del tiempo y que conforme el gobierno federal más intenta borrar el acontecimiento, estas imágenes más proliferan como un ejemplo de resistencia y de solidaridad. La indignación se ha visto reflejada en la producción de gráficas a lo largo del tiempo de vida del movimiento por los 43.
Algo importante surgió con este movimiento y con la producción de imágenes: la relación entre la fotografía periodística y la producción gráfica. Dicha relación ha sido pilar para que estas imágenes alcancen mayor potencia y sigan siendo actos de protesta, además de convertirse en una potente estrategia de memoria al verse visibilizadas desde diferentes soportes. El muro virtual establece un diálogo con el muro urbano, a la par de verse en las manos a modo de pancarta y publicadas en medios impresos. Esta relación entre la fotografía y la gráfica se vuelve fundamental para la protesta visual.
Las imágenes creadas desde distintos medios han sido portavoces de este crimen de lesa humanidad que hoy en día refleja su urgencia. La necesidad de no repetir la historia de estos normalistas se ve en las movilizaciones de los últimos días, en los que la represión continúa y uno se pregunta si el poder ha aprendido algo sobre Ayotzinapa. Pero estas imágenes funcionan como recordatorios, impidiendo la instauración de verdades oficiales, ya que tensan las narrativas del Estado, dando paso a que los fragmentos del recuerdo continúen tensando al olvido para que este acontecimiento histórico continúe recordándonos que nos faltan 43 y muchos más.