Narcotráfico
Caminos de Michoacán: Cárdenas Batel, Calderón y la guerra del narcotráfico
En enero de 2007 el hijo de Cuauhtémoc Cárdenas protagonizó, junto al mandatario panista, la fotografía histórica del sexenio: arropados por militares, darían comienzo a la guerra contra el narco en Michoacán, entidad que entonces gobernaba el hoy futuro jefe de la Oficina de la Presidencia.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “El crimen sigue haciendo de las suyas”, esa fue la frase que utilizó en noviembre de 2006, Lázaro Cárdenas Batel para realizar una súplica presidencial. El entonces gobernador solicitaba a la nueva administración de Felipe Calderón dar mayor seguridad para Michoacán ante el embate del crimen organizado: con ello, daría comienzo la guerra contra el narcotráfico.
Hoy, Claudia Sheinbaum, virtual presidenta electa, anunció que ese hombre será, en su gobierno, el próximo encargado de la Oficina de la Presidencia.
Dos meses después, Batel protagonizaría junto a Calderón la fotografía histórica del sexenio. Arropado por militares, el hijo de Cuauhtémoc Cárdenas, caminó junto al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, quien apareció vestido con una amplia casaca militar de combate, sin abotonar.
Desde que los civiles tomaron el poder, Felipe Calderón fue el primer jefe del Ejecutivo en usar el uniforme militar y, sobre todo las cinco estrellas, a pesar de que apenas llevaba un mes en Los Pinos. Uno de los últimos militares de carrera que gobernó México fue el general Lázaro Cárdenas, abuelo del hombre que estará a cargo de la primera oficina de Sheinbaum.
En aquella imagen que le daría la vuelta al mundo, Batel y Calderón aparecen junto al entonces secretario de la Defensa Nacional, el general Guillermo Galván Galván. Las condecoraciones resplandecen, a la izquierda de Galván, el general de división Manuel García Ruiz, mando único del Operativo Conjunto Michoacán y comandante de la XII Región Militar, con sede en Irapuato, Guanajuato.
Otros dos generales, ambos de brigada destacan sobre el poder civil, lo mismo que otro militar, vestido de franco: un miembro del Estado Mayor Presidencial, la guardia militar autónoma de la que disponía el presidente de la República.
En la instantánea están también los mandos de la Armada: el secretario de la Marina, almirante Cuerpo General Diplomado de Estado Mayor (CGDEM), Mariano Francisco Saynez Mendoza; a su lado, el vicealmirante CGDEM, Benjamín Macías Galván, comandante de la IV Región Naval, con sede en Manzanillo, responsable de la Armada en el operativo en Michoacán.
Atrás, en tercera fila y siguiendo a los militares y al mando supremo: el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, responsable formal de la política y de la seguridad interior del país.
Plegaria de seguridad
Antes de esa fotografía entre Batel y Calderón y del evento que marcaría la fallida estrategia de seguridad, seis elementos de la Procuraduría de Michoacán fueron ejecutados. Los informes indicaban que habían recibido más de 600 disparos cuando fueron emboscados en "Dos Aguas", municipio de Aguililla.
Batel estaba al frente del gobierno de Michoacán desde 2002 y pedía dar "un giro a la política en el combate contra la delincuencia organizada", que hasta entonces había llevado el gobierno de Vicente Fox.
"La situación de las ejecuciones se ha tornado compleja, difícil y en un problema de enorme magnitud. el problema del narcotráfico, aunque no es exclusivo de Michoacán, es algo muy grave, es un tema que se ha estado abordando con los gobernadores de otros estados y se tiene confianza en que el gobierno federal brinde mayor apoyo", remataba Batel.
El presidente Calderón envió 7 mil soldados a su estado natal inmediatamente después de asumir el cargo el 1 de diciembre de aquel 2006, y aquel día junto a Cárdenas Batel anunció que enviará unos 3 mil 300 soldados y policías federales para luchar contra las bandas de narcotraficantes en la ciudad fronteriza de Tijuana.
La petición del entonces gobernador michoacano, y quien será el encargado de la antesala presidencial en el futuro gobierno de la primera mujer presidenta de México, se convirtió en un baño de sangre, los informes coindicen en que la denominada guerra contra el narcotráfico, que inició en Michoacán dejó un saldo de alrededor de 121 mil personas muertas, entre ejecuciones, enfrentamientos entre bandas rivales y agresiones.
"Nosotros hemos insistido y esperamos que se pueda convertir en realidad", pedía Cárdenas Batel, antes del inicio del Operativo Michoacán, antes de que los asesinatos y descuartizados cubrieran el país.