Derechos Humanos
La tragedia de una madre buscadora
La nominación de Patricia Flores, fundadora del Colectivo Madres Buscadoras de Sonora, como “una de las 100 personas más influyentes de 2022” en Forbes, no significa nada para la FGR: no hay avances en la investigación de la desaparición de tres de sus hijos, pese a que su organización ha localizado cientos de cuerpos y restos humanos en fosas clandestinas.Ciudad de México (Proceso).- Cecilia Patricia Flores Armenta, madre de seis hijos, fundó el Colectivo Madres Buscadoras de Sonora, grupo que ha logrado encontrar más de mil 500 restos humanos en fosas clandestinas de diferentes partes del país. Madre de tres hijos que fueron desaparecidos y cuya labor la ha llevado a ser reconocida como una de las 100 mujeres más influyentes por la revista Forbes en 2022, se le quiebra la voz al tiempo que hace un gran esfuerzo por retener las lágrimas.
“Nunca lo he comentado, es la primera vez que hablo de ello”, advierte frente a la grabadora, mientras sus ojos brillan por el llanto.
Recuerda la conversación telefónica que sostuvo con su hijo Marcos antes de que lo desaparecieran:
“Me llamó mi hijo –Marco, el mayor–. Me dijo: ‘Ma, te quiero decir algo’. Yo andaba en una búsqueda y a la primera (ves que sonó el teléfono) no le contesté porque estaba en una transmisión. Me insistió y contesté.
“‘¿Qué pasó’, le dije,
“‘Nomás te quiero decir algo. Ya sé que andas en búsqueda porque te estaba mirando que estabas transmitiendo'", respondió.
"Mi hijo estaba llorando. Me dijo: ‘Solo te voy a decir una cosa, Ma: si a ti un día te llaman y te dicen que me desaparecieron no me vengas a buscar porque yo no quiero que te pase nada. Yo quiero que tú encuentres a mi hermano (Alejandro) porque él era inocente y le quitaron la vida. Él merece ser buscado, pero yo estoy haciendo cosas malas y sé a lo que me va a llevar esto, pero ya estoy aquí y no me puedo retractar. Yo voy a seguir adelante, pero tú ya sabes lo que me puede pasar, por eso lo único que te voy a decir es a mí no me busques’.
“Me puse a llorar porque sentí que mi hijo estaba siendo amenazado o que en ese momento alguien lo tenía (retenido). Le contesté: ‘No me digas eso, hijo, ¿cómo crees que yo le voy a decir a mi corazón no voy a buscar a Marcos porque era culpable, voy a buscar nada más a Alex? O sea, me quieres matar doblemente, porque si con tu hermano vivo muerta en vida, ¡imagínate que te pierda a ti! ¡No, m’ijo! Mejor lo que debes de hacer es vender todas tus propiedades e irte a Estados Unidos’”.
Recuerda que su hijo tenía pasaporte mexicano y visa de Estados Unidos:
“No tenía necesidad de ser un delincuente y no entiendo en qué momento se le ocurrió serlo, cuando él tenía estudios, era ingeniero en electromecánica, el más famoso que había en ese lugar donde vivíamos, el que tenía más trabajo y el que de un día para otro se hizo así (se relacionó con la delincuencia); empezó a tener carros del año, a tener motores. Le dije: ‘¿Por qué tienes tanto dinero? Yo no creo que un mecánico gane tanto’.
“Me decía: ‘No, ma, no pasa nada’. Me llevaba con puras mentiras, pero después de que pasó esto, yo me digo: ¿cómo fue el momento en que perdí a mi hijo y no me di cuenta? ¿Por qué me enfoqué en buscar a mi hijo Alex? Porque cuando perdí a Alejandro perdí la vida y no quise saber más nada que no fuera a buscar a mi hijo y encontrarlo. Se me olvidó que tenía más hijos que me necesitaban”, lamenta doña Cecilia entre lágrimas que seca de vez en cuando.
La vence de nuevo el llanto que intenta reprimir:
“Se me olvidó que tenía padres, que tenía esposo, que tenía más hijos, que tenía otra familia. Mi esposo se fue al año, no aguantó vivir con esta presión. Me dijo: ‘Tú estás loca, yo no puedo vivir con una mujer que quiere vivir en el monte, porque estoy enfermo y me vas a matar’. Le contesté: ‘Que te vaya bien’”.
Pero su marido no era el papá de sus hijos: “Era una persona muy mayor con la que yo me había casado. Entonces yo era su dama de compañía, su enfermera particular que andaba para todas partes con él cuidándolo. Al perder yo a mi hijo Alex y volverme loca de dolor no me di cuenta que tenía a alguien en mi casa que me esperaba siempre. Pero yo no volvía, yo me quedaba siempre con mi mamá a sufrir mi dolor con ella, y con mi padre porque era el único que me entendía”.
La entrevista es en plena banqueta de la Fiscalía General de la República, en la Glorieta de Los Insurgentes de la Ciudad de México. El llanto la vence de nuevo. Pide perdón por ello y por tener que secar de nuevo sus lágrimas.
“Nunca había contado esto”, insiste, y retoma la confidencia:
“Mi hijo había sido amenazado, pero nunca me dijo ‘me están amenazando’. Si me hubiese dicho yo hubiera ido por él y hubiera tratado de sacarlo, pero no quiso. Alejandro desapareció en Los Mochis, Sinaloa. Lo desapareció el Cártel del Pacífico. No hay ningún avance (en la investigación), estoy esperando al Ministerio Público, que de hecho viene llegando”, dice mientras lo señala.
Golpe tras golpe
Cecilia Patricia Flores Armenta, fundadora del Colectivo Madres Buscadoras de Sonora, fue reconocida como una de las 100 mujeres más influyentes por la revista Forbes en 2022, pero también ha sido amenazada de muerte muchas veces.
El 5 de mayo de 2023 su grupo encontró los restos de uno de sus hijos, Marco Antonio Sauceda Rocha, cuyo cuerpo fue abandonado en el desierto de Sonora.
Doña Cecilia ha vivido la desaparición de tres de sus hijos. El primero, Alejandro, de 21 años, desapareció el 30 de octubre 2015, secuestrado en la comunidad de Juan José Ríos, de camino a ciudad de Los Mochis, en el vecino estado de Sinaloa.
Los otros dos, Marco Antonio, de 32 años, y Jesús Adrián, de 15, fueron víctimas de secuestro por un cártel en Bahía de Kino, Sonora, el 4 de mayo de 2019. Al menor lo liberaron. Jesús Adrián le fue devuelto vivo.
Debido a estos episodios, Flores fundó, a finales de 2015, el colectivo de mujeres que busca a más de siete mil personas desaparecidas en México. Durante el tiempo que llevan rastreando en regiones controladas por el crimen organizado han localizado más de mil 500 cuerpos en fosas o crematorios clandestinos.
La activista, recuerda las instrucciones que un informante anónimo le dio para localizar a su hijo:
“Donde comienza el cerco hay un portón. Usted lo quita, van a entrar y ahí está”. En consecuencia, dice, “fue lo que hicimos, quitar el portón, entrar y ahí estaba: es el único cuerpo que hay al momento y pues por la información que me da esa persona (anónimo) pienso que puede ser mi hijo.
“De hecho, mi hija, cuando pasamos justo por aquí me dijo que soñó a su hermano”.