Huracán Otis
Recoger sus propios escombros y hacer la nota diaria, así trabajan los reporteros en Acapulco
Los periodistas, ojos y oídos de lectores, televidentes, radioescuchas y usuarios de redes sociales, laboran en condiciones extremas en el Acapulco devastado por "Otis". Muchos de ellos lo perdieron todo tras el paso del huracán.ACAPULCO, Gro (Proceso).– Aurora Harrison redacta en un sillón rescatado de escombros afuera del bar La Norteña. A unos metros hay montones de vidrio, concreto y basura que sueltan una pestilencia. Todo a su alrededor es destrucción.
“Quería ser reportera de guerra, pero no pensé que fuera tan rápido”, suelta sarcástica entre carcajadas en el día 8 después del huracán Otis.
En la Costera Miguel Alemán una veintena de periodistas de televisión, internet y prensa escrita son nómadas en busca de un espacio para trabajar. Por siete días lo hicieron dentro de La Gran Plaza, donde el gobierno municipal de Acapulco instaló internet y una planta de luz para que su Dirección de Comunicación Social trabajara. Compartieron los servicios con la prensa.
El Ayuntamiento abandonó su estrategia de comunicación, pero desde entonces presta por ocho horas diarias su planta de luz a los representantes de los medios de comunicación.
Cuando el centro comercial fue cerrado para su reparación los reporteros se trasladaron a La Texana, del otro lado de la Costera.
Entre el polvo de los escombros y música altisonante redactan, tratan de escuchar audios y enviar reportes; lo hacen, además, frente al riesgo que representa la maniobra de dos trabajadores que retiran un anuncio espectacular de McDonald's a 15 metros de altura.
El jueves 2 de noviembre la prensa se movió afuera de otro negocio devastado; las seis mesas de plástico del McDonald's se habilitaron como sala de redacción. Cada día el hedor es mayor.
Los reporteros comen lo que pueden; a veces comparten atún con mayonesa y galletas saladas; en otras ocasiones han recibido comida de particulares, como el viernes 2 de noviembre, cuando una familia llegó desde Tierra Caliente a repartir platos con arroz, frijol y tortillas.
También han recibido a políticos y directivos de medios. A una semana del huracán recibieron la visita de la diputada federal plurinominal del PRD Elizabeth Pérez Valdez, acompañada de la política local Azucena Salazar.
Llevaron dos refrescos de dos litros, un paquete de sándwiches y cuatro despensas. Personal de la diputada pidió a los reporteros tomarse la foto con ella.
Y a 10 días del paso de Otis el director del periódico El Sur, Juan Angulo Osorio, fue a saludar a sus reporteros que andan en las entrañas de la tragedia. Su visita duró 30 minutos.
Perderlo todo y trabajar
Desde el improvisado centro de redacción, Oscar Ricardo Muñoz Cano, reportero de cultura, dice que han buscado trabajar en la medida de lo posible. “Acercarse temprano a este punto y precisar qué se va a cubrir, salir a la calle caminando, en vehículo propio o en el poco transporte público que hay. Regresar y redactar lo antes posible, lo mejor posible”.
A los periodistas los presiona que la planta de luz es retirada a las cinco de la tarde. Además del regreso a sus hogares, en una ciudad con insuficiente transporte público y la falta de luz en las colonias, lo que ha potencializado la inseguridad y la violencia que de por sí ya padecían.
Muñoz Cano explica que cada reportero tiene una historia personal, como quienes, junto a su familia, perdieron todo.
“Tienen que buscar por cuenta propia agua y comida para los suyos”.
En su caso, a Oscar Ricardo el huracán lo tomó por sorpresa, fue algo que nunca se imaginó.
Se encontraba en la unidad habitacional Luis Donaldo Colosio que colinda con uno de los caudales del río La Sabana y la zona Punta Diamante.
El lugar de condominios de lujo, exclusivos hoteles, residencias y centros de espectáculos, así como las decenas de colonias alrededor, fueron construidas sobre manglares a partir de un decreto en 1987 del presidente Miguel de la Madrid. El gobernador era José Francisco Ruiz Massieu.
“Tras su paso (del huracán) creíamos que sólo habría tejas rotas, árboles caídos o parabrisas y medallones destruidos de coches, pero fue peor”, asegura el reportero.
“En la madrugada el brazo del río se desbordó. En las colonias Rinconada del mar, Colosio y parte de Llano Largo mucha gente perdió propiedades, casas y automóviles”. Oscar Ricardo se encuentra entre los damnificados.
Sin seguros, desprotegidos
La señal del celular de Michel Vargas se reestableció 72 horas después de Otis. Los primeros mensajes que vio fueron los de sus jefes de información:
“Repórtate”, “¿Por qué no contestas?”.
Con 14 años en los medios, Michel Vargas, como la mayoría de los reporteros en Guerrero, no cuenta con seguro de vida ni seguro social.
El huracán arrasó con su cámara fotográfica, su computadora y grabadoras de voz. Calcula que fueron unos 60 mil pesos de pérdida en equipo.
“Lo más importante es que mi familia está completa y la terapia ocupacional ayuda a salir adelante”.
Después de remover escombros de su vivienda por dos días, Michel salió a la calle a tomar fotos y comenzó a redactar. No ha parado.
Pero ha empezado el estrés postraumático. “No puedo dormir. Después de las seis de la tarde, cuando empieza la oscuridad, en automático me aparto de mi familia y no ceno, aunque me estén hablando. Me encierro en lo que quedó de mi cuarto para dormir.
“Me despierto a las dos de la madrugada; desde esa hora hasta que amanece estoy en la azotea despierto. Me quedo acostado en el piso viendo el cielo, me pongo a fumar.
“Había dejado de fumar por seis años, volví al vicio, pero espero pase pronto.
“También me he limitado a la hora de redactar, me quedo corto en las palabras, se me van detalles”, explica el reportero de El Sol de Acapulco y Despertar del Sur.
La noche del jueves 2 de noviembre un grupo de reporteros, alojado en un departamento en el centro de Acapulco, narra anécdotas de crispación social causada por la falta de servicios básicos, comida y agua.
Lo hacen desde la azotea, donde pernoctan por el agobiante calor que se encierra en las habitaciones sin electricidad. Desde la oscuridad aprecian en los alrededores unos cuantos puntos iluminados.
Algunos reporteros que llevan cubriendo la devastación del huracán desde el día 1 no saben qué día de la semana es y se preguntan cómo se verá desde afuera la situación de Acapulco.