Derechos Humanos
La crisis forense en Jalisco, un rompecabezas incompleto
Indira Navarro, líder de las Madres Buscadoras de Jalisco, expone el éxito del colectivo para encontrar restos humanos en fosas y hornos clandestinos, pese a la burocracia de la fiscalía del estado con más desaparecidos del país.GUADALAJARA, Jal.– Sin ningún familiar desaparecido en este estado, la sonorense Indira Navarro Lugo, líder del colectivo Madres Buscadoras de Jalisco, apoya en la localización de personas en la entidad que tiene el mayor número de víctimas por ese fenómeno criminal en 2023, pese al peligro y al escaso respaldo de las autoridades.
Fundadora del colectivo en febrero de 2022, A Navarro le ha tocado presenciar hallazgos forenses en diversas condiciones, pero el que más le impactó ocurrió el 13 de junio último, cuando acudió al cerro de Totoltepec, a 2.5 kilómetros de las Plazas Outlet, en Tlajomulco.
En su página de internet la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas de Jalisco da a conocer que de diciembre de 2018 a septiembre de 2023 Tlajomulco concentra el mayor número de sitios de inhumación clandestinos en el estado, con un total de 65, detrás está Zapopan, con 23, y en tercer sitio San Pedro Tlaquepaque, con 15.
En un punto del cerro el colectivo localizó vestigios humanos con poco tiempo de evolución cadavérica. “Nosotros íbamos caminando y (…) ni siquiera estaban enterrados, nomás los aventaron, hicieron un hoyo, les aventaron tierra por encimita (…) y al destapar descubrimos que era un montón de partes seccionadas”, refiere.
“Me impactó bastante por la manera tan violenta como los asesinaron… fue muy triste”.
Recuerda que 15 días atrás en ese mismo sitio habían encontrado un cadáver. Reportaron el hallazgo a la fiscalía, pero nunca actuaron. Por eso decidieron regresar, pese a no contar con seguridad.
Otro hallazgo forense de Tlajomulco que le impresionó fue el que hicieron el 4 de julio último al acudir al poblado de San Lucas Evangelista, donde hallaron una fosa de la cual el primer día extrajeron 23 cuerpos. En total, el colectivo reportó la extracción de 51 cuerpos, pero la fiscalía sólo admitió que había 11.
Dolor propio
Indira Navarro conoce el dolor de no encontrar a un familiar desaparecido. Su hermano, Jesús Hernán Navarro, psicólogo de 28 años y padre de una niña, fue víctima de secuestro y posteriormente de desaparición forzada en Huatabampo, Sonora.
La buscadora relata que su padre heredó a Jesús Hernán unos pequeños negocios. “Nosotros no somos familia de dinero, pero la gente a veces piensa que sí y lo secuestraron”. Tras pagar el rescate lo liberaron.
Sin embargo, su hermano después fue víctima de desaparición forzada el 2 de septiembre de 2015. En Sonora al igual que en Jalisco –denuncia– la autoridad no hace nada por buscar a los desaparecidos.
Por ello, Indira se unió en noviembre de 2015 al colectivo de Madres Buscadoras de Sonora, que dirige Cecilia Patricia Flores. Hasta el momento no han tenido éxito en encontrar a Jesús.
“Nos han dicho que lo deshicieron en ácido, que no lo vamos a encontrar o que lo aventaron cerca de la playa. Yo sí tengo la esperanza de algún momento encontrar por lo menos alguno de los restos. Al saber que los restos serían de él, creo que mi madre pudiera descansar un poco”.
Por motivos personales, Indira Navarro dejó su estado para venir a Jalisco, y Cecilia Flores le pidió encabezar el colectivo en la entidad. Ella aceptó y en su primera brigada, que se realizó del 18 al 22 de febrero de 2022, hicieron en Tlajomulco un hallazgo forense masivo, con alrededor de 250 bolsas con vestigios humanos que corresponderían a 92 cuerpos, algo que ningún colectivo había logrado antes.
“Era algo fuerte para las familias porque se unieron muchísimas madres y localizamos restos en los patios de las casas, en los parques, por allá en Tlajomulco, en Chula Vista y Santa Fe”, recuerda.
Lamenta que la autoridad estatal incumple con su labor de localizar a los desaparecidos, y destaca que el colectivo Madres Buscadoras de Jalisco no sólo es el más activo al realizar cada semana hasta tres búsquedas de manera independiente, sino el que más resultados ha dado en recuperación de vestigios humanos y cuerpos.
Pensar en el retiro por seguridad
Reconoce que su madre se preocupa mucho por ella y le ha pedido que se retire de hacer búsquedas. “Dice que corro riesgo, que ya no quiere perder alguien más”.
Indira ha considerado abandonar el colectivo, pero las integrantes de Madres Buscadoras de Jalisco le piden que no las deje.
“Ha pasado por mi cabeza en tirar la toalla (…) Aquí en Jalisco no tengo familia (…) y de repente digo, bueno, es que estoy entregando bastante tiempo, no recibo ni un pago”.
Pero desiste de esa idea. “Sienten que uno es la única oportunidad, la única esperanza de encontrar a su hijo, y yo no puedo hacer oídos sordos. Al menos hasta que esté alguien más capacitada”.
Con cada búsqueda, dice, calma “ese sentimiento de que cada cuerpo que se va localizando es como una parte del rompecabezas, de esa falta de mi hermano”.
Además de participar en el colectivo y las búsquedas en vida y forenses, Indira acude a universidades a impartir pláticas de prevención sobre la violencia familiar y de género, de la cual fue víctima.
“Tengo amputados dedos de mi mano derecha por mi expareja, y me piden en las universidades dar una plática para prevenir la violencia contra las mujeres. Tenemos aparte un grupo de altruismo, desde hace cuatro años, vamos a asilos y vamos con los niños a casas hogares una vez por mes”.
Impunidad
Hasta el momento el colectivo en Jalisco ha logrado recuperar más de 500 cuerpos, aproximadamente 180 han sido preidentificados. Sin embargo, las familias tienen que luchar para que el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) realice las confrontas (comparativos de perfiles genéticos) y entregue las víctimas a sus familiares.
“Y como ellos (los peritos del IJCF) dependen de la fiscalía, depende de los MP que manden esta orden, pues es cuento de nunca acabar. Es una crisis forense, es pérdidas de ADN, las confrontas tardías; y aunque los familiares los preidentifiquen, no los entregan”.
A lo anterior se suma la impunidad, puesto que no se ha detenido ni vinculado a proceso, y mucho menos sentenciado, a involucrados en la desaparición de personas, denuncia.
En busca de obtener justicia, los familiares llevan ante el Ministerio Público “pruebas y hasta videos, y aún sabiendo quién es, no los arrestan que porque necesitan las órdenes de cateo para entrar a la casa; y si bien te va, te lo dan en cinco, siete meses (…) Entonces, yo no tengo conocimiento de algún caso en el que se haya hecho justicia”, asegura.
El 11 de julio último seis personas fallecieron y 15 fueron lesionadas en un incidente en el cual presuntamente la delincuencia organizada tendió una trampa a policías municipales y personal de la fiscalía, que acudieron a la colonia Larios en Tlajomulco, por el reporte de la localización de una fosa clandestina.
A partir de ese hecho el gobernador, Enrique Alfaro, ordenó no atender ningún reporte anónimo. Esto generó protestas de los colectivos, y el estado decidió implementar un protocolo que consiste en que el agrupamiento antibombas Tedax o el binomio canino revisen los sitios de prospectiva o hallazgos antes de que entren los colectivos.
No obstante, a la fecha se incumple con dicho protocolo, asegura Indira Navarro. “Yo supe que nada más en Zapopan llegó un robot antiexplosivo en la unidad de búsqueda de Zapopan, pero acá pues no. La verdad nosotros seguimos trabajando igual, o sea, a veces nos vamos con seguridad, a veces nos vamos solos. Así fue como encontramos el horno, solas”.
El horno a que hace alusión Indira Navarro fue encontrado el 15 de octubre último en un barranco en la colonia Artesanos, todavía humeando. A su alrededor había vestigios óseos calcinados.
Destaca que la labor del colectivo “no es sólo ir a buscar los cuerpos, es tratar de recuperarlos en el instituto forense; algunos restos tienen más de un año; es escuchar a las familias” y canalizarlas con un tanatólogo o psicóloga de manera gratuita.
Aunque representa un riesgo buscar de manera independiente en lugares solitarios y controlados por la delincuencia organizada, se pierde el miedo cuando ya no regresa el ser querido, dice la activista.
“Existe a veces el temor de que pueda pasar algo, pero siendo realistas (…) corremos peligro desde el salir de casa. Sí nos hemos topado con escenarios en el cual llegan personas en camionetas o armadas, pero gracias a Dios nunca nos han amenazado”.
Recuerda que cuando estuvieron en el cerro de Totoltepec “llegaron unas personas en la parte de arriba, se veían con chalecos y armadas, pero sólo observaron y se fueron. También esto pasó en San Lucas Evangelista; estaban con binoculares unos sujetos en unas camionetas, observando desde arriba, pero nunca se acercaron a intimidarnos.
“Pienso: pues que nos dejan hacer del trabajo, saben que en algún momento se les puede ofrecer, que pueden ser su mamá la que está buscando (…) Hemos recibido llamadas como a las tres de la mañana diciendo: ‘Sabes, ahí en tal parte hay muertos, esa persona se lo merecía, pero había gente que era inocente y queremos que a esa gente la saquen”.
Ante el escaso respaldo del gobierno estatal para brindarles seguridad, si “está caliente el terreno”, el colectivo pide apoyo a la Guardia Nacional.
El grupo que encabeza Indira integra a 415 personas y cada día se adhieren más familias que buscan a un ser querido.
La labor de búsqueda forense queda en manos de un grupo integrado por 15 a 20 personas que han adquirido experiencia, quienes lo hacen en su día de descanso laboral. Otros integrantes se dedican a compartir las fichas de búsqueda, y unos más acuden al IJCF.
La capacitación la da ir sabiendo “cómo vas conociendo tipos de suelo, el tipo de vegetación, la necrofauna. En mi caso, pues yo sigo estudiando y aprendiendo respecto del levantamiento de indicios, de cómo identificar. Tomamos talleres, cursos”.
También han recibido capacitación por parte de criminólogos, antropólogos, senderistas. Incluso de jóvenes estudiantes de criminología, uno de los cuales “hasta adoptó –así le llaman–” a varios desaparecidos.
“Él no tiene familiares desaparecidos, pero es de las personas que nos hace fuertes (…) vamos y damos unas pláticas a las universidades para tratar de prevenir toda esta situación. Últimamente ha habido varios muchachitos que nos apoyan (…) Obviamente necesitamos la fuerza de ellos para escarbar, para mover piedras pesadas (…) y yo les agradezco muchísimo”.
Con la cooperación económica de integrantes del propio colectivo salen los gastos para la gasolina, bebidas y otros insumos para realizar su labor de búsqueda. “Aquí no se pide absolutamente nada, sale de su propia voluntad”, precisa.
Indira Navarro relata que cuando un familiar localiza a su ser querido, algunos optan por dar las gracias y retirarse, y otros permanecen para dar apoyo moral y emocional.
“Les dicen a los que van iniciando que no pierdan la fe, puesto que, si encontraron a su familiar, ellos también lo harán”.
Indira también pide empatía a la sociedad porque, asegura, nadie está exento de que un familiar desaparezca. Y le recuerda a la autoridad que “la vida es una ruleta y a veces se tiene poder, y a veces puede ser uno más de la lista”.
Deplora que los gobiernos minimicen la crisis de desaparecidos y que cuando encuentran una fosa los hagan a un lado y les digan “hágase para allá, vamos a tapar”.
Pero ahora, advierte, “tenemos el conocimiento para poder enfrentar y no permitir que se violenten los derechos de nuestros desaparecidos”.