Seguridad pública
Disminuye 3% la percepción de inseguridad: Inegi
El dato corresponde al tercer trimestre del año. No obstante, es más la población que se siente insegura: 64.4%. Esta percepción es mayor en las mujeres (70.5%) que en los hombres (57.2%). Fresnillo, Irapuato, Naucalpan, Zacatecas y Colima, entre las ciudades que se perciben menos seguras.Ciudad de México, (apro).— La percepción sobre la inseguridad bajó en el tercer trimestre del año: el 64.4% de la población de 18 años y más consideró inseguro vivir en su ciudad, cifra inferior al 67.4% registrado entre abril y junio, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Al dar a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), el Inegi precisó que en septiembre de 2022, 70.5% de las mujeres y 57.2% de los hombres consideraron que vivir en su ciudad es inseguro.
Las ciudades con mayor porcentaje de personas de 18 años y más que consideraron que vivir en su ciudad es inseguro fueron: Fresnillo, Irapuato, Naucalpan de Juárez, Zacatecas, Ciudad Obregón y Colima.
En contraste, las ciudades donde la percepción de inseguridad es menor, fueron San Pedro Garza García, Benito Juárez, Piedras Negras, Tampico, Los Mochis y Cuajimalpa.
En el trimestre reportado por el Inegi, el 73.6% de la población manifestó sentirse insegura en los cajeros automáticos localizados en la vía pública; 67.4%, en el transporte público; 58.5%, en el banco; 57.4%, en las calles que habitualmente usa; el 57.2% en las carreteras; el 49.3% en el mercado; el 46.7% en el parque recreativo.
Los resultados de la ENSU revelan que el porcentaje de la población que mencionó haber visto o escuchado conductas delictivas o antisociales en los alrededores de su vivienda se relacionó con consumo de alcohol en las calles (61.2%), robos o asaltos (52.4%), vandalismo en las viviendas o negocios (42.7%) venta o consumo de drogas (38.9%).
Asimismo, disparos frecuentes con armas (36.6%), bandas violentas o pandillerismo (25.9%), tomas irregulares de luz (diablitos) (14.9%) y robo o venta ilegal de gasolina o diésel, mejor conocido como huachicol (3.4%).
Cambio de conductas y violencia familiar
Durante el tercer trimestre de 2022, 54.7% de la población de 18 años y más, residente en las ciudades objeto de estudio, manifestó que modificó sus hábitos respecto a llevar cosas de valor, como joyas, dinero o tarjetas de crédito, por temor a sufrir algún delito.
Además, 46.9% reconoció haber cambiado hábitos de caminar por los alrededores de su vivienda después de las 8 de la noche, 45.8% modificó rutinas en cuanto a permitir que sus hijos menores salgan de su vivienda y 30.1 % cambió rutinas relacionadas con visitar parientes o amigos.
Por otra parte, la población de 18 años y más que identificó a las diversas autoridades de seguridad pública y que percibió su desempeño como muy o algo efectivo en sus labores para prevenir y combatir la delincuencia fueron: Marina (84.9%), Ejército (82.3%), Guardia Nacional (71.9%), Policía Estatal (52.5%) y policía preventiva municipal (44.7%).
Para mantenerse al tanto sobre la seguridad pública, el narcotráfico y la violencia, 60.4% de la población de 18 años y más dijo informarse con los noticieros en televisión; 56.8% por medio de Facebook, mientras que 56.3% respondió que mantiene comunicación personal en el entorno de la vivienda y 22.6 % lo hizo mediante internet.
En cuanto a la violencia en el entorno familiar, se estima que en 8.9% de los hogares en zonas urbanas existió algún tipo de violencia. Ello incluye ofensas o humillaciones (por ejemplo, insultos que le hicieron sentir menos o le hicieron sentir mal); ser corridos de su casa o amenazado con correrlos; golpes o agresiones físicas (por ejemplo, pellizcado, jalado el cabello, empujado, jaloneado, abofeteado, pateado, golpeado con el puño o aventado algún objeto).
Asimismo, ataques o agresiones con cuchillo, navaja o arma de fuego; haber sido manoseado, tocado, besado o arrimado, recargado o encimado sin consentimiento y agresiones sexuales (han intentado obligarle o le han obligado a tener relaciones sexuales por la fuerza o con amenazas).
Dentro del entorno familiar, el 54.2% reportó que la o el principal agresor fue alguna persona sin parentesco especificado, seguido del esposo, esposa o pareja sentimental, con 17.8%.