Greenpeace
Greenpeace protesta frente a refinería Dos Bocas, megaproyecto emblema de AMLO
La organización llamó a las autoridades mexicanas a reconocer “la enorme vulnerabilidad de nuestro país al cambio climático y actuar con el nivel de urgencia que la crisis amerita".CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– A seis días de llevarse a cabo la Conferencia de Las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26), en Glasgow, Escocia, Greenpeace denunció que la estrategia energética de México con el proyecto Dos Bocas provocará la emisión de gases de efecto invernadero en los próximos 20 años lo que evidencia que “ni en esta administración ni en las anteriores” tienen en su agenda combatir la crisis ambiental.
Activistas de la organización, acudieron a Paraíso, Tabasco, donde se construye uno de los megaproyectos más importantes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la refinería Dos Bocas, y donde se encuentra el complejo energético Torno Largo, para desplegar una manta acuática de 6 por 25 metros con la leyenda: “Ya está aquí #CrisisCliMéxico”.
De acuerdo a la organización, el mensaje denuncia que los impactos del cambio climático ya están siendo percibidos en el país y “cada vez resultan más graves”, ante “la enorme apuesta que hace la actual administración por los combustibles fósiles, encarnada en la refinería más grande del país, paradójicamente situada en uno de los estados más vulnerables al cambio climático”.
Explicó que el proyecto Dos Bocas “ancla al país a un modelo intensivo en emisiones de gases de efecto invernadero al menos por los próximos 20 años”, estimando que las emisiones de la refinería equivalen a la tala de 183 millones de árboles.
El especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace México, Pablo Ramírez explicó que “la acción climática de México ha pasado de ser insuficiente a altamente insuficiente, debido a la creciente participación de los combustibles fósiles dentro de la política climática, que desde 2019 ha enfocado la mayoría de los recursos destinados a adaptación al cambio climático al transporte de gas”.
Greenpeace advirtió que en una evidencia más de que en la agenda del gobierno mexicano no está la mitigación del cambio climático, es que “en la reciente elaboración de los compromisos nacionalmente determinados (NDC por sus siglas en inglés), que ha sido considerada como regresiva por un tribunal, ya que permite 14 MtCO2e más que los NDC de 2015, algo equivalente a la totalidad de emisiones de la industria cementera o la refinación de petróleo”.
Para la organización ambientalista, “México debe reconsiderar su estrategia energética y analizar recursos suficientes para implementar una ruta de descarbonización ambiciosa, basada en una transición energética justa, enfocada en gestionar la creciente demanda de energía, generar un acceso equitativo a fuentes de energía seguras para la salud y el medio ambiente”.
Urgí al país a tomar “medidas de adaptación que protejan de manera efectiva el creciente número de personas que se encuentran en vulnerabilidad climática”, como lo demuestra el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático que cifra en 28 millones a la población en riesgo.
De acuerdo a la organización internacional, los eventos climáticos extremos en México han ocasionado pérdidas económicas anuales por poco más de 3 mil millones de dólares, “lo que representa el 0.17 % del PIB y lo sitúa en el quinto lugar entre los países del G20”.
Apuntó que Tabasco, “podría perder entre el 8 y 14% de su territorio, si el nivel del mar se incrementa entre uno y dos meros, de acuerdo a la herramienta de proyección del nivel del mar de la Nasa, una trayectoria de emisiones como la de México, compatible con un aumento de 2.4º C, estaría provocando un aumento entre .82 metros y 1.1 metros”.
Greenpeace llamó a las autoridades mexicanas a reconocer “la enorme vulnerabilidad de nuestro país al cambio climático y actuar con el nivel de urgencia que la crisis amerita, para garantizar la seguridad y sustento de las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad”.
La organización alentó a reivindicar “la deuda histórica ambiental de los Estados del norte global hacia los países del sur, particularmente la región latinoamericana, para desarrollar políticas climáticas robustas”.