Chile

50 años de impunidad para María del Rosario, la única víctima mexicana de Pinochet

En el contexto del 50 aniversario del Golpe de Estado en Chile, Proceso recuerda la historia de María del Rosario, la única víctima mexicana de la dictadura de Pinochet. Ernesto Lejderman, su hijo, habla de la batalla judicial para que su madre reciba justicia.
domingo, 10 de septiembre de 2023 · 07:00

BOGOTÁ (Proceso).–Para Ernesto Yoliztly Lejderman Ávalos, el 50 aniversario del golpe de Estado del general Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende, que se cumple este lunes 11, será un día de reflexión.

Ese episodio, con el cual se inició un dictadura opresiva y criminal, marcó su vida. La cacería que desató el general golpista contra los seguidores de Allende convirtió a Ernesto en un huérfano a los dos años y medio de edad.

Su madre, la mexicana María del Rosario Ávalos Castañeda, y su padre, el argentino Bernardo Lejderman Konujouwska, quienes habían viajado a Chile para apoyar con trabajo en las comunidades el proyecto socialista de Allende, fueron asesinados por una patrulla militar semanas después del golpe.

El ataque a La Moneda. El Golpe en Chile. Foto: memoriachilena.gob.cl

El hecho ocurrió el 8 de diciembre de 1973 en una cueva en la que se ocultaban, en el norte de Chile. Ese día, María del Rosario, quien había estudiado sociología en la UNAM, se convirtió en la única víctima mexicana de la dictadura de Pinochet, cuyo régimen de facto, que se prolongó 17 años, dejó unos tres mil asesinados y desaparecidos.            

Ernesto tenía dos años y medio y estaba con sus padres cuando estos fueron ejecutados. Desde 1990, cuando terminó la dictadura de Pinochet, él libra una batalla judicial para hacer justicia.

En entrevista con Proceso a través de una videoconferencia, Lejderman Ávalos –quien tiene tres nacionalidades: argentina, chilena y mexicana, y reside en Buenos Aires— expresa su decepción por la “falta de justicia” y la “impunidad” que han caracterizado el caso.

“La justicia no avanzó –señala--, porque no condenó realmente a los militares que tenía que condenar. Los altos mandos responsables de este crimen nunca fueron tocados, solo militares de rango bajo. Esto quiere decir que prevalece la impunidad por el asesinato de mis padres”.

Esto motivó al hijo de María del Rosario y Bernardo a recurrir a la justicia internacional y llevó al caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para que ese tribunal ordene al Estado chileno reabrir el caso y penalizar a los máximos responsables.

Que México se haga presente

Ernesto quiere que el gobierno mexicano lo acompañe en esa lucha por justicia, que no sólo libra ante la CIDH, sino también en Chile, donde hace tres años demandó al Estado por secuestro. Ambos procesos están en etapa de investigación.

“A mí no solo me mataron a mis padres en mi presencia –dice--, sino que además me secuestraron. Me retuvieron en una casa de monjas, con la orden a las monjas de que yo no podía salir a ningún lado, hasta que las embajadas argentina y mexicana me salvaron y me llevaron meses después con mis abuelos paternos a Buenos Aires”.

Él no recuerda nada de esa época. El primer recuerdo de su vida es de Buenos Aires. "Yo era muy niño y un perro me espantó en un parque. Yo corrí, pero el perro me persiguió, y en la desesperación por escaparme me tropecé y me rompí la nariz. Me salió mucha sangre, toda mi ropa quedó manchada. Ese es mi primer recuerdo. De lo que pasó antes, del asesinato de mis padres, no recuerdo nada, a pesar de que yo estaba con ellos”, asegura.

Amigos psicólogos le han dicho que el olvido de sus primeros años puede responder a un autobloqueo inconsciente, a una suerte de mecanismo de defensa frente al crimen atroz que presenció.

“Lo que sé de ese episodio –sostiene-- es porque me lo han dicho muchas personas y porque hubo una investigación que lo ha demostrado y que indica que a mis padres los mató la dictadura de Pinochet”.

Piensa que en el caso sí hubo verdad y una reparación simbólica, pero que falta justicia. Un tribunal chileno condenó a cinco años y un día de cárcel a tres militares por ese crimen, pero los jefes militares de la norteña región de La Serena, donde ocurrió el hecho, nunca fueron tocados.

Ernesto. Exigencia de justicia en Chile y de apoyo a México. Foto: Especial

Ernesto vivió hasta su adolescencia convencido de que sus padres habían muerto en un accidente ferroviario, pues eso le habían contado sus abuelos Herz León y Elisa, una afable pareja tradicional judía que consideró imprudente revelar a su pequeño nieto una verdad tan dramática.

"No la pasé muy bien en mi niñez, crecí con miedos, inseguridad, timidez (...). Era un niño muy retraído", recuerda a sus 52 años de edad.

Un día, sin querer, a los 13 años, descubrió la historia de su vida en un cuaderno donde su abuelo había archivado un recorte de un diario de 1974 en el que se reportaba la muerte de Bernardo y María del Rosario Ávalos "a manos de la dictadura chilena".

Cerró el cuaderno y no quiso saber nada de ese asunto. Lo evadió y siguió aferrado a la historia que le habían contado sus abuelos.

De a poco, le abrió paso a la verdad y en 1990, cuando retornó la democracia a Chile, viajó a ese país y presentó una demanda contra Pinochet y los militares de La Serena implicados en el asesinato de sus padres.

Homenaje 50 años después

Ernesto, cuyo segundo nombre es el mexicanísimo Yoliztly (que en náhuatl significa movimiento de vida), hará un homenaje a sus padres el próximo 8 de diciembre en el sitio donde los mataron, en la cueva de la quebrada de Angostura, en el sector Gualliguayca, en la región chilena de La Serena. Así conmemorará el 50 aniversario del crimen.

Desde Buenos Aires, dará seguimiento este lunes a los actos conmemorativos del 50 aniversario del golpe de Estado de Pinochet en contra de Allende. En Chile los encabezará el presidente Gabriel Boric, quien tendrá entre sus invitados a sus homólogos de México, Andrés Manuel López Obrador; de Colombia, Gustavo Petro; de Argentina, Alberto Fernández, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou.

Ernesto dice que tiene mucho sentido que el gobierno de López Obrador lo acompañe a él en los procesos ante la CIDH y las cortes chilenas, y en los homenajes a sus padres, por ser su madre la única víctima mexicana de la dictadura de Pinochet.

Quiere viajar a México el próximo año para realizar un funeral simbólico de su madre en la Ciudad de México, donde ella nació. “Es la oportunidad de hacerle un homenaje, y me parece importante que las autoridades mexicanas participen en esto, ella era mexicana y yo también lo soy”, dice Ernesto.

Los restos de María del Rosario fueron incinerados por orden de los militares para borrar evidencias.

“En este 50 aniversario del golpe de Estado contra Allende –señala Ernesto-- la reflexión que yo hago es que muchos crímenes de la dictadura de Pinochet, como el asesinato de mis padres, quedaron impunes, y cuando no se hace justicia total se deja abierta la puerta para que se vuelvan a repetir estos sucesos”.

Ernesto dirige en Buenos Aires una corporación que ayuda a familias pobres y a inmigrantes. Piensa que esa vocación social la heredó de sus padres.

Pinochet. Grotesco dictador. Foto:  Archivo Procesofoto

María del Rosario

María del Rosario Ávalos tenía 24 años cuando murió. Su esposo, Bernardo Lejderman, tenía 31. Ambos habían llegado a Chile a principios de 1971 atraídos por el triunfo electoral del presidente socialista Salvador Allende.

Meses después de su llegada, el matrimonio se instaló en la ciudad de Vicuña, en la región de La Serena, unos 520 kilómetros al norte de Santiago de Chile, donde se vincularon con el gobernante Partido Socialista y realizaron trabajo comunitario.

Cuando se produjo el golpe de Estado eran dos activistas muy conocidos en la zona y sabían que su vida estaba en juego ante la ola represiva desatada por Pinochet, quien nombró gobernadores militares en las 12 regiones del país para ejercer un férreo control y exterminar a la oposición política, a “los extremistas comunistas”, como él llamaba a los simpatizantes de Allende.

Cuando una patrulla militar los encontró en una cueva, ellos esperaban la temporada de deshielo para cruzar la cordillera de los Andes hacia Argentina.

María del Rosario conoció a Bernardo en la Biblioteca Central de la UNAM, donde ella estudiaba sociología. Él era un izquierdista argentino de visita en México. En 1971 se casaron y viajaron a Chile, donde nació su hijo. Para la pareja, fue un viaje sin retorno.

“Yo ya sé la verdad, lo que es necesario es la justicia”, insiste Ernesto.

 

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