Invasión Rusa en Ucrania

Laos evoca su pasado doloroso contra el uso de bombas de racimo

Ante el anuncio de que Estados Unidos suministrará bombas de racimo a Ucrania, para defenderse de Rusia, el gobierno de Laos lanza un llamado para evitar su uso, “armamento atroz” que mutiló a la pequeña nación asiática en la Guerra de Vietnam.
domingo, 30 de julio de 2023 · 07:00

PARÍS (Proceso).– “Como la víctima más grande del mundo por las bombas de racimo (…) la República Democrática Popular de Laos expresa su profunda preocupación por el posible uso de este tipo de armamento…”

Así empieza el sobrio y breve comunicado difundido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Laos, el 10 de julio último, en respuesta al suministro de bombas de fragmentación a Ucrania, anunciado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. 

En realidad, más que una declaración oficial fue una suerte de súplica digna y apremiante que el gobierno de ese pequeño país del sudeste asiático dirigió a los presidentes de Estados Unidos y Ucrania, sin jamás mencionarlos por su nombre.

“El pueblo laosiano fue víctima de esta arma mortífera hace más de cinco décadas, e incluso hoy sigue afectado por las municiones sin detonar, ya que representan una grave amenaza para la vida y el sustento de nuestro pueblo”, señala la Cancillería con el mismo tono grave y elíptico.

Guerra de Vietnam y bombas de racimo. Herida ominosa. Foto: Especial

Y concluye: “Laos hace un llamado a cualquier Estado o actor a que se abstenga de todo uso, producción, transferencia y almacenamiento de dichos explosivos, según lo prescrito en la Convención sobre Municiones en Racimo, para que nadie en el mundo sea víctima de un arma tan atroz”.

Desoída por Biden y Volodímir Zelenski, la plegaria del gobierno de Thongloun Sisoulith, secretario General del Partido Revolucionario Popular de Laos y presidente del país, tiene, sin embargo, el mérito de sacar del olvido el funesto Operativo Barrel Roll –también conocido como Guerra Secreta– que Washington desató contra Laos entre 1964 y 1973 en el contexto de la guerra que llevaba contra Vietnam.

Marean las cifras: a lo largo de nueve años Estados Unidos realizó unos 600 mil ataques aéreos contra Laos durante los cuales se lanzaron un total de 270 millones de bombas de racimo; 80 millones de estas no detonaron y llevan 50 años causando estragos entre la población civil.

Biden. Las armas del "aliado". Foto: AP

La meta de la estrategia de “bombardeo en alfombra”, implementada en 1964 por Washington era cortar la Ruta Ho Chi Minh, una red de senderos clandestinos de abastecimiento de armas de Vietnam del Norte que atravesaban regiones de Laos y Kampuchea.

Se calcula que desde 1964 las bombas de fragmentación costaron la vida o lesionaron a 50 mil laosianos, la mitad de los cuales perecieron o fueron heridos después de la firma de los Acuerdos de Paz de París, que pusieron un punto final a la Guerra de Vietnam el 27 de enero de 1973. Las autoridades vietnamitas afirman que 14 mil 549 de sus combatientes fallecieron en Laos, en gran parte víctimas de las mismas bombas de racimo. 

Los historiadores insisten en que un total de dos millones de toneladas de bombas –de racimo y otras– se lanzaron durante menos de una década sobre ese pequeño país de escasos dos millones de habitantes en ese entonces. 

Recuerdan, asimismo, que esa cantidad colosal equivale a una tonelada de explosivos por habitante y que iguala los 2.1 millones de explosivos lanzados por los Fuerzas Aéreas estadunidenses sobre Europa y Asia Central en la Segunda Guerra Mundial.

La organización no gubernamental Handicap International, presente en el sureste asiático, afirma que una superficie de mil 178 kilómetros cuadrados del territorio laosiano, que abarcaba arrozales, bosques, carreteras y pueblos, se encuentra todavía tan contaminada por explosivos no detonados que sigue siendo despoblada y que, además, en el resto del país alrededor de 25 mil pueblos de menos de 10 mil habitantes viven bajo la amenaza permanente de explosivos enterrados.

Bombas al azar

Lo expertos internacionales consideran que se necesitara por lo menos 50 años –unos hablan inclusive de 100 años– para que Laos se libre definitivamente de las bombas.

Cabe recordar que ese diluvio de bombas de racimo, que Washington desató contra Laos –país con el cual no estaba en guerra y cuya neutralidad pretendía respetar– se dio en el contexto de acciones encubiertas lanzadas desde Tailandia. Contrario a lo que pasó con la Guerra de Vietnam, estos nueve años de bombardeos fueron completamente borrados de la memoria estadunidense.

Fue sólo en 1997 que Estados Unidos mencionó oficialmente estos bombardeos. Barak Obama fue el único presidente estadunidense en viajar a Ventián. Lo hizo en 2016. No presentó disculpas al pueblo de Laos por el Operativo Barrel Roll. Sólo se limitó a entregar un “cheque” de 90 millones de dólares al presidente Boungnang Vorachit.  “Teniendo en cuenta nuestra historia aquí, creo que Estados Unidos tiene la obligación moral de ayudar a sanear las heridas de Laos”, dijo muy conciso. 

El piloto de combate Mike Burton participó en el bombardeo de Laos de 1966 a 1968. Desde 2004 es miembro de la organización Legacies of War (Herencias de la guerra), que arroja luz sobre los estragos de esa guerra secreta; desempeña una incansable labor de cabildeo contra las bombas de racimo y antipersonales y firmó, junto contras 37 organizaciones, una carta abierta a Joe Biden para manifestarle su oposición al suministro de esas bombas a Ucrania. 

Burton. Testimonio sobre el horror estadunidense. Foto: 
legaciesofwar.org

El testimonio de Burton, publicado en la página web Legacies of War, es apasionante. Da detalles sobre sus blancos: guerrilleros vietnamitas que recorrían inextricables redes de caminos clandestinos cargando armas hacia su país. Destaca una confidencia:

 “A veces no pasaba nada durante nuestras misiones. No encontrábamos blancos que aniquilar. Entonces nos regresábamos a la base. Pero a la mitad del camino, y cualquiera que fuera la zona que sobrevolábamos, teníamos que echar por la borda nuestras cargas de bombas de racimo.  

“¿Por qué? Pues simplemente porque estas bombas eran –y siguen siendo– municiones inestables.

“Las BLU-3 que solíamos lanzar sobre Laos contenían 360 submuniciones que podían explotar en el momento del aterrizaje. Gran parte de los millones de toneladas de bombas que arrojamos sobre Laos lo fueron así, al azar, sobre zonas de cultivos y ahí están todavía hoy día matando y mutilando a la gente”.

Las autoridades de Camboya lanzaron su propio grito de alarma  sobre el suministro de bombas de racimo a Ucrania, una día antes de sus homologas de Laos.

"Camboya es un pequeño país vulnerable. No ejercemos influencia alguna, pero el pueblo de Ucrania nos inspira compasión. Por lo tanto quisieramos lanzar un llamado  al presidente  estadunidense -el donante- y  al presidente ucraniano, -el destinatario-,  para que no usen  bombas de racimo  en esa guerra porque  los ucranianos serán sus únicas víctimas", enfatizó  Samdech Techo Hun Sen , líder del partido del Pueblo Camboyano y Primer Ministro de Camboya desde hace 38 años  .

Al igual que  Laos y  por las misma razones -destruir la Ruta Ho Chi Minh e impedir el avance  de los comunistas  en el sureste asiático-  Camboya fue sometido a bombardeos masivos por parte de  Estados Unidos .

 El 18 de marzo de 1969 empezó Operativo  Menu  , tan secreto como el Operativo Barrell Roll , que duró hasta  el 26 de de mayo de 1970. En un poco más de un año la aviación militar estadundidense llevó a cabo  tres mil 875 ataques, esencialmente en la zona fronteriza de  Camboya con Vietnam y arrojó 108 mil 823 toneladas de bombas entre las cuales predominaban las de racimo. Los bombardeos  se prolongaron  hasta 1973. 

Segun las autoridades  camboyanas alrededor de un million de minas antipersonas y tres millones  de submuniciones  explosivas fueron neutralizadas desde  1992, pero  730 kilómetros cuadrados del territorio  siguen "contaminados" .

 Declarar su país libre de minas antipersonas y  de explosivos no detonados  de las bombas de racimo  es la meta que se fijó Hun Sen para finales de 2025.

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