Carlos Slim

Slim rechaza reforma fiscal que aumente impuestos a los más ricos: “se van a desanimar a invertir”

En su conferencia de prensa de principio de año, el empresario mostró optimismo por el plan económico de Sheinbaum, cautela en sus críticas a la reforma judicial. “Los aranceles no funcionan”, dijo sobre Trump.
lunes, 10 de febrero de 2025 · 22:20

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El multimillonario Carlos Slim Helú aseveró que tanto México como Estados Unidos necesitan aumentar de manera sustancial las inversiones; tras aplaudir el plan económico de Claudia Sheinbaum Pardo y la apertura de la presidenta hacia el sector empresarial, el hombre más rico de México defendió algunas de las medidas implementadas por el presidente Donald Trump, aunque sostuvo que “los aranceles no funcionan”.

Durante su conferencia de prensa de principio de año, el magnate insistió en la necesidad de combatir la pobreza en México mediante la inversión, pero rechazó la opción de una reforma fiscal que subiría los impuestos a los más ricos; expresó en varias ocasiones su “optimismo” hacia Sheinbaum, y a la par se mostró cauteloso en sus críticas contra la reforma al poder judicial.

“Está pasando algo que no pasaba en muchos años: la presidenta se está reuniendo con los empresarios”, celebró el magnate, quien agregó, con tono bonachón: “hasta se reunió conmigo, ¿Qué más quieres?”. 

A lo largo del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, Carlos Slim se volvió uno de los empresarios más cercanos al exmandatario, a quien visitaba con cierta frecuencia en Palacio Nacional; durante la gestión del tabasqueño, su imperio corporativo fue uno de los cuatro más beneficiados en contratos públicos.

Entusiasmo por el Plan México

Slim expresó su entusiasmo por el llamado Plan México, de Claudia Sheinbaum, que consiste en atraer inversiones privadas masivas para llegar a 2026 con una inversión equivalente a 25% del PIB. 

Aunque esquivó las preguntas sobre sus intenciones específicas de inversión en megaproyectos de la administración entrante, Slim aseveró que su grupo busca contratos de “asociación mixta” con el gobierno, sobre todo en materia de carreteras, y en la energía renovable, incluyendo la geotermia. 

Indicó que Grupo Carso está revisando con Pemex la factibilidad del megaproyecto Lakach, que pretende extraer gas en el mar, a más de 900 metros de profundidad, y de traerlo a la tierra mediante un gasoducto submarino de 65 kilómetros; en caso de superar los obstáculos, la inversión rebasaría los mil 200 millones de dólares.

Arturo Elías Ayub y Carlos Slim. Fotos: José Manuel Jiménez

“El ingeniero” también celebró el discurso presidencial que llama a tener los indicadores macroeconómicos estables, de sustituir las importaciones con producción nacional, tener empleos bien remunerado, y habló en buenos términos del secretario de Hacienda y Crédito Público Rogelio Ramírez de la O, a quien reconoció por implementar una política de austeridad.

“Todo esto lo vemos bien”, sostuvo Slim, quien evocó con nostalgia la “época de oro” de México, durante las cuales el país reportaba tasas de crecimiento de 6% anual. Aseveró que “para crecer se necesita inversión, inversión y más inversión”, y llamó a dirigir la inversión en la infraestructura, ya sea en Pemex, la CFE, el sector carretero o los ferrocarriles, y a “estimular” al sector privado.

Sobre Trump

Slim tuvo que responder a las inquietudes de la prensa sobre el carácter imprevisible de Trump, y su estrategia basada en amenazas hasta a sus socios más importantes, como México y Canadá. El multimillonario, quien viajó a Washington para la toma de posesión de Trump –con quien se reunió en dos ocasiones, en 2016 y 2020–, no criticó todas las medidas del magnate. 

Habló bien del recorte a ciertos gastos públicos, como a la USAID, pero planteó la necesidad de reencausar los recursos hacia la inversión. “Tiene que cuidar sus gastos y costos, es obvio, y ojalá quiera aumentar la inversión”, dijo. 

Aunque opinó que Trump no impondrá aranceles generales, los cuales descarrilarían la bolsa de valores y dispararían la inflación, Slim estimó que sí aplicará las tarifas al acero y al aluminio, pues hay plantas siderúrgicas paradas en Estados Unidos, que podrían volver a arrancar con estas medidas.

Respecto a las amenazas de Trump contra el tráfico de drogas, Slim recalcó que “debería de haber un doble cuidado, de aquí para que no salgan, y de allá para que no entren”, y criticó al gobierno de Estados Unidos por no atacar el fenómeno en su territorio. “Allá se queda la droga y el dinero, porque cuesta más, y aquí nos quedamos con las armas y la violencia”, deploró.

“Se van a desanimar”

Slim presumió que, en el año entrante, su fundación llevará adelante un programa “muy intenso” de lucha contra la pobreza. Lamentó que permanece a pesar de los programas sociales gubernamentales, o de la instauración de nuevos derechos sociales en la constitución.

Al mismo tiempo, se pronunció en contra de una nueva reforma fiscal, pues aseveró que aumentar los impuestos provoca un aumento en los precios de los productos; ello, a su vez, lleva el Banco de México a subir las tasas de interés, lo que a su vez genera déficit.

Proceso le pidió su opinión sobre la opción de recaudar más impuestos sobre las grandes fortunas de México, uno de los países más desiguales del mundo. Según la revista Forbes, la fortuna de Carlos Slim se disparó en un 80% durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, pasando de 49 mil 100 millones de dólares a más de 89 mil 600 millones de dólares a finales de 2024.

El multimillonario reviró entonces que, si el gobierno pusiera nuevos impuestos a los más ricos, ellos sacarían sus capitales del país, pues “se van a desanimar a invertir”; parafraseando a Margaret Thatcher, exprimer ministra de Reino Unido y promotora activa del neoliberalismo en el mundo en los años 80, aseveró que es peor tener igualdad en la precariedad que desigualdades en una sociedad con menos pobreza.

“Son unos imbéciles”

El empresario de 85 años acudió al evento flanqueado por su yerno Arturo Elías Ayub, camisa semiabierta y sin corbata, quien le ayudó a dar el paso para subirse al templete.

Durante las siguientes cuatro horas, el hombre más acaudalado del país ofreció largas digresiones sobre la historia de su grupo desde los años 50 –presumió sus éxitos e insistió en minimizar la privatización de Telmex–, sobre sus labores filantrópicas y sobre su visión del futuro con el gobierno de Sheinbaum y de Trump, en un contexto global de un “cambio civilizatorio” marcado por el auge de las tecnologías.

Slim escuchó, una tras otra, las preguntas que le lanzaron las decenas de periodistas nacionales y extranjeros presentes en la conferencia de prensa; ofrecía a menudo respuestas puntuales, que a veces desencadenaba carcajadas en una audiencia mayoritariamente seducida. 

Sobre la reforma judicial

En otras ocasiones, el empresario se mostraba más escurridizo. Así, preguntado sobre la polémica reforma judicial, criticada por el sector empresarial, Slim se quedó pensativo durante un largo lapso, y soltó: “lo que nos ha faltado en México es la división de poderes”. Acto seguido, señaló que tampoco existe la separación entre el Ejecutivo y el Legislativo, y recalcó que “cuando hay asuntos muy graves, no qué tanto funciona el Judicial”.

El empresario siempre mantuvo la calma, excepto cuando la periodista Claudia Villegas le preguntó su opinión sobre los economistas James A. Robinson, Daron Acemoglu y Simon Johnson, ganadores del premio Nobel de economía el pasado, quienes se refirieron a la compra de Teléfonos de México (Telmex), en 1993, como ejemplo del “capitalismo de cuates”.

“¡Son unos imbéciles que ponen las cosas sin saber qué escriben!”, gruñó Slim, quien en las horas siguientes arrojó más dardos contra “estos Nobel y estudiosos que nunca han hecho una empresa” o los “tecnócratas y Nobel” que llevaron a Estados Unidos a comprar sus bienes de consumo en el exterior.

“¿No es la vuestra una sed insaciable?”

Al igual que el año pasado, Slim se lanzó contra el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), que estaba a cargo de las concesiones y las regulaciones en el sector de las telecomunicaciones –cuyas funciones fueron absorbidas por la Agencia de Transformación Digital después de su extinción--, pues recalcó que ese organismo “no estaba tan autónomo”. 

Además de recalcar los problemas que tuvo su grupo con el IFT, que siempre le negó el derecho a incursionar a la televisión de paga y que designó a América Móvil como actor preponderante en el sector de la telefonía, Slim criticó a Gabriel Contreras, uno de los expresidentes del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), a quien señaló de haber sido nombrado por Humberto Castillejos Cervantes –entonces consejero jurídico de Enrique Peña Nieto–, y de haberse pasado a la dirección jurídica de AT&T después de su mandato en el IFT.

En una presentación casi idéntica a la del 12 de febrero de 2024, Slim remontó el inicio de su carrera empresarial a 1955 –con inversiones de 529 dólares–, y repasó la expansión de su imperio corporativo en los últimos 70 años: la inversión en la embotelladora de Jarritos en 1965, la fundación de Inbursa, la diversificación a los sectores de la construcción, del tabaco o de la restauración –con la compra de Sanborns--, hasta la entrada a los territorios altamente redituables de la minería y las telecomunicaciones.

Slim habló durante largos minutos sobre la compra de Telmex, en 1993, una operación por la cual se especuló sobre la relación entre el empresario de origen libanés y el expresidente Carlos Salinas de Gortari, como lo recordaron los autores ganadores del premio Nobel. Slim insistió en varias ocasiones que el gobierno solo puso a la venta el 20.4% de Telmex, que él se repartió con la francesa France Telecom y la estadunidense Southwestern Bell, una manera de rechazar las acusaciones que lo siguen desde hace más de tres décadas.

Para concluir la maratónica sesión de preguntas y respuestas, Slim leyó a su audiencia una página del libro El Profeta, del poeta libanés Yibrán Jalil Yibrán, dedicada a las dádivas. En esta parte, el autor habla sobre las virtudes de donar y de recibir una donación, y pregunta al lector si “no es la vuestra una sed insaciable”, una frase que toma otro sentido cuando sale de la boca de quien fue el más rico del planeta entre 2010 y 2013.

Después de decir que “si mostráis mayor gratitud de lo que en verdad sentís, daréis lugar a que el caritativo dude de que tiene por madre la tierra generosa y por padre a Dios”, el magnate levantó la cabeza y soltó “está bueno, ¿verdad?”. Se levantó con un movimiento rígido, tras una sentada prolongada, y se agarró del brazo de Elías Ayub –quien vende, en sus libros, los secretos de su mentalidad de tiburón en los negocios–, para caminar hacia la salida, ante decenas de lentes de cámaras.

 

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