Luis Echeverría Álvarez

Con Echeverría se rompieron más de dos décadas consecutivas del llamado "desarrollo estabilizador"

De acuerdo con datos oficiales, después de 20 años de crecimiento en el sector agrícola fue de 4% anual 1955 a 1965 y pasó a 2.1% para el periodo de 1965 a 1970, marcando el inicio de una crisis en el sector.
lunes, 18 de julio de 2022 · 09:38

CIUDAD DE MÉXICO (apro).–Con Luis Echeverria Álvarez en el poder se quebraron más de dos décadas consecutivas del llamado “desarrollo estabilizador”. No solo eso, también significó “una lápida sobre la posibilidad de reivindicación histórica del presidente”.

Se trata de la ruptura de crecimiento económico dado desde 1955 a 1967 en el cual el Producto Interno Bruto (PIB) pasó de 88 mil 218 a 304 mil 600 millones de pesos con una tasa media anual de crecimiento de 10.9%.

Lo anterior impulsado y manejado, por Antonio Ortiz Mena, quien manejó las finanzas púbicas del país de forma transexenal, de 1958 a 1970.

Nada que ver con el magro promedio anual de 2.4% del PIB del país desde 1995 cuando se abrió plenamente al comercio a través del entonces Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), hasta el 2020.

Previo al sexenio de Echeverria las exportaciones e importaciones de mercancías y servicios se vieron duplicadas pasando de mil a dos mil millones de pesos. El ahorro captado por el sistema financiero también se había duplicado pues pasó de 26.2% del ingreso nacional a 40.9%.

Mientras que la tasa de la población se vio incrementada pasando de 30 a 40 millones de habitantes, siendo para 1967 el producto por persona de 533 dólares.

De acuerdo con el artículo Notas sobre el Desarrollo Estabilizador, escrito por Carlos Tello y publicado en el cuadernillo Economía Informa (julio del 2010), elaborado por la Facultad de Economía de la UNAM, ya en otros períodos México había registrado tasas de crecimiento relativamente aceleradas:

Durante veinte años, entre 1935 y 1953, el PIB per cápita, en términos reales, creció en promedio a una tasa anual de más de 3%. Pero ese crecimiento económico estuvo acompañado, en algunos años, por presiones inflacionarias. En cambio, de 1954 a 1970, el crecimiento promedio anual de dicho indicador, fue de 3.4%, el cual se logró con estabilidad de los precios internos, de ahí el nombre de Desarrollo Estabilizador.

Ya en la administración de Echeverría, quien falleció el pasado 8 de julio a los 100 años, los principales motores del Desarrollo Estabilizador comenzaron a averiarse: la reforma agraria, la política de sustitución de importaciones, la demanda externa, así como el gasto público. Mientras que al mismo tiempo era necesaria una redistribución del ingreso y las tensiones sociales aumentaban, según David Ibarra, en su estudio El perfil de México.

Según datos oficiales, después de dos décadas de crecimiento en el sector agrícola fue de 4% anual 1955 a 1965  y pasó a 2.1% para el periodo de 1965 a 1970, marcando el inicio de una crisis en el sector. Otro dato, según una encuesta realizada por el Banco de México (Banxico) en 1968 mostraba que el 85% de la población contaba con 50% del ingreso nacional mientras que la otra mitad lo detentaba el 15% de las familias.      

La industrialización trajo de la mano a la desigualdad.

De acuerdo con Rolando Cordera Campos, en 1940, dos de cada tres mexicanos vivían en localidades de menos de dos mil 500 habitantes. En todo el país existían 105 mil localidades rurales, mientras que a lo largo del territorio nacional existan 55 ciudades de 15 mil o más habitantes.

En contraste, en 1970 el desarrollo urbano e industrial iniciado cuarenta años atrás se expresaban en las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey que eran los principales núcleos urbanos del país.

La respuesta de Echeverría, en gran medida, fueron los programas gubernamentales de atención a la pobreza.

“Los años de crecimiento sostenido, al no contar con una adecuada planeación urbana y con un desarrollo rural que fuera a la par de la urbanización, fueron también años de profundización de los desequilibrios regionales. Estos síntomas de las insuficiencias del modelo de desarrollo para garantizar mínimos de bienestar a todos los mexicanos, llevaron al Estado a formular los primeros programas de atención a grupos-objetivo, en lo que constituye el inicio de la experiencia mexicana reciente en el combate a la pobreza”, acotó Cordera en su artículo La política social moderna: Evolución y perspectivas.

Echeverría implementó en 1971, programas sectoriales como el de Caminos de Mano de Obra, que más adelante se denominaría simplemente Obras Rurales; el de Unidades de Riego para el Desarrollo Rural, y el de Atención a las Zonas Áridas e Indígenas. En 1973 se creó el Programa de Inversiones Públicas para el Desarrollo Rural (Pider), que en 1980 se redefiniría como un Programa Integral para el Desarrollo Rural.

Pero todo programa social requiere recursos del estado, además de que la administración pública se hizo más grande: Entre 1970 y 1976 el número de empleados en el gobierno federal se elevó de 826 mil a un millón 315 mil. Al tiempo que el déficit público pasó del 2.5% como proporción del PIB en 1971 a 9.3% en 1975.

Eso no es todo, su sexenio empezó con una inflación de 4.69% y concluyó con una tasa de 27.20%. La deuda externa se incrementó de 4 mil 262 millones de dólares, a 19 mil 600 millones de dólares, esto es un 360% y pasó a representar el 35.32% del PIB. No se diga el tipo de cambio que pasó de 12.50 a los 20 pesos por dólar ya en flotación libre. Todo en un contexto de crisis económica internacional provocada por la escasez del petróleo.

Pero también por la obsesión de Echeverría por el crecimiento económico, lo cual creó enfrentamiento con su primer secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP) Hugo B. Margáin.

Ya iniciado el gobierno de Luis Echeverría, el encargado de las finanzas públicas se reunió con representantes de diversos sectores sociales, refiriéndose a los momentos en que se encontraba el país:

“Desequilibrio presupuestal, creciente endeudamiento en el exterior, desnivel permanente y en aumento de la balanza comercial, junto a otros factores negativos como el contrabando, la alcabala y la corrupción, no podemos aceptar que sea el cuadro sobre el cual se programe una política financiera conveniente”, advirtió.

Según la misma SHCP, sobre la política fiscal, Margáin precisó que la rectificación que ahora se trata de dar al desarrollo financiero general, consistente en disminuir el incremento de los endeudamientos del exterior y aumentar el ahorro interno “que nos produce enorme cantidad de beneficios, mayor ocupación, mayor producción de bienes y servicios dentro del país y menor dependencia del crédito externo”.

Echeverría difirió y Margáin renunció en 1973 y  fue destituido por José López Portillo, quien se sentaría en la silla presidencial de 1976 a 1982, después de Echeverría.

En una entrevista publicada en Proceso (Edición 36) publicada el 7 de julio de 1977, el corresponsal le preguntó a Margáin, en el contexto de una conferencia en la Universidad de Georgetown:

--¿Hubo errores administrativos en el sexenio pasado? –refiriéndose al sexenio de Echeverría.

--Muy serios. Eso se tiene que estudiar con objetividad y todo esto dejar una buena lección porque la historia de nuestro país es una historia de responsabilidades, de méritos y de defectos, como humanos que somos.

Entonces los técnicos están estudiando qué es lo que hicimos en el sexenio pasado para no volver a repetir los errores. —Contestó el funcionario.

En aquella entrevista, el exsecretario de Hacienda aseguró que la crisis económica se vino formando en México de varios años, porque esto no se puede realizar en un periodo corto de tiempo, pero obedece también a factores internos y factores externos.

 “Hay que reconocer que hubo una inflación mundial y como nosotros somos un país que compramos maquinaria y producimos en el exterior, todo empezó a subir de precio y ya eso hizo que nuestra balanza se desequilibrara aún más. Este fenómeno inflacionario mundial afectó a la economía mexicana”, explicó.

Matizó que “nosotros también tuvimos adversidades” como las malas cosechas que nos obligó a traer miles de millones de granos del exterior. Entonces la falta de productividad en el campo, la inflación internacional, el gasto corriente que se aumentó en México, las obras de infraestructura realizadas por el gobierno pasado en gran escala, “todo eso pesó en el déficit”, caviló.

Sin embargo, Echeverría ya había tomado la decisión:

“Un signo ominoso de lo que vendría fue la destitución del prudente secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin, y la declaración del presidente en el sentido de que en adelante las finanzas se manejarían ‘desde Los Pinos’”, señaló Eduardo Turrent, en el libro Autonomía de la banca central en México: Una visión histórica.

Echeverría tildó a Margáin como “funcionario obsoleto”.

En suma, Turrent, historiador de las finanzas y política monetaria del país, concluyó en esa obra:

“Se encontraba en gestación una crisis de balanza de pagos y cambiaria de grandes dimensiones. Se empezó a contratar empréstitos externos ya no para financiar proyectos de inversión y gasto público sino para financiar las fugas de capital que alentaba un precio del dólar visiblemente apreciado”.

 “La devaluación, que se anunció el 1º de septiembre de 1976, fue como una lápida sobre la posibilidad de reivindicación histórica del presidente Echeverría. En suma, la devaluación fue el hachazo final que marcó, como un epitafio, el desprestigio de aquella administración”, remató.

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