Guerra Ucrania-Rusia
Guerra en Ucrania: un conflicto que ha redefinido el deporte mundial
Las sanciones dictadas originalmente por la violación de la tregua olímpica cuando se iniciaron las hostilidades hace tres años han borrado del mapa competitivo a una potencia del deporte como es Rusia.Las hostilidades en curso entre Rusia y Ucrania han dejado una infraestructura deportiva destruida, obligando a los atletas ucranianos a peregrinar por el mundo en busca de sitios (y solidaridad) para entrenar, pero eso también ha derivado en una multiplicación a mayor escala de la presión para mantener el veto a los competidores rusos, que parece cada vez más frágil.
Ucrania suspendió todas sus actividades deportivas cuando comenzó la invasión, pero ha reanudado paulatinamente algunas de ellas.
La liga de futbol, por ejemplo, comenzó a disputarse de nuevo seis meses después del inicio de la guerra, pero solo en estadios con búnkeres cercanos, y en la mayoría de los casos sin sus refuerzos extranjeros, muchos de los cuales abandonaron el país apenas se desataron los bombardeos.
El futbol mantiene su actividad a pesar de los riesgos
Luego de tres años, el fútbol sigue siendo un remanso para los ucranianos en medio de la incertidumbre y la violencia. No solo se juega la liga doméstica, sino que la selección incluso se clasificó a la Euro 2024 y a los Juegos Olímpicos, jugando sus partidos clasificatorios de local fuera del país.
Los clubes participan también en las competiciones europeas, con algunos resultados destacados como la victoria del Shakhtar Donetsk sobre el Barcelona en la fase de grupos de la pasada UEFA Champions League, en partido jugado en Hamburgo.
La FIFA y la UEFA estuvieron entre los primeros organismos deportivos que reaccionaron tras el comienzo de las hostilidades, al aplicar las sanciones emitidas por el Comité Olímpico Internacional.
Estos organismos suspendieron a las selecciones y clubes rusos de todas sus competiciones, lo que significó para la selección masculina quedar fuera de los playoffs en la ruta clasificatoria a la Copa del Mundo de Qatar 2022, y para la femenina ser excluida de la Euro de Inglaterra 2022.
La medida implicó también quitar la sede de la final de la Champions a San Petersburgo, y trasladarla a París y romper un acuerdo de patrocinio con el gigante energético ruso Gazprom.
El goleador histórico de la selección ucraniana Andrei Shevchenko, hoy presidente de la Federación de Fútbol de ese país, exhibió en Múnich durante la Euro 2024 un trozo devastado de una gradería del estadio de Jarkiv, que fue a su vez sede de este torneo europeo en 2012, como un recordatorio del estado al que han quedado reducidas las instalaciones deportivas como consecuencia de la guerra.
Con todo y los calendarios en marcha, la precariedad sigue siendo la realidad del fútbol ucraniano. El director ejecutivo del Shakhtar, Sergey Palkin, acusó recientemente a la FIFA de haber mantenido las puertas cerradas para su país, en declaraciones al diario inglés 'The Guardian'.
“Necesitamos crear algún tipo de fondo para el fútbol ucraniano y el principal donante debería ser la FIFA. Deberían apoyarnos porque tenemos mucha infraestructura destruida y una mala situación económica en la industria. Es difícil sobrevivir en estas condiciones, y es extraño que ignoren por completo lo que está sucediendo en Ucrania”, lamentó Palkin.
En 2023, el Shakhtar demandó una compensación de 42 millones de dólares de la FIFA, por su decisión de permitir la suspensión de contratos de técnicos y jugadores extranjeros, como una medida de emergencia debido a la guerra, pero el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) falló en su contra. Ocho clubes rusos introdujeron un recurso similar por separado, pero el TAS también lo desestimó.
El apretón ausente: el sello de la discordia
Las sanciones contra competidores rusos y bielorrusos se flexibilizaron en marzo de 2023, cuando se creó la figura de los Atletas Neutrales Individuales, de cara al inicio de la ruta clasificatoria para los Juegos Olímpicos de París 2024.
Deportes como el tenis habían puesto en práctica una modalidad similar, sin representación nacional, que permitió que figuras como Daniil Medvedev y Aryna Sabalenka pudieran seguir compitiendo a pesar de las sanciones.
Otros, como el judo y la esgrima, abrieron las puertas después de la decisión del Comité Olímpico Internacional (COI), y eso trajo como consecuencia escenas como las que ya se habían vivido en el tenis, donde los jugadores ucranianos se niegan a estrechar manos con sus rivales rusos o bielorrusos al final de los partidos.
Olga Kharlan, una leyenda viviente del sable, seis veces campeona mundial y la atleta olímpica más ganadora de todos los tiempos en Ucrania, fue descalificada del Mundial de Esgrima de 2023 por sostener una posición similar, cuando se negó a darle la mano a Anna Smirnova después de derrotarla, y en su lugar le mostró su arma, como una forma de marcar distancia.
La decisión de la Federación Internacional de Esgrima (FIE) trajo una tormenta institucional, porque Kharlan renunció a su posición como representante de los atletas ante la junta directiva de la entidad, y el presidente del COI, Thomas Bach, intercedió a su favor al dictar una medida de clasificación olímpica por vía excepcional, como una manera de compensar el hecho de que la FIE la había privado de un escenario ideal para lugar el cupo a París.
La guerra ha agravado otros conflictos en el deporte olímpico, como el divorcio entre el COI y la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), una entidad presidida por un ruso, Umar Kremlev, quien permitió que sus compatriotas desfilaran con bandera y en representación de su país en el Mundial de Nueva Delhi, desafiando la prohibición de los símbolos por parte del ente olímpico.
Un voto de silencio que no es para todos
Una de las condiciones para permitir la autorización de competir como Atleta Neutral Individual es no haberse pronunciado nunca a favor de la guerra. En contraste, los atletas ucranianos han llevado su activismo a niveles nunca antes vistos en el escenario olímpico.
Al ser consultada sobre la ausencia de la rusa Maria Lasitskene, campeona mundial de salto alto vigente para el momento del Mundial de Oregon 2022, la ucraniana Yaroslava Mahuchikh respondió que “no hay lugar para los asesinos rusos” en el atletismo.
Mahuchikh venía de una terrible travesía desde su Dnipro natal hasta Belgrado, para competir en el Mundial de Atletismo Bajo Techo, conduciendo tres días literalmente bajo fuego.
El sufrimiento ha sido el denominador común para muchos atletas ucranianos en medio de la guerra. Luego de su victoria sobre la rusa Veronika Kudermetova en las semifinales del Abierto de Italia en 2023, la tenista Anhelina Kalinina relató que sus abuelos habían estado cerca de morir en un bombardeo mientras ella jugaba.
Kharlan y Mahichikh han sido dos de las atletas que más crudamente han llevado el mensaje de su país al escenario deportivo. Ambas dedicaron sus medallas de París 2024 a los casi 500 deportistas y entrenadores muertos en la guerra, de acuerdo con las autoridades ucranianas.
La lista incluye al pesista Oleksandr Pielieshenko, que participó en Río 2016, al boxeador Maksym Halinichev, medallista de plata en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018, ambos muertos en batalla, y, entre otros, a la gimnasta Kateryna Diachenko, de 11 años, alcanzada por un ataque en Mariúpol.
Además, se cree que unos 4.000 atletas y entrenadores están actualmente sirviendo en el frente de batalla. Grandes figuras se han sumado al combate, como el boxeador Oleksandr Usyk, que formó parte de las defensas territoriales de Kiev, y otros, como el delantero del Arsenal Oleksandr Zinchenko, se han declarado dispuestos a enrolarse en caso de ser convocados para pelear.
Una infraestructura reducida a escombros
Cinco meses después de iniciada la guerra, el presidente Volodímir Zelenski reportó al titular del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, que cientos de miles de atletas habían quedado sin un lugar donde entrenar, como consecuencia de la destrucción de centenares de instalaciones deportivas.
Luego de tres años, el ministerio de Juventud y Deportes de ese país detalló que eran más de 500 los escenarios afectados, una lista que incluye 77 estadios, 52 complejos deportivos, 102 escuelas, 174 gimnasios y 15 piscinas, entre otros.
Járkiv ha sido la región que ha sufrido el mayor impacto, con 163 instalaciones destruidas, seguida por Luhansk (95), Donetsk (72) y Jersón (79).
Eso ha obligado a los atletas a entrenar en condiciones de riesgo o desplazarse a centros de preparación en países como Polonia, Alemania, Albania o Estados Unidos, que les han permitido acceso a instalaciones e incluso becas de estudios.
A los Juegos Olímpicos de París 2024, Ucrania se presentó con su representación más pequeña desde que compite como país independiente y no como parte de la extinta Unión Soviética: 140 atletas.
Sumó 12 medallas, la segunda cosecha más exigua, apenas mejor que las 11 de Río 2016, pero escaló en la clasificación, porque tres de esas preseas fueron oros: la del equipo de sable encabezado por Kharlan, la de Mahuchikh y la del boxeador Oleksandr Khyzhniak.
Autor: Eumar Esaá