Futbol
Sueño con dirigir la selección nacional de mi país: Efraín Juárez
El entrenador mexicano recibió a Proceso en Medellín y habló de su espectacular debut como entrenador titular del Atlético Nacional, de sus controversias por las efusivas celebraciones de sus triunfos, de las críticas con que fue recibido y, también, de su futuro.MEDELLÍN, Col. (Proceso).- El director técnico del Atlético Nacional de Medellín, el mexicano Efraín Juárez, culminará este domingo una exitosa campaña que está a punto de cerrar con broche de oro: ya llevó a su equipo a obtener el título de Copa del futbol colombiano y en cuestión de horas espera coronarlo, también, como campeón de Liga.
Nada mal para un técnico de 36 años de edad que hizo su debut como entrenador titular de un equipo hace apenas cuatro meses, precisamente con el Atlético Nacional, el club más popular de Colombia y uno de los grandes conjuntos del futbol sudamericano, con dos copas Libertadores en su historia.
Más allá del resultado de la final de Liga de este domingo, en la que el Nacional recibirá en su casa al Deportes Tolima, tras un empate a un gol en el partido de ida, Juárez ya demostró que es un director técnico con liderazgo, personalidad, conocimiento táctico, visión estratégica, vocación ofensiva y con talento para gestionar un equipo grande y plagado de estrellas.
“Es algo que disfruto, porque siempre quise tener una responsabilidad así, como esta, que es gigante, con equipo como el Atlético Nacional, que tiene 20 millones de aficionados”, dice Juárez en una entrevista con Proceso en la enorme sede deportiva del Nacional en Guarne, en las inmediaciones de Medellín.
Allí, los jugadores y el cuerpo técnico ultiman los preparativos para el partido de este domingo, en el que esperan obtener el título de Liga tras ganar la Copa hace una semana y convertirse, así, en campeones por partida doble del torneo del segundo semestre de 2024.
De acuerdo con Juárez, sería la culminación perfecta de su primera temporada como director técnico titular de un equipo. Y sería, también, una buena manera de comenzar a cosechar los frutos de muchos años de trabajo.
“Es una culminación de un esfuerzo de veintitantos años, ésa es la realidad, porque yo no soy técnico desde hace cuatro meses (cuando llegó al Nacional), soy técnico desde que empecé a jugar al futbol, y detrás de eso hay muchos sacrificios, no sólo míos, también de mi familia, de mis papás, que siempre me apoyaron para cumplir mi sueño de ser futbolista”, asegura.
En 2005 fue campeón con la selección mexicana en el Mundial Sub-17 en Perú, donde su actuación como volante atrajo la atención de varios equipos. Durante los siguientes 14 años jugó en México, Europa, Canadá y Noruega.
En el país nórdico se retiró como futbolista en 2019 para ser asistente técnico del entrenador noruego Ronny Deila, con quien estuvo en el New York City de la Major League Soccer (MLS) de Estados Unidos y en los clubes belgas Standard de Lieja y Brujas, siempre como segundo de a bordo.
Este año decidió que era hora de emprender un rumbo propio y en agosto pasado, de manera sorpresiva, fue contratado como director técnico del Atlético Nacional de Medellín. Su falta de experiencia como entrenador titular hizo que tanto los aficionados como la crítica deportiva lo recibieran con reservas.
“Hubo muchísimas dudas, críticas, cuestionamientos hacia mi persona, hacia mi capacidad profesional —recuerda Efraín—, pero todo esto es parte del futbol, y más allá de decir ‘pobrecito de mí’, eso a mí me daba muchas más fuerzas para salir adelante, porque yo sí quería demostrar; demostrar, no callar bocas, que estaba muy bien preparado para este reto”.
Lo cierto es que varios comentaristas deportivos colombianos coinciden en que, con sus resultados —14 triunfos, 8 empates, cinco derrotas, un título de Copa y la expectativa de coronarse este domingo campeón de Liga—, el técnico mexicano “calló muchas bocas” que al principio dudaron de sus capacidades.
Hoy, Juárez se proyecta un buen tiempo más en el Atlético Nacional de Medellín, donde tiene un contrato de dos años y tiene, además, algo más importante que se ganó a pulso: el cariño y el respeto de la hinchada y de los jugadores. Aunque sabe, desde luego, que “esta es una industria en la que todo depende de los resultados y en la que eres tan bueno o malo como el marcador del partido pasado”.
Luego del Atlético Nacional, quiere dirigir en el futbol europeo. “Me encantaría”, señala. Y no descarta incursionar también en el futbol mexicano, como entrenador de un equipo y, en el futuro, de la selección nacional.
“Claro que es un sueño que tengo en mi cabeza, pero vamos paso a paso —dice—. Mi presente, hoy, es Atlético Nacional. Pero sí te puede decir que (la selección mexicana) no es algo que veo a corto plazo. Ahora tiene un técnico de muchísima calidad, como Javier Aguirre, de mucha experiencia, que aparte es mi mentor, es mi amigo y lo respeto y lo quiero muchísimo. La selección está en muy buenas manos, y después, en el futuro, veremos qué pasa”.
Avalado por los números
El arranque de Juárez fue descollante. Su equipo obtuvo siete triunfos en los primeros 10 partidos que dirigió, con dos empates y una sola derrota. La afición del Nacional pronto le dio el visto bueno y el afecto, mientras que los jugadores, entre ellos varios seleccionados nacionales y figuras con fogueo en Europa, apreciaron en pocas semanas su liderazgo, su manejo del grupo y las orientaciones tácticas que despliega en la cancha.
“Somos una familia”, repite Juárez en las ruedas de prensa.
El técnico mexicano, quien fue seleccionado nacional en su país, recuerda que, aun cuando el equipo comenzó a obtener triunfos importantes bajo su dirección, muchos de sus críticos decían que sólo se trataba “de un en envión”, de un impulso inicial que, tarde o temprano, rebotaría a la baja.
“Eso decían, que era un envión, y yo escuchaba —relata—, pero los enviones duran tres o cuatro partidos, y lo que estábamos haciendo ya no era un envión. Eso es parte de las polémicas del futbol, de la sociedad en la que vivimos y de la naturaleza humana. El filósofo griego Tales de Mileto decía: ‘Lo más difícil del ser humano es conocerse, pero lo más fácil del ser humano es hablar de los demás’”.
—¿Usted se sintió muy presionado por las críticas? —se le pregunta a Juárez.
—No, al contrario, al contrario, más me motivaban. Yo quería llegar todos los días (a la sede deportiva del Nacional en Guarne) y trabajar más y más y más para que el equipo el domingo diera el resultado y jugara bien al futbol.
Dice que él se repetía que el Nacional debía ser siempre protagonista y jugar un futbol ofensivo, siempre avanzando hacia el arco rival.
“Yo me decía, es que somos Atlético Nacional y somos el equipo más grande. ¡Y así tiene que jugar un equipo grande, carajo! Eso pasaba por mi cabeza y ése era mi objetivo, y todos los días me despertaba diciendo ‘eso que dije lo voy a cumplir, lo voy a cumplir’”.
Y Efraín lo cumplió, pero el pasado 17 de noviembre, justo el día en que clasificó al Nacional a la final de Copa, lo alcanzó otra polémica que nada tuvo que ver con el desempeño de su equipo en la cancha de juego.
Ese día, el técnico mexicano celebró efusivamente el pase de su equipo a la final de Copa parado frente a una tribuna repleta de aficionados del archirrival del Nacional, el Deportivo Independiente Medellín (DIM), al que había eliminado.
Futbol y política, una mezcla explosiva
Por esa celebración, con los puños cerrados y saltando de gusto, una inspectora de policía de Medellín le aplicó a Juárez como sanción una prohibición de tres años para ingresar a cualquier estadio de Colombia y una multa de seis mil dólares. El cargo: “Incitación a la violencia”.
Gran parte de los comentaristas deportivos consideró que la sanción era excesiva, pero que Juárez había incurrido en un acto de provocación a la hinchada del DIM en un contexto en el que la violencia en los estados de futbol ha tenido bochornosos episodios en Medellín, y en Colombia en general.
—¿Se ha sentido injustamente tratado? —se le pregunta.
—Pues sí —señala—, creo que esto sí ha sido injusto, porque se me ha condenado, se me ha criticado y se me ha juzgado como persona, más allá del entrenador. Como entrenador, uno debe estar abierto a las críticas por el desempeño profesional, pero en esta circunstancia se me ha criticado en lo personal, se me ha llamado ‘barbaján’, ‘maleducado’, ‘irrespetuoso’ y ‘provocador’. Y eso no lo puedo aceptar, porque yo no soy eso, y ahí es donde creo hay una injusticia.
Juárez sostiene que nunca quiso provocar a la hinchada del DIM, sino celebrar con los directivos del Nacional, que estaban en el palco hacia el cual él dirigió su festejo. Varios aficionados saltaron al terreno de juego para agredir al entrenador, lo que obligó a la policía a intervenir.
Pero luego de que Juárez ofreciera una rueda de prensa para referirse al partido, y en la que pidió disculpas si algún aficionado se sintió ofendido, un coronel de la policía lo abordó y le dijo que lo tenía que acompañar.
“Lo triste fue cómo me sacó de la conferencia de prensa la policía —señala—. Fue un show, fue meramente un show, porque sabemos que me sacaron casi como criminal, por festejar. La policía hace su trabajo, pero había gente ahí que movía por debajo cosas, para provocar y para ponerme en el aparador, como si yo hubiera hecho algo malo”.
El presidente del DIM era entonces el político derechista y exalcalde a la alcaldía de Medellín Juan Camilo Restrepo, quien renunció al equipo el lunes pasado tras una mala temporada.
Para Juárez, el fondo del asunto era “que los habíamos eliminado (al DIM), y a lo mejor querían tapar sus fracasos cambiando la narrativa a que yo era el malo. Y se los dije en la conferencia de prensa: si quiere encontrar un culpable por sus fracasos y soy yo, no tengo problema, porque yo lo único que he venido a hacer a este país es a trabajar honestamente, a entregarme al 100 por ciento, y pelear por mi equipo, el Atlético Nacional”.
El club cerró filas con su técnico y apeló la sanción, lo que la dejó temporalmente sin efecto. Medellín es una ciudad muy unida, emprendedora y vanguardista, pero cuando se trata de futbol se divide entre los hinchas del Nacional y los del DIM, como ocurre en Monterrey con los seguidores de los Rayados y de la UANL, o en Guadalajara, con los de las Chivas y los del Atlas. Por tratarse de un asunto que mueve masas, la polémica con Juárez no tardó en saltar al terreno político.
No sólo porque el político Juan Camilo Restrepo era el presidente del DIM, sino porque el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, deploró la sanción contra el técnico mexicano, dijo que era “desproporcionada” y afirmó que a la inspectora de policía que le impuso el castigo “solo le faltó expulsarlo (a Juárez) de la ciudad”.
Los inspectores de policía de Medellín incluso realizaron una marcha para protestar contra de las declaraciones del alcalde, y con el argumento de que es precisamente el gobierno municipal el que debe resolver la apelación presentada por el Nacional contra la sanción, demandaron ante la Procuraduría que sea otra autoridad la que dictamine en segunda instancia.
El pasado lunes, la Procuraduría aceptó recusar (apartar del caso) al secretario de Seguridad de Medellín, Manuel Villa, quien debía resolver la apelación, y ordenó al presidente colombiano Gustavo Petro designar un alcalde ad hoc en Medellín para evaluar en segunda instancia la sanción contra Juárez.
Al técnico mexicano le parece que es absurdo que el presidente Petro haya sido involucrado en este caso porque él “debe tener millones de cosas más importantes que resolver”.
El pasado viernes, la misma Procuraduría dio marcha atrás en su decisión y señaló en un nuevo fallo que puede ser el secretario de Seguridad de Medellín quien resuelva la apelación del Nacional y que no es necesario que Petro designe un alcalde ad hoc para este caso.
—¿Qué sensación le queda de toda esta polémica? —se le pregunta a Juárez.
—Esas circunstancias me han hecho crecer, porque hay que tener también el temple para no engancharse en esas polémicas, para seguir concentrado. Lo más importante es lo que haga dentro de la cancha, con mis jugadores, con mi club, para darle satisfacciones a nuestra afición. Entonces hay que tomar esto como parte del espectáculo que rodea al futbol y como circunstancias que acaban por endurecerte más la piel.
A muerte con el Nacional
Cuando Juárez asumió el mando del Nacional, en reemplazo del técnico uruguayo Pablo Repetto, el equipo había tenido un arranque de temporada muy irregular que no convencía ni a los aficionados ni a la nueva directiva encabezada por el presidente, Sebastián Arango, y el director deportivo, Gustavo Fermani. Ellos fueron quienes apostaron por el técnico mexicano.
Juárez dice que Arango y Fermani creyeron en él, fueron valientes y que eso es de admirarse.
“Era brava esa decisión —plantea— y ellos, como directivos de un club como el Nacional, tuvieron el valor de poner un técnico sin experiencia, como yo, y joven, porque tengo 36 años. Yo siempre los bromeo y les digo ‘híjole, qué difícil haber estado en sus zapatos’. Pero se la jugaron conmigo, se la jugaron”.
Y este riesgo que corrieron, afirma, es algo que trasciende por mucho al futbol porque habla de una actitud humana frente a la vida.
“Hay gente que va de frente, que arriesga, y veces gana, a veces pierde. Pero lo importante es ir de frente con todo, hasta donde tope”, asegura en lo que parece una descripción de sí mismo.
Efraín es así, frentero y arriesgado, pero también metódico y visionario. Así es en la vida y en el campo de juego. Ése es el sello que ha imprimido al Nacional, un equipo cuyo paradigma táctico es: todos atacan y todos defienden, como la Naranja Mecánica de Johan Cruyff en los 70 y 80.
El exseleccionado mexicano y exjugador de Pumas, América y Monterrey, sostuvo varias entrevistas virtuales con Arango y Fermani. A ambos les llamó la atención la convicción con que hablaba. Había muchos otros candidatos, con experiencia y nombre, pero ellos optaron por Efraín Juárez.
—¿Qué cree usted que los terminó de convencer para que lo contrataran? —se le pregunta al técnico mexicano.
—Primero, el ser humano que soy, con principios y valores que son innegociables ante cualquier circunstancia. Y me parece que también vieron que no le tengo miedo a nada. Lo único seguro en la vida es la muerte, y no le tengo miedo porque a todos nos va a tocar. Cuando no le tienes miedo a la muerte vas a hacer todo lo humanamente posible para conseguir tus objetivos. Y así se los dije (a Arango y Fermani) “yo soy un tipo que va a ir a muerte con este equipo”.
—¿Y cuál diría usted que es su principal característica como entrenador?
—Que soy un tipo atrevido —asegura— con un solo interés, que es el equipo. Jugué la final de ida (contra el Tolima, el pasado miércoles) y saqué a cinco titulares porque veníamos con una carga física bastante importante. Bueno, yo no tengo titulares, pero saqué a cinco que venían jugando habitualmente, porque yo no tengo compromisos, y hago valer eso por el bien del equipo, nunca por interés personal.
Efraín asumió su llegada al Nacional como un torero que se enfrentará a un miura de 600 kilos, “un toro gigante que hay que ver a los ojos, y enfrentarlo con valor, hasta donde tope, y si te da una cornada, pues ya está, que te lleven al hospital y que te cosan y a seguir adelante”.
“Así —señala— es como entiendo yo la vida, y así la vivo”.