Neige Sinno

La chispa del zapatismo, detrás de Neige Sinno y su “Triste tigre”

La escritora francesa, actualmente radicada en Michoacán, ve aparecer en español la historia que sacudió al lector galo: el abuso sexual sufrido por su padrastro en su infancia. Cuenta a Proceso cómo en un encuentro de mujeres zapatistas obtuvo la fuerza para narrarla.
domingo, 6 de octubre de 2024 · 07:00

QUERÉTARO, QRO (Proceso).– En Triste tigre, el libro con el cual Neige Sinno quien irrumpió en la literatura francesa el año pasado y se tradujo ahora al español, pone en tela de juicio el abuso infantil desde una mirada muy particular, revela a Proceso que nació inspirado por la fuerza del zapatismo a través del histórico Encuentro de Mujeres que Luchan de 2018.

La autora francesa ha vivido al menos una década en México, y Triste Tigre recibió elogios en el país galo. Primero entre los libreros, quienes lo recomendaron a sus lectores, y aunque el proceso fue un tanto lento debido a la dificultad para digerir el tema, tocó fibras hasta llegar a a ser un best seller. Obtuvo los galardones Fémina Proze 2023 y el Literaire Le Monde 2024.

Ahora la obra busca su lugar en México, editada por Anagrama en la colección Panorama de Narrativas y con traducción de la misma autora. Considerada un híbrido de géneros, para muchos inclasificable, incluso por la misma Sinno, que lo situó como “un ensayo con toques autobiográficos y ciertos elementos de novela”.

Toca el tema del abuso sexual infantil basado en su historia personal, la que vivió durante siete años (de los 7 a los 14 años) inflingida por su padrastro y vista desde su punto de vista también como un incesto.

Con narración en primera persona, enfocándose en la mente y sentir del violador en sus primeras páginas, para luego dar paso al mundo y los cuestionamientos que se puede hacer un niño o adolescente que pasa por un abuso, Triste tigre es, a decir de la autora, un “salto de fe”.

En español perfecto, con una playera blanca y chamarra verde oscura, jeans y botas, la autora de ojos verdes dijo a Proceso en el marco del Hay Festival Querétaro que entiende muy bien que la gente dude en abrir la primera página del libro:

 “Este libro fue rechazado en sus inicios por las mismas editoriales en Francia, incluso recuerdo que cuando mi editor me dijo que por fin saldría llegaría a moverse de manera moderada. Fueron los libreros los que recomendaron a sus lectores, y éstos en un ejercicio de boca a boca empujaron el libro. El tema no es fácil con solo mencionarlo, y lo entiendo, es romper una cierta barrera, pero una vez rota se puede llegar a lugares insospechados”.

Con franqueza, Sinno, autora de los cuentos cortos La vida de las ratas (2007) y la novela El camión(2018), quien ha vivido en los últimos años en Pátzcuaro, Michoacán, dijo sobre su experiencia y la no victimización sobre el tema:

“Es difícil entender que una de cada diez personas ha vivido un abuso sexual, pero es más complicado no hablar de ello porque el silencio es una extensión de esa violencia. Muchas veces lo que más duele es eso, el silencio. Tampoco puedo decir que estoy ‘sanando’ con el libro como otras personas hacen con un tema así, aquí no hay victimización, ni la literatura me ha ayudado a sanar, simplemente se tenía que contar.

“Me costó hablar y señalar a mi agresor veinte años después (su madre no supo hasta entonces) y he tomado terapias, a pesar de ello no creo que lo vaya a superar del todo, así que decidí ver qué podía hacer desde las letras. Este libro está escrito desde la subjetividad, porque no se necesita ser un sociólogo o especialista para revisar nuestras ideas y entender todo lo que significa proteger a un niño”.

La escritora, con estudios en literatura, encontró la fuerza para Triste tigre en el movimiento zapatista (que este 1 de enero cumplió tres décadas), sumado a los feminismos que se viven en los últimos años en México:

“Tendría que contarte muchas cosas del origen, pero puedo decirte que  vivo en una zona rural de Pátzcuaro, estudié y di clases en la UNAM y soy madre de una niña de doce años. Con todas las inquietudes que cada una de estas situaciones me generaba, comencé a tener conversaciones con amigas, y en paralelo en círculos de activistas políticos, fui a Chiapas al Encuentro de Mujeres que Luchan de 2018 y luego a uno posterior en 2020, donde hubieron unas cinco mil mujeres reunidas. Con tantas historias, contextos y conversaciones ni siquiera piensas en etiquetas de ‘soy profesora’, ‘académica’, ‘feminista’ o lo que sea, sino en la humildad y el respeto por escuchar la historia de otras.

“Esas conversaciones me nutrieron como ser humano y se metieron en mis proyectos y trabajos, el libro mismo está escrito como una conversación de cosas que hubiera dicho en esos círculos seguros, además de tener otra fuerza, la de los feminismos que se han vivido en México desde hace años, que en un sentido básico tienen como intención cambiar ciertas cosas del mundo. Sabemos que no será posible en este momento exacto, pero por lo menos abren puertas a nuevas posibilidades”.

La escritora, en el Hay Festival. Foto: Niza Rivera

Para Sinno no se trata de un libro de amargura, a su decir tiene elementos muy “luminosos”, como la fuerza del diálogo, la confrontación de los miedos, la plenitud de conciencia, la elección de decisiones, además de hacer énfasis en el momento justo en que un ser humano decide hacer o no algo.

Sobre esto último, y durante la conferencia pública en el Hay Festival -donde sostuvo un diálogo con la joven escritora Elvira Liceaga (misma que se puede revivir en la plataforma de ese festival)-, Sinno abundó sobre un pensamiento que congeló al público en sus butacas:

“Hay una escena en el libro en donde reflexiono que estoy sola en mi cuarto con mi hija, y reflexiono en los pensamientos que me cruzan. Es normal y horrible pensar que si quisiera podria meter la mano en su calzón, y el hecho de reconocer esa idea, de atreverme a hablar en voz alta, es algo que muchas personas me han agradecido por haber escrito, porque reconocen la idea de ese pensamiento, pero no soy culpable tampooco por haberlo pensado…

“El abrirme a ese pensamiento donde percibo la vulnerabilidad y responsabilidad de proteger a un niño me hace más fuerte, el reconocer esa idea tan atroz me recuerda los límites y la idea primordial de protección. La idea central de esto es que quizá si me padre hubiera leído eso habría tenido otra visión, toda mi intención es hacer visible algo que nadie vio”.

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