Teatro/De este lado
Teatro/De este lado "Las dos Cassandras"
Las poderosas actuaciones de Vicky Araico y Majo Pérez dan vida a esta mujer múltiple. Desde el movimiento, la música, el ritmo y la profundidad en las interpretaciones, nos sumergimos en el universo femenino donde las mujeres buscamos nuestra propia verdad.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Una obra poderosa que elabora su propuesta con el texto y el teatro físico, mostrándonos no sólo lo tangible de la realidad sino el caos de los pensamientos que emergen ante un evento brutal: la muerte de la madre.
En Las dos Cassandras, de las autoras canadienses Amy Nostbakken y Norah Sadava, y dirigida por la primera en la Ciudad de México, nos adentra en esa sensación abismal de un suceso. No pretende emocionarnos demasiado ni hacernos llorar, aunque el hecho lo amerite y a los espectadores y espectadoras toque fibras sensibles. La intención es profundizar en la contradicción de sentimientos, en lo que somos y queremos o debemos ser, en esta dualidad que vive en nosotras; que es interna, pero en lo escénico se hace visible.
No es una Cassandra, sino varias interpretadas en esta puesta en escena por Vicky Araico y Majo Pérez que nos deslumbran e involucran. Una obra trepidante, sin descanso, y si bien se mantiene la intensidad, cambia la tesitura, el tema, el ritmo, la profundidad. Porque puede ir de lo más trivial a lo más complejo, de algo muy personal a algo social. Por eso resulta tan interesante esta incursión en el texto de lo real y los pensamientos, esa libertad con que las autoras van y vienen partiendo de un evento y ciertos momentos específicos: el hecho de ir a casa de su madre a escoger el vestido que le pondrán, la preparación del discurso que deberá pronunciar en el funeral, el haber perdido la voz, el no querer salir de la tina…
Alrededor de estas situaciones se inician las contradicciones o las evasiones: “Tengo que hacerlo pero no quiero, debo hacerlo pero cómo y desde donde hacerlo”. La secuencia de pensamientos arranca de lo real para irse y regresar; para hacernos sentir lo difícil que es el momento, pero sin decirlo; simplemente mostrarlo. Y las Cassandras van a la casa de su madre, pero antes de hacer a lo que van leen una revista, revisan el clóset, se distraen con cualquier otra actividad para postergar ese momento que el espectador sabe cuán doloroso puede ser.
Sólo hay una tina con la que se juega en el escenario. En ella se sumergen, o se colocan como si fuera un féretro, la mueven según lo necesitan o invitan a un par de espectadores para que lo hagan, generando rompimientos que dan un respiro a la obra. También cantan y bailan, realizan coreografías y se coordinan estupendamente no sólo en el baile sino en la dinámica de acciones veloces. Se agradece la manera en que ambas actrices se entienden en coordinación constante. Siempre están en movimiento, ya sea con temas triviales o más profundos. Y hasta los temas aparentemente superfluos tienen un subtexto, un por qué, un algo que decirnos.
Cassandra tiene que preparar el discurso y no sabe qué decir, o tiene mucho que decir pero no sabe si decir esto o lo otro de su madre; se cuestiona desde la honestidad; critica el tapete que todos pisaban en que se convirtió su madre o la fuerza con la que enfrentó la vida; la presión social que vivió y que también se la transmitió a ella. Cassandra se confunde y ya no sabe si habla de su madre o de ella misma, si quiere reivindicarla o cuestionarla, si quiere hablar o no. Por eso ha perdido la voz.
Las poderosas actuaciones de Vicky Araico y Majo Pérez dan vida a esta mujer múltiple. Desde el movimiento, la música, el ritmo y la profundidad en las interpretaciones, nos sumergimos en el universo femenino donde las mujeres buscamos nuestra propia verdad.
Las dos Cassandras es producida con el estímulo fiscal de Efiartes y la compañía que encabeza Vicky Araico, El ingenio del caldero. Se presenta de jueves a domingo en el Foro Lucerna.