Cultura
El caso de Jiménez Olvera, mexicana acusada de asesinato en EU, lo retoma la cineasta Gajá
“Vidas en la orilla”, que documenta la vida de Rosa Jiménez en la cárcel, el juicio de su liberación y cómo rehízo su vida, compite en la Sección de Documental Mexicano de la 23 edición del Festival Internacional de Cine de Morelia.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Rosa Estela Jiménez Olvera contaba con 17 años de edad cuando llegó a Austin, Texas, sin papeles, desde el municipio de Ecatepec, Estado de México.
En el 2003, a sus 20 años, estaba embarazada de siete meses cuando cuidaba a su propia hija de un año y a un bebé de 21 meses. El pequeño murió ahogado por tragar toallitas de papel y el condado de Travis la condenó a 99 años de cárcel por asesinato, cuando ella siempre sostuvo su inocencia, pero no pudo pagar la ayuda legal necesaria.
En 2021, a los 18 años de su encarcelamiento injusto, salió libre. La jueza de Austin, Karen Sage, concluyó que el caso de 2005 para condenar a Jiménez Olvera se basó en testimonios falsos o manipulados.
Organizaciones, jueces, especialistas médicos y el documental que Lucía Gajá Ferrer creó del caso, bajo el título Mi vida adentro (2007), demostraron los múltiples errores e irregularidades en el juicio. Y la realizadora otra vez tomó el caso con cámara en mano en 2018 y resultó el filme Vidas en la orilla (2025), en el que cuenta cómo vivía la inmigrante aún en la cárcel, luego grabó el juicio que le otorgó la salida de la prisión y después cómo estaba recuperando su libertad, e incluye a sus dos hijos, ya unos jóvenes, con pláticas sobre su mamá. El nuevo largometraje compite en la Sección de Documental Mexicano de la 23 edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), que se efectúa desde el 10 de octubre y finalizará el 19 del mismo mes.

En entrevista, la también realizadora de Batallas íntimas (2015), donde abordó el tema sobre violencia doméstica en cinco países, rememora que Mi vida adentro fue muy importante para “sacar a la luz” la situación de Jiménez Olvera:
“Ésa fue una película que reunió a personas que se conmovieron y les indignó el caso de Rosa. Y la forma de efectuar algo al respecto fue abogar por ella, y en este reciente documental se demuestra que su litigio había sido injusto y habían culpado a Rosa por algo que no había hecho. La habían sentenciado a noventa y nueve años de cárcel y estuvo 18 años encerrada.
“Empezamos a documentar una vez más el asunto de Rosa en 2011, después de todo un proceso para poder ayudarla y se requirió una nueva audiencia en ese mismo año. El juez de la audiencia solicitó que le hiciera un nuevo juicio y apeló la Suprema Corte de Justicia de Texas, y el caso es desestimado. En esa transición pedimos empezar a filmar otra vez, grabamos un poco de lo que estaba pasando en ese momento. Después de la no acción en relación a ella, se bajó el apoyo hacia Rosa”.
Sigue:
“Pero el abogado Bryce Benjet se quedó con ella, acompañándola pro bono. Él, con otras abogadas que se incorporaron después al caso, junto con Innocence Project, acompañaron su camino, y nosotros entramos un poco al juego de nuevo en 2018, porque fue cuando logramos, después de tiempo de enviar cartas a la prisión para que nos dejaran platicar con Rosa, que nos otorgaran el permiso. Por lo tanto, a partir de 2018 empezamos a visitarla cada tres meses. Nos dejaban una hora platicar con ella.
“Así fue como pudimos filmar Vidas en la orilla con muchas restricciones para poder entrar, con muy poco equipo, y ese limitante de tiempo. Era una hora y no más, pero pudimos grabar de 2018 a 2020 que llegó la pandemia, porque se acabaron las visitas a la prisión. Y pudimos de alguna manera hablar y retratar algo. Me interesaba mucho saber cómo estaba ella sobreviviendo ahí. Ya lo verán en la cinta cómo pudo seguir siendo Rosa. Era esa Rosa que habíamos conocido, pero con una fortaleza y una dignidad muy asombrosa, y me pareció importantísimo poder compartir eso”.
Gajá Ferrer, quien estudió Comunicación gráfica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y cinematografía en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (antes Centro Universitario de Estudios Cinematográficos), deseaba compartir la batalla de Jiménez Olvera dentro de la cárcel y al mismo tiempo registrar la relación con su hija e hijo:
“En la cinta traté de denunciar cómo estas injusticias rompen los lazos familiares. Les quitan lo que más les importa: la familia”.
Por ser mexicana
-Es fuerte cuando el padre del niño fallecido declara en el juicio sobre Jiménez Olvera que “a pesar de ser mexicana, es inteligente”.
-Si, eso lo incluimos en Mi vida dentro y lo volvimos a poner en Vidas en la orilla. Que sea mexicana, sin duda, tuvo absolutamente que ver con su sentencia. Sin embargo es importante mencionar que el equipo principal de abogados y abogadas de Rosa son estadounidenses. Si se lucha en contra de estas injusticias no es porque sea de su misma nacionalidad, sino porque es una persona que necesita saber que tiene derecho y acceso a la justicia.
Jiménez Olvera contaba con 20 años de edad y estaba embarazada de su hijo cuando fue apresada. En torno a que sus dos descendientes (Brenda y Emmanuel) igual son parte de la cinta, Gajá Ferrer cuenta que primero se le pidió permiso a su mamá, luego a la abuela de la chica y el chico, doña Rosa, quien radica en el Estado de México, y por supuesto a los padres que los adoptaron. Detalla:
“En el primer viaje que hicimos en 2018 para visitar a Rosa en la prisión y que pudimos filmarla, también fuimos con Brenda y Emanuel, en College Station, un pueblo a unas horas de la cárcel, y los conocimos. Brenda había visto Mi vida dentro y le pareció que había hecho un buen trabajo. Accedieron los dos a platicar. En ‘Vidas en la orilla’ hay momentos difíciles, pero era importante para los hijos que tuvieran un espacio para conversar sobre su mamá y en torno a lo que les había pasado y estaban atravesando.
“Brenda es quién más participó, y la seguimos más. Emanuel con los años, porque fueron varios años filmando, a veces sí quería y a veces no. Eso se le respetó. Estoy muy agradecida porque quisieron estar, darnos su tiempo y sus testimonios”.
-¿Cuál es su sentir de que este filme sea parte del FICM?
-Cabe recordar que Mi vida dentro ganó el Premio a Mejor Documental en este mismo festival en el 2007. Ahora es la segunda parte. Me siento feliz, lo mismo mi equipo. No estábamos seguros de que quedara en la selección. Se cree que porque uno ya tiene algunas películas y les ha ido bien hay una seguridad absoluta de quedar, y no, para nada.
Contenta, añade:
“Estoy muy emocionada y muy honrada de estar en la selección de Morelia, y me hallo nerviosa, no sé cómo nos va a ir, si le gustará al público. Es una película de la cual estoy muy orgullosa. Le tengo muchísimo amor a todo este proceso, ha sido muy importante, para mí como persona y mi carrera, y para quienes han estado en todo este suceso después de todos estos años. Es una película que queremos mucho, en la que hemos depositado muchos sentires, emociones, en fin. Agradezco a quienes creyeron en el proyecto y nos ayudaron a que pudiéramos recibir los fondos para poder seguir filmando, porque sin eso no hubiera sido posible”.

Y así cierra la charla:
“Me deja primero una amiga, Rosa, y un aprendizaje de vida, mucha humildad y muchas ganas de seguir pensando que el cine puede transformar y ayudar. Puede hacernos reflexionar e inspirar a que otras personas que tienen tal vez más acceso o facilidades para ayudar, puedan y quieran hacerlo. Me deja pensando en la fortuna de haber estado en ese lugar cuando conocimos a Rosa y haber dicho ‘hay que hacer una película con ella’.
“¡Claro!, había muchas mujeres que estaban en la cárcel con muchos casos muy complicados, pero haber acertado en algo que pensábamos que podía ser distinto, en documentar el proceso de una mujer que no había tenido un juicio claro, y sin duda que hubiéramos estado ahí filmando todo el proceso, fue la diferencia absoluta para lo que está pasando Rosa, ser libre, pudiera suceder. Estar ahí en el momento preciso, creo que en este caso fue una fortuna”.
La obra de Gajá Ferrer ha sido expuesta y proyectada en el Centre Pompidou en París y la Fundación Cartier. Es Premio Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en el Campo de la Creación y Extensión de la Cultura, así como Premio Sor Juana Inés de la Cruz, otorgados por la UNAM. Actualmente está en la postproducción de su cuarto documental, el cual es un retrato íntimo sobre la fotógrafa Graciela Iturbide. Trabaja también en la escritura de su primer largometraje de ficción.