Cinematografía
Expolicía especializado en secuestros asesora el filme “No negociable”
Miembro de las Fuerzas Especiales en Argentina durante tres décadas, Miguel Sileo participó en más de 60 tomas de rehenes como negociador de la policía. Ya retirado, inspiró la película mexicana “No negociable”, que lidera la plataforma Netflix, como lo cuenta en entrevista.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El exnegociador policial Miguel Sileo -quien intervinó en más de 60 situaciones de tomas de rehenes con cero víctimas- inspira la cinta mexicana No negociable, del argentino Juan Taratuto. Estrenada en 30 idiomas, ocupa el número uno a nivel mundial en la plataforma Netflix.
Sileo –que dejó la policía en 2019 tras 33 años y medio de carrera en las Fuerzas Especiales y ahora es director de la Diplomatura Superior Internacional en Negociación Policíal en la Universidad Abierta Interamericana– cuenta por zoom, desde Argentina, que Alejandro De Grazia, el productor del filme (protagonizado por Mauricio Ochmann y Leonardo Ortizgris), se comunicó con él:
“La guionista Julieta Steinberg empezó a escribir esta historia, basada en un negociador infalible por fuera, pero dentro de su casa tiene sus conflictos, como una crisis matrimonial. Es una idea original de De Grazia. Y acudieron a mí para asesoramiento técnico en lo que es el mundo policial. Mucha gente desconoce realmente la función de los negociadores, así que ahí entran humildemente los consejos míos”.
No negociable narra la historia de un experto en negociación de rehenes. Debe rescatar a un mandatario de dudosa moralidad. Se trata de un largometraje de acción con una ácida crítica social sobre políticos corruptos que deben pagar por sus excesos y falsas promesas. El secuestrador tiene un motivo claro: responsabiliza al presidente por sus promesas de campaña incumplidas y no sólo posee la intención de torturarlo, sino también de enviar dinero a escuelas y hospitales. La trama también habla de la importancia de encontrar un balance entre el trabajo y la familia.
El resto del elenco lo integran Enoc Leaño, Tato Alexander, Claudette Maillé, Gonzalo Vega Jr. y José Carlos Rodríguez.
Se le pregunta a Sileo qué puso en énfasis para que los actores y actrices tuvieran más veracidad y más realismo, y explica el salvador de 168 personas:
“Fui invitado a México en el momento del rodaje y no pude viajar porque tengo otras actividades académicas en mi país. Soy director de un diplomado, entonces era imposible abandonar a mis alumnos. Ya me retiré de la policía con la jerarquía de mayor, pero por internet couché a Mauricio Ochmann, una persona genial, no nos conocíamos, y conectamos enseguida, y entendió bien cómo funciona la cabeza de un negociador.
“Es complicado porque no hay que revelar demasiados secretos, pueden ser tomados por parte de los malos, mirarían cómo funcionan los equipos de negociadores. Sin embargo, traté de especificar lo esencial para darle veracidad al personaje y a lo que se desarrolla en la película, así que fue una cosa bastante medida y equilibrada”.
El papel de los guionistas
Sileo ingresó a la Escuela de Policía en 1986 y de inmediato fue voluntario para realizar el Primer Curso de Comando Policíal GOE (Grupo de Operaciones Especiales):
“Tuvieron mucha habilidad los guionistas al respetar y colocar las palabras adecuadas en los textos, siempre con la idea que tenía Alejandro, de una persona infalible, el secuestro de alguien importante, y cómo se desarrollaba el secuestro en medio de una negociación con mucha crisis. Y se logró captar realmente la atención del público por ese lado”.
–¿Qué opina de que se aborde este tema en las historias audiovisuales?, ya que el secuestro es un problema en todo el mundo. Latinoamérica tiene muy fuerte esa situación, y México no se diga.
–Cada nación tipifica diferente este delito. Aquí en Argentina se llama privación ilegal de la libertad, y tenemos dos situaciones similares, pero no identicas. Una es el secuestro político, el secuestro donde puede haber dinero de por medio o puede haber una cuestión sentimental, y se desconoce dónde está la víctima, se lleva a la persona cautiva a un lugar y ahí se pide un rescate. En Argentina es una privación de la libertad agrabada porque seguramente hay violencia y por el tiempo es un secuestro.
“Y la otra se llama toma de rehenes. Es un lugar donde hay personas privadas de su libertad, están físicamente detectables, se sabe dónde están y se hacen unos perímetros, y ahí aparece un negociador y trata de entablar una relación empática con el captor para que después libere a la gente. Y ¿qué opino? Es parte del mundo, no se puede ocultar, es parte de lo cotidiano, en las noticias del mundo. Más allá de que sea una ficción, es parte de la realidad diaria de todos los habitantes del mundo, y sigue existiendo, esa es la cuestión”.
–¿Este largometraje de entretenimiento puede aportar algo a la sociedad?
–Sí. Es entretenimiento, una ficción, el protagonista es un personaje que no existe, mas te muestra un poco la realidad que sufrimos no solamente los negociadores, sino todos los miembros de la policía. Yo siempre digo, cuando me hacen algún reportaje sobre los negociadores, que esta es una profesión muy egoísta, nos ponemos en primer plano para transitar en nuestra carrera policial y muchas veces no pensamos en los que están alrededor, nuestra familia. Ellos son los que más sufren.
El autor del libro Negociador de rehenes detalla:
“Una vez estaba en el domicilio de mi mamá, y estamos por almorzar y me llaman que tengo una situación con rehenes y ya había personas muertas, había fallecidos. Entonces, de estar sentado ahí para almorzar con mi madre, con mi familia, a los diez minutos ya me estaban viendo por la televisión. Mi familia se hallaba con el corazón en la boca, porque con la persona que debía negociar era muy violenta, bueno, ya había matado. Creo que mis cercanos siempre se llevaron la peor parte y después, con el tiempo, mi mujer, y No negociable refleja un poco eso, lo interno, lo familiar, y todo el proceso que padecen a veces las familias, y después la sanación”.
Se le comenta que la cinta no es como las producciones estadunidenses, donde el policía es el superhéroe, fuerte y con artefactos tecnológicos, y platica:
“Eso me parece perfecto. No se puede apreciar porque estoy sentado, pero yo mido un metro setenta y ocho, no mido mucho, no soy rubio, ni tengo un físico privilegiado, soy más bien tirándole a ducho, y cuando me conocen personlmente me dicen: ‘Te hacía más alto, más grande’. Yo pertenecí a las Fuerzas Especiales, al GOE, que después fue Brigada Especial Operativa Halcón y luego División Especail de Seguridad Halcón, uno de los grupos más famosos a nivel latino.
“Salí de esa matriz. Tuve y tengo un problema físico, y ya no podía estar en el equipo táctico porque necesito un estado muy alto, y me pasé al equipo de negociadores. No sé si Dios me ayudó o dije las palabras justas, pero estuve en más de 60 situaciones de tomas de rehenes, y siempre salieron todos ilesos. Y empecé a estudiar el perfil de un negociador”.
Con la anuencia de sus superiores, trabajó de manera distinta a los manuales. Cambió totalmente su fisonomía, empezó a utilizar cabello largo y una frondosa barba, desdibujando la apariencia policial. Sumado a la manera de hablar, hicieron la ecuación casi perfecta para destrabar situaciones límites.
–¿Qué le deja haber estado cerca de esta historia fílmica?
–Es curioso, porque vengo de otro mundo, de lo policial. Con mis alumnos efectúo ejercicios y los filmo. Esas son practicamente mis películas. Creo historias donde cada alumno debe presentar un rol. La semana pasada hicimos un ejercicio: había un bus con rehenes, y los alumnos interpretaron el pepel de rehenes, otros fueron captores y otros los negociadores, y cuando uno ve el fin, parece una película. Pero claro, eso es una cosa, un ejercicio, ya estar en la pantalla grande me divierte mucho. Es otra cosa que no tenía en mis planes, digamos”.