Arte
Artists against the bomb
El proyecto “Artists against the bomb” (Artistas contra la bomba) es a la vez protesta y toma de conciencia sobre el peligro de las armas nucleares, como también solicitud para promover el desarme nuclear.Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– Excelente como concepto de activismo artístico, interesante por su contenido icónico y ambivalente en su emplazamiento museográfico, el proyecto “Artists against the bomb” (Artistas contra la bomba) es a la vez protesta y toma de conciencia sobre el peligro de las armas nucleares, como también solicitud para promover el desarme nuclear.
Concebida por el artista mexicano Pedro Reyes y producido en colaboración entre la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN) y el Estudio Pedro Reyes, la propuesta destaca por una identidad global que impone la importancia del tema, construyendo un espacio social sin fronteras que transita entre presente, pasado y futuro.
El interés del artista por el desarme no es nuevo. Convencido del poder persuasivo que tienen las narrativas artísticas, desde la primera década de este siglo ha sobresalido con proyectos de escultura social que transmutan la violencia bélica de las armas. En 2007, bajo el título de “Palas por pistolas”, canjeó con la población de Culiacán pistolas por electrodomésticos para convertirlas en palas para sembrar. A partir de 2012, con su proyecto “Disarm”, transformó armas de gran calibre confiscadas por el gobierno mexicano en distintos instrumentos musicales. Y si bien la conversión de objetos destructores en experiencias de bienestar generó acciones colectivas de convivencia musical, la creación de cajas de música que tocaban obras de compositores de los países donde se habían producido las armas (Disarm Music Box, 2020), reconfiguró la identidad estética del objeto original expandiendo su transformación en el espacio artístico-social.
Por su concepto y resolución, “Artists against the bomb” es una propuesta que se expande en el espacio global y temporal. Integrado con imágenes realizadas por 160 artistas de diferentes nacionalidades y generaciones, que se imprimen en los lugares donde se presenta la muestra, el proyecto no se limita al presente sino, por el contrario, recuerda que desde la primera mitad del siglo XX existieron artistas que abordaron el tema de la guerra nuclear. En este contexto, Pedro Reyes hace referencia a la relevancia que tuvo la política exterior de México al promover, en 1967, el “Tratado de Tlatelolco para la prescripción de las armas nucleares en la América Latina y el Caribe”.
Con una selección autoral iniciada por el Estudio Pedro Reyes, el conjunto se ha estructurado a partir de una reacción en cadena que se basa en que cada artista invita a otro. Como señala Reyes, una organización que trabaja como una némesis de la bomba atómica funcionando como una bomba humana. Decisión acertada que permite la convivencia de firmas pertenecientes a galerías feriales --Carlos Amorales, José Dávila, Jorge Méndez Blake--, con otras que se distinguen por su compromiso social como Antonio Ortiz (“Gritón”) y Rafael Barajas (“El Fisgón”).
Entre los autores históricos se encuentran Isamu Noguchi, Juan O’Gorman, Ulises Carrión y dos interesantes piezas que editaron Fanny Rabel y Mariana Yampolsky en el Taller de la Gráfica Popular en 1958. Un año en el que empezó a hacerse visible la “Campaña para el desarme nuclear (CND)”.
Con abundantes piezas que recurren a poéticas lingüísticas y entre las que se encuentra una imagen de Art & Language, los carteles impresos en blanco y negro con posibilidad de reproducirse en camisetas y otros productos, plantean lo que el organizador ha denominado una “estética nuclear” a partir de distintas narrativas, tanto abstractas como figurativas. Entre las más atractivas se encuentra la “Bomba de estrógeno” de las Gerrilla Girls, la historieta-viñeta de Abel Quezada, la espléndida narrativa dibujística de la japonesa Gaku Tsutaja y la bomba de vida –un corazón– de Regina José Galindo.
Emplazada presencialmente en Lago-Algo, en la Ciudad de México, la muestra presencial carece de la información necesaria para ubicar el proyecto. Por lo mismo, es recomendable revisarlo primero en la página https://artistsagainstthebomb.org/.