Teatro/De este lado
Violencia sexual contra mujeres en Latinoamérica
"Fuego en la voz" es una obra de teatro que presenta de una manera sensible y crítica la violencia sexual que han vivido las mujeres, y las denuncias y sentencias ocurridas después.CIUDAD DE MEXICO (Proceso).- Fuego en la voz es una obra de teatro que presenta de una manera sensible y crítica la violencia sexual que han vivido las mujeres, y las denuncias y sentencias ocurridas después. Camila Villegas, la autora, toma tres casos para construir desde su creatividad, la historia de sendas generaciones de mujeres que padecieron esa violencia en los 80, lo denunciaron muchos años después y, aunque de manera limitada, se hizo justicia.
Una iniciativa del Colectivo el Arce, que se presenta hasta el 20 de noviembre en el Centro Cultural el Hormiguero -generoso en apoyar a los estudiantes- y dirigida por Isael Almanza, Fuego en la voz condensa múltiples historias de violencias sexuales por parte del ejército. Hechos constantes en Latinoamérica, complejos de analizar y hacer justicia dado el sistema patriarcal y los procesos legales.
Camila Villegas entreteje y vuelve ficción esos tres eventos significativos: el de la comunidad agrícola Sepur Zarco y la de las Mujeres Achi en Guatemala; el de la comunidad Manta y Vilca del Perú; y el de las mujeres de Atenco en México.
Los dos primeros se dieron a principio de los 80, a partir del golpe de Estado de Guatemala, donde la represión llevó a la desaparición y asesinatos en comunidades principalmente indígenas, quedando en el lugar hijas, esposas, madres y abuelas.
El del Perú, que pareciera ser donde la autora ubica la historia, sucede cuando el ejército emprendió la lucha contra Sendero Luminoso e instalaron cuarteles militares que asediaban a las comunidades.
Y el de Atenco -que se toca más tangencialmente-, cuando las autoridades reprimieron a floristas y activistas en el 2006 y policías torturaron sexualmente a 47 mujeres al llevarlas a un centro de reclusión.
Todos los casos tienen el ímpetu de la denuncia, de proceder legalmente y dar voz a lo sucedido. Se sentenciaron a unos cuantos culpables, pero el dolor y el valor de las mujeres indígenas estaban ahí, siendo acompañadas por organizaciones y abogadas que las impulsaron a ir a los tribunales.
Fuego en la voz es la historia de una mujer, casi niña, de una madre y de abuela que primero conocemos fragmentadamente, para poco a poco irse relacionando hasta quedar estrechamente unidas. Desde su cotidianidad e idiosincrasia, que la autora capta y transmite, se van desplegando los sucesos. Es una historia particular y verosímil, que no maneja burdamente, pues en los subtextos y lo implícito vamos descubriendo lo ocurrido. Son mujeres que vivieron la barbarie y se enfrentaron a esa culpa y vergüenza por los actos cometidos contra ellas, como si ellas fueran responsables; y a ese rechazo de la comunidad por ser “las prostitutas de los soldados” o “colchón de soldado”.
En Fuego en la voz ella fue separada de su familia, para protegerla, pero también implicó soledad y carencias. La historia se cruza con la de una joven violada, para que finalmente se reivindique otra forma de ser familia.
Las actrices encarnan distintos personajes de manera entrañable: Patricia Hernández, Ixhel Flores, Gabriela Montiel, Erandeni Durán e Ishbel Bautista. El director marca el espacio y la dinámica, nada sencilla, del tránsito de los personajes. El concepto del espacio escénico de Thalía Palacios es para imaginarnos el campo, la sierra, la lejanía; es un piso que imita al musgo con hojas secas y piedras. Con una dirección eficaz, nos sumergimos en esa realidad a través del lenguaje, el vestuario y las actuaciones.
Fuego en la voz es el testimonio de una realidad indignante y atroz que va emparejada a un proceso de conciencia y lucha contra la impunidad; una historia de mujeres que se hermanan en la desgracia para reconocerse, alzar la voz y seguir adelante.