Música

Alexandra Gravas canta “Horizontes” en Bellas Artes

Llamada “El alma de Grecia”, la embajadora de la canción universal Alexandra Gravas cuenta cómo casi perdió la voz antes de comenzar su carrera.
viernes, 1 de noviembre de 2024 · 17:46

CIUDAD DE MÉXICO (apro).– Por el 85 aniversario de las relaciones diplomáticas entre Grecia y México, la intérprete Alexandra Gravas ofrecerá su concierto Horizontes. Música del Mundo, acompañada del pianista polaco radicado en nuestro país Józeph Olechowsky, el viernes 8 de noviembre a las 19 horas, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de las Bellas Artes.

“Adoro cantar –expresa alegre vía WhatsApp El alma de Grecia, quien actuará en Bellas Artes por quinta ocasión–, toda mi vida quise ser cantante pues lo hacía muy bien desde pequeña; tuve muy buen oído, imitaba voces y reproducía cada canción de las listas de éxito.

“Soy griega nacida en Alemania, pertenezco a lo que llamaría una segunda generación griega oriunda de Frankfurt, ya que mis padres se conocieron ahí y yo fui fruto de su amor. Crecí en Alemania donde hasta los 21 años me mudé a Londres para estudiar canto.”

Alexandra creció en Frankfurt, ciudad alemana repleta de influencias multiculturales, por lo cual se relacionó con personas de distintas nacionalidades forjando su rica personalidad universal que bien refleja su proyecto Horizontes. Música del Mundo, con canciones en ocho idiomas diferentes.

“Es una educación de pluralidad étnica que he brindado a mi hijo desde que cumplió 15 años, para conocer a gente de países tan diversos como le sea posible. Creo realmente que al conocer otras culturas y religiones abandonamos los odios en este planeta; ahora que hay guerra en Ucrania y la terrible situación en Gaza, es muy triste lo que ocurre en el Oriente Medio.”

Año y medio sin hablar

Antes de cumplir la mayoría de edad, Alexandra Gravas perdió el habla.

“Tenía alrededor de 16 años y me dio una laringitis maligna que me provocó la parálisis crónica de mi cuerda vocal izquierda, trataba de cantar y el sonido estaba ahí, pero me dolía mucho cantar, pues el conducto nervioso que lleva a la garganta se hallaba muy afectado. Visité montones de doctores y ninguno podía diagnosticarme apropiadamente, así pasaron dos años sin saber qué hacer siendo yo ya vocalista de una banda musical clásica; a la hora de ir a la universidad y como no desistía en mi sueño de ser cantante, participé en una audición para la prestigiada escuela Die Hochschule für Musik en Friburgo, cerca de la frontera con Suiza y canté una pieza folk de Johannes Brahms.”

La profesora que la escuchó alabó su buena voz, pero notó que las cuerdas vocales de Alexandra no cerraban bien al paso del aire.

“Fue la primera vez que alguien detectaba mi problema –recuerda— y comencé a llorar. Sin embargo, esa maestra salvó mi vida porque me envió con un especialista de la voz, un foniatra, al otro lado de Alemania, en Hamburgo. Yo pedí se me dieran medicinas, pero el único remedio era dejar de hablar y me dijo que fuera a verlo de Friburgo a Hamburgo en su clínica cada mes para checarme, me colocaba una cámara para ver mis cuerdas vocales y me mandaba a casa, así permanecí muda un año y medio.”

En todo ese tiempo ella estudió musicología, filosofía y literatura germánica. Tras casi dos años, Alexandra regresó con el foniatra, cuenta:

“Lo fui a ver y me dijo: ‘Habla’. ¡Estaba curada!”

Alexandra Gravas debió retomar su capacidad de hablar nuevamente al ejercitar los músculos de su cara, por lo que practicó ejercicios de logopedia (disciplina que se encarga de tratamientos y detección de trastornos que afectan el lenguaje, la voz, la audición, la deglución y otras funciones orales).

“No sé de dónde me vino la paciencia, yo sabía que iba a estar bien y que sería cantante –ríe–. Mi siguiente meta fue encontrar un maestro quien me enseñara cómo emplear mi voz correctamente, sin lastimarme de nuevo. Fue increíble mi recuperación. Entonces escuché de una maestra de canto en Londres, Loh Siew-Tuan, cuya reputación era excepcional para tratar casos complicados como seguramente lo era el mío. Fui a verla, hice una audición cantando ‘Asturiana’, una pequeña melodía con un rango de cinco notas de Manuel de Falla. 

“Me dijo: ‘Bueno, quédese conmigo unos dos meses a ver cómo se desenvuelve vocalmente’. Yo tenía apenas dinero para quedarme ese tiempo en Londres, una ciudad muy cara; renté un cuartito cerca de la casa de esa maestra donde iba todos los días para hacer 15 minutos de ejercicios diarios, no más, y tras dos meses pude cantar un programa entero.”

La voz, instrumento vivo

Así fue que Alexandra Gravas permaneció 12 años en Inglaterra.

“Estudié con ella muy, muy duro. A lo largo de tres años no me permitió cantar nada fuera del salón de clase. Un buen día me dio la noticia: ‘Ya puedes salir a cantar’, comencé a audicionar para pequeños papeles en compañías de ópera independientes y entré al círculo operístico londinense. Antes de mi maestra yo no sabía que mi tesitura era de mezzo contralto, la misma voz que tengo ahora. Si tú cantas, sabrás bien que la voz no sólo es tu instrumento, sino que es también tu cuerpo, tu alma, tu cerebro. Tiene que ver con cómo duermes, cómo te paras, cómo te mueves, no nada más es la proyección y la técnica, es todo porque tú eres un instrumento andante, vivo.

“Hoy que lo pienso –suspira–, ¡oh, Dios mío, uf!, realmente elegí un sendero bastante complicado. Porque cuando hacía los ejercicios de ‘ma, mo, mu’ en logoterapia, mis compañeras de mi misma edad en la academia de música ya terminaban estudios y cantaban cancioncitas. No obstante, por alguna razón logré perseverar con aquella energía impulsada por el sueño de convertirme en cantante. Cantar es lo único que puedo hacer y recuerdo que solía hablarle a mi madre desde Londres y explicarle cuán complicado era poner los sonidos de la o y la a con la m. Ella no paraba de lamentar: ‘Oh, ¿para qué escogiste esta carrera tan difícil?’.   

Alexandra sintió el llamado de cambiar de rumbo

“Hubo un gran punto de quiebre en mi vida. Yo daba mis recitales de canto y actuaba mis papeles de ópera, mis oratorios, me iba muy bien con mi valija llena de trajes para presentaciones en distintas giras cada semana fuera de Londres, sólo que dentro de mi corazón no estaba segura de qué anhelaba.

“O sea, musicalmente yo hacía lo que consideraba correcto para mi voz, pues luego de todo lo que había pasado solo deseaba estar al 100 por ciento técnicamente conforme a las instrucciones de mi maestra; pero en algún momento perdí el camino de ser músico, realmente; claro que sentía cómo hacer técnicamente una gran labor donde no arriesgaba nada, puesto que estaba demasiado asustada por mi voz, pero me di cuenta en lo profundo de mi ser que esa no era mi dirección musicalmente hablando. No quería eso. Llegué al grado de pensar que, si no cambiaba, iba a dejar de cantar.”

Embajadora cultural

Alexandra Gravas supo que el arte de cantar no era únicamente pararse ante el público, lucirse y proyectar su potencia vocal. Algo más faltaba:

“Para mí, comunicarse es lo fundamental. Soy una artista que entretiene a la gente, hay un concepto detrás de mis conciertos. Horizontes es el título de mi nuevo proyecto, posee un significado por las canciones que integro en él, son piezas cantadas en árabe, chino, griego, francés, español, alemán; hay temas de juglares distintos, para divertir, con piezas folclóricas griegas, chinas y francesas, pero no van mezcladas sin ton ni son, poseen una estructura.

“Realicé una gira por China en 2016 y traje una canción tradicional china ‘Mo Li Huá’ que significa ‘jazmín’, combinándola en mi recital con otra pieza folk de Chipre llamada precisamente ‘La Flor de Jazmín’. Por ejemplo, hay otra amalgama entre un tema árabe y otro griego… O Edith Piaf. ¿Quién sabe que ella cantó a Mikis Theodorakis? Una de sus canciones más famosas es ‘Omorfi Poli’, que significa ‘Hermosa ciudad’, tema de la película de 1962 Les amants du Teruel, dirigida por Raymond Rouleau. Son detalles significativos, pero de gran efecto entre el público, es un dar y recibir.”

Sobre la relación México y Grecia, Alexandra Gravas mencionó:

“Son increíbles nuestras similitudes, la gente mexicana es muy generosa acaso un poco más que la hospitalidad griega; ustedes son muy curiosos y yo también. Son sorprendentes la cantidad de palabras griegas que hallo en español. Y el temperamento festivo, la comida y la bebida, el baile, somos muy parecidos. La alegría, las carcajadas, el gusto por la vida quizá debido al calor del Sol, el mar… Y por último, pero no menos importante, tenemos a nuestros compositores y poetas. ¡Dios mío, en los últimos años en Grecia han surgido grandes escultores y pintores, cada persona griega quiere expresarse de modo artístico y eso lo encuentro igual en México! Es fabuloso el arte de mayas y aztecas, pero también de los mexicanos del presente. Nuestras culturas son viejas y prodigiosas, bueno el presente y el futuro aún mejor.”

Alexandra Gravas concluye diciendo:

“Amo México y su gente con toda mi alma. No lo olviden.”

En enero de 2017, fue premiada por la UNESCO/Grecia por su contribución a las Artes; en 2020 recibió galardón de la Unión de Actores Griegos; también reconocimientos de la Unión Musical Griega y del Ministerio de Defensa de Grecia; obtuvo las Llaves del Municipio de Chimalhuacán y premios especiales de la Fundación CONCAMIN, del Festival Mundial del Bolero/México y de la Fundación Greco-Austríaca para las Artes, entre muchos otros. https://alexandragravas.com/videos/

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