Cultura
Según Sitios y Monumentos, el problema de Catedral está resuelto
El mayor monumento sigue hundiéndose por la extracción de agua del subsuelo; el sistema de medición se haya desactualizado; el convenio con Ingeniería de la UNAM está suspendido... Y para el año próximo se le restará a esa dirección un 33.27%CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Pese a las advertencias del doctor en Geotecnia Efraín Ovando Shelley sobre los riesgos que enfrenta la Catedral Metropolitana por la suspensión del convenio de colaboración con el Instituto de Ingeniería de la UNAM, y la obsolescencia de los equipos de medición de los hundimientos diferenciales, para el arquitecto Arturo Balandrano Campos el problema “se resolvió de manera prácticamente general” hace más de 20 años.
Cuestionado acerca de la falta de mantenimiento a las obras de subexcavación del Proyecto de Corrección Geométrica del monumento y reforzamiento de los morteros, inyectados en el subsuelo para conservar su estabilidad, cuya necesidad expuso el arquitecto Sergio Zaldívar Guerra el 1 de marzo de 2020 en Proceso (#2261), Balandrano, director general de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura (SC), descarta que el histórico inmueble pueda sufrir un colapso.
El arquitecto Zaldívar fue el responsable en los años noventa del siglo XX del proyecto de recuperación de la Catedral, para lo cual convocó a un equipo de expertos del Instituto de Ingeniería y otras instancias, entre ellos el doctor en Mecánica de Suelos, Efraín Ovando, los especialistas en ingeniería estructural Roberto Meli Piralla y Roberto Sánchez, y los expertos en geotecnia Enrique Tamez y Enrique Santoyo, entre otros.
La hazaña fue elevar en más de noventa centímetros el edificio y lograr que aunque continuara hundiéndose, como el resto de la ciudad, lo hiciera uniformemente para evitar daños en su estructura arquitectónica. Dice Balandrano:
“Ese trabajo de subexcavación se inició precisamente encabezado por el arquitecto Sergio Zaldívar --muy reconocido y apreciado por nosotros--, también fue titular de esta dirección general. Él, con los especialistas en estructuras Meli Piralla y Roberto Sánchez, y algunas empresas hicieron ese trabajo de cimentación y de reforzamiento de la Catedral para resolver el problema de asentamientos diferenciales que se presentaban en esa época. El problema, que ponía en riesgo la estructura y que podría generar un colapso en un momento dado, se resolvió de manera prácticamente general”.
Recortes
El pasado domingo 17 de septiembre, en el sitio web de Proceso, Ovando informó que la colaboración entre el Instituto de Ingeniería y la Secretaría de Cultura está suspendida porque no se ha renovado el instrumento oficial, y no se ha destinado el presupuesto para los insumos necesarios que ocupa la institución universitaria en sus trabajos en Catedral. Sin embargo, añadió, sus expertos han seguido participando en las obras por el compromiso social de la UNAM.
Hay que recordar que el presupuesto para las obras en el monumento ha disminuido drásticamente desde la época de Ernesto Zedillo. Y, de hecho, para el ejercicio 2024 se ha planteado un recorte más del 33.27% a la Dirección General de Sitios y Monumentos, pues mientras en 2024 se le otorgaron 433.61 millones de pesos, para el año próximo sería de 289.36.
El experto señaló que se desconoce con exactitud cuánto se hunde o qué movimientos presenta la Catedral actualmente, porque los equipos computarizados de medición (donados hace tres décadas por el ingeniero italiano Pier Paolo Rossi) ya están obsoletos, se requiere de una inversión para renovarlos y que los expertos puedan hacer sus análisis y conocer los riesgos más inmediatos.
Balandrano admite que el sistema está desactualizado tecnológicamente, aunque esgrime que “sigue aportando datos valiosos”. Acepta asimismo, que no se ha renovado el convenio de colaboración con el II de la UNAM. Asegura que se está buscando la posibilidad de ponerlo nuevamente en marcha y seguir contando con la interpretación de los especialistas del Instituto de Ingeniería.
Se le pregunta si la renovación de los equipos ya está contemplada en el presupuesto de la Catedral para el 2024 y cuántos millones de pesos son necesarios. En enero de este año, el doctor Ovando dijo a Proceso (#2413), que sería una “pizcachita”, unos tres millones de pesos y se contrataría a la misma empresa italiana. Balandrano responde:
“No tengo todavía esa información se está trabajando con el Instituto de Ingeniería en esos temas”.
Agrega que aunque los equipos no están al día, se ha aplicado nueva tecnología como un escáner con el cual ya se han hecho levantamientos, “prácticamente milimétricos”, al conjunto catedralicio para comparar movimientos, desviaciones, deformaciones que pudiera tener la arquitectura, y reitera que “más allá de algunos milímetros”, no hay desviaciones, por lo cual, en términos de capacidad estructural no está en riesgo”.
A pregunta de Proceso, el arquitecto responde asimismo que la colaboración de Ingeniería de la UNAM se regula mediante diversos instrumentos dependiendo del tipo de apoyo que se les pida y cómo podrían cubrirse los gastos derivados de los trabajos:
“Para el tema del sistema de monitoreo tendríamos que lograr un convenio, porque no hay un convenio vigente. Debemos lograr un convenio específico que permita hacer los trabajos y definir responsabilidades de cada parte. Así se podría hacer una transferencia de recursos federales”.
--¿Entonces el convenio para el monitorio, que me dice es importante para conocer la estabilidad del edificio, no está vigente?
--Apenas estamos planeando el proyecto, definiendo qué tipo de tecnologías vamos a utilizar. Todavía no tenemos un monto para que podamos definir cuánto cuesta esa tecnología, cuánto cuesta el mantenimiento de esa tecnología, cuánto cuesta la interpretación de los datos que nos va a aportar esa tecnología, todavía no sabemos”.
En el Instituto de Ingeniería, agrega, “tienen una visión mucho más clara, entonces van a proponer y, por supuesto, nosotros vamos a revisar y llegaremos finalmente a un acuerdo para poder hacerlo, porque estamos conscientes de la necesidad de tener este tipo de equipamientos”.
Enseguida da la razón a Ovando y los expertos de Ingeniería:
“El hundimiento como señalaron se sigue dando y no se va a detener, el problema es que pudiera tener algunos efectos diferenciales… Pongo un ejemplo: el lecho sobre el que se cimentó la Catedral en la mayoría de su superficie es lacustre, prácticamente lodo, con el efecto de una esponja, pero también hay elementos pétreos que fueron parte de los basamentos de los monumentos erigidos en el Templo Mayor por los mexicas”.
Esos restos arqueológicos, que incluso pueden verse en los sótanos, dice, aportan mayor soporte y resistencia que otras áreas del subsuelo, incluidas aquellas donde se colocó hace décadas el sistema de pilotes de control para tratar de regular el hundimiento.
A dichos pilotes se les dio mantenimiento en la primera etapa del proyecto de restauración iniciado luego de los sismos de 2017. Sin embargo, cuando se anunció esa fase, el arquitecto Zaldívar recordó a Proceso que desde finales de los años ochenta, los ingenieros Tamez y Santoyo demostraron con estudios que apenas el 27% de los pilotes se mantenía, el resto del sistema había dejado de funcionar, por eso propusieron el método de subexcavación para el proyecto de Nivelación Geométrica (https://www.proceso.com.mx/reportajes/2020/3/8/otra-vez-al-rescate-de-la-catedral-239553.html). Y Zaldívar habló entonces de la necesidad de fortalecer y dar mantenimiento a esas obras. No obstante, Balandrano insiste en descartar riesgos.
Lloviendo sobre mojado
A mediados de agosto, como se publicó la semana pasada en este sitio, intensas lluvias en la ciudad delataron que se han abierto nuevas fisuras en el techo de la Catedral, por el cual se filtró agua al interior. Según Balandrano podrían ser resultado de los microsismos que recientemente han ocurrido:
“Atribuimos a un tema de ese tipo la fisura por la que se dio la filtración de agua hace unas semanas. Esa fisura la vamos a atender y seguimos monitoreando el sistema estructural con objeto de saber primero que está estable, que no tiene riesgo de colapso. De alguna manera por eso hemos mantenido abierta la Catedral durante todo el tiempo, inclusive en los primeros momentos después de los sismos, porque estamos seguros, tenemos los dictámenes de los especialistas que nos permiten saber la capacidad estructural del edificio”.
La intervención del monumento para restaurar los daños por los sismos de septiembre de 2017, ha incluido el retiro de flora nociva, el calafateo (sellado) de grietas para evitar las filtraciones de agua, la rehabilitación del sistema eléctrico y del sistema de pararrayos que “estaban muy deteriorados”, en opinión del arquitecto.
Ovando consideró que la realización de obras de este tipo, como la restauración de grietas, resulta “cosmético” ante el problema mayor del edificio, que sigue en el subsuelo y pone en riesgo la estabilidad del conjunto catedralicio, pues éste se hunde junto con la Ciudad de México debido a la explotación del acuífero.
Al respecto dice Balandrano que si se ve el mapa de Ignacio Castera de la época virreinal, en la traza de lo que fue la Ciudad de México hasta 1900, se aprecia que la traza de la antigua ciudad creada por los mexicas artificialmente sobre el lago de Texcoco, es ahora el Centro Histórico. Por ello no va a dejar de hundirse, porque está sobre el lecho lacustre y se hundirá más o menos rápido en la medida en que se siga extrayendo agua.
Pero, afirma tajante el funcionario, no significa que los movimientos que se provocan con ello al inmueble pongan necesariamente en riesgo su estabilidad:
“La estabilidad del monumento se pone en riesgo solamente cuando el hundimiento es diferencial, es decir que una parte del edificio se hunda más rápido que la otra… eso hace que la estructura pueda llegar a romperse, la estructura de columnas, cúpulas, bóvedas y arcos. Porque si tiene un apoyo que se hunde más rápido que el otro, puede llegar a romperse un arco, pero solamente en esos casos.
“Ese problema lo resolvieron los genios encabezados por el arquitecto Zaldívar en los años que se hicieron los trabajos en Catedral, eso nos permite ahora, después de casi 30 años, seguir monitoreando el hundimiento, y afortunadamente sigue dándose de manera homogénea, en cifras que no son objetos de una preocupación mayor porque no ponen en riesgo la estabilidad de la estructura principal de la Catedral. Igual pasa con las otras casonas y templos históricos del Centro”.
Balandrano informa que como parte del actual equipo que interviene en las obras de restauración, iniciadas en 2017 y que van por su tercera etapa, colaboran especialistas de los institutos nacionales de Antropología e Historia y de Bellas Artes, y otras instancias, en áreas de arquitectura, de restauración de bienes muebles con valor artístico y restauración escultórica, entre otros.