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Investigadora de la UNAM advierte sobre la extracción china del ámbar

La investigadora Lynneth S. Lowe dijo que en la época prehispánica el ámbar, que en náhuatl se llamaba apozonalli (atl: agua y pozonalli: espuma o burbuja) formaba parte del tributo, como el copal. Llegó a estar “estrictamente reglamentado el uso de adornos” hechos de ámbar.
domingo, 25 de junio de 2023 · 18:23

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).–Al dictar la conferencia “Los caminos del ámbar en la antigua Mesoamérica”, la arqueóloga Lynneth S. Lowe, expuso un problema actual “fuertísimo”, que afecta fundamentalmente a comunidades chiapanecas: Los chinos están exportando esa piedra preciosa “en forma realmente brutal”.

Egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y maestra y doctora en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde es investigadora del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas, Lowe participó en el ciclo “La arqueología hoy”, coordinado por el también arqueólogo Leonardo López Luján, en El Colegio Nacional (Colnal).

A través de un comunicado de dicho Colegio, que está celebrando sus 80 años de fundación, Lowe indico que el ámbar se ha extraído principalmente de dos yacimientos en Chiapas y alertó de la sobrexplotación:

“Es un problema fuertísimo, con el auge del comercio internacional, con la globalización, se vio que había un producto susceptible de ser exportado; en primer lugar, llegaron los artesanos de San Cristóbal de las Casas, que era una explotación moderada, luego de Taxco, del centro de México, pero finalmente, desde Europa, en Italia, se vio que aquí había una fuente muy importante de este material con precios moderados”.

A pregunta del público, Lowe respondió que es difícil cuidar del ámbar porque, no obstante que históricamente está asociado a cuestiones culturales no hay una legislación que lo proteja y la mayoría de los puntos de extracción están en terrenos de propiedad privada. Si los dueños lo venden, es difícil impedírselos. Y algo semejante está pasando con la obsidiana, que también es atractiva para los chinos.

Describió que el ámbar es una gema de origen orgánico como las perlas, una resina que atravesó un proceso muy complejo de fosilización de millones de años, a diferencia del copal que es una resina fresca. En Europa y los países bálticos también hay yacimientos de ámbar pero no todos “son susceptibles de exploración”.

Los de América sí, agregó, por ser más jóvenes, “comparados con los del Báltico, tienen unos 22 o 26 millones de años de antigüedad. En México los dos principales yacimientos están en Simojovel y en Totolapa, en Chiapas:

“Se han hecho análisis de las resinas y se ha logrado identificar que se utilizaron de una especie (de planta) que ya no existe, es decir, una especie extinta que existió hace 20 o 30 millones de años, que era un antecesor del guapiñol (guapinol), hay otras regiones donde también le llaman algarrobo, sobre todo en Centroamérica y en el Caribe”. 

La investigadora de la UNAM dijo que en la época prehispánica el ámbar, que en náhuatl se llamaba apozonalli (atl: agua y pozonalli: espuma o burbuja) formaba parte del tributo, como el copal. Llegó a estar “estrictamente reglamentado el uso de adornos” hechos de ámbar.

Copal

Previamente, para dar paso a la conferencia de Lowe, López Luján, responsable del Proyecto Templo Mayor, habló de copal una piedra semejante al ámbar que también fue consumido en “cantidades realmente sorprendentes” por los pueblos mesoamericanos: En las exploraciones que ha realizado en el Centro Histórico de la Ciudad de México han recuperado copal en mas de la mitad de las 209 ofrendas exploradas:

“Suele aparecer tanto modelado como moldeado en forma de figuras divinas, bolas, pellas, cilindros, barras y fragmentos irregulares”.

Y citó al protomédico Francisco Hernández para mencionar que se siguió utilizando desde el siglo XVI, porque era un pegamento útil y se producía también para fabricar aceites que los médicos utilizaban por sus cualidades curativas para el dolor de cabeza y los padecimientos que consideraban fríos y húmedos.

Hasta la fecha se siguen utilizando en rituales públicos y privados, se quema en braceros y sahumadores y suele combinarse con incienso. Cabe decir que justamente afuera del Templo Mayor, en la Plaza Manuel Gamio hay cantidad de concheros que los utilizan durante sus danzas y hay, asimismo, gente que realiza “limpias” con esos braceros. También son parte esencial de las ofrendas tradicionales de las conmemoraciones del Día de Muertos y Fieles Difuntos.

López Lujan detalló:

“Tenemos conocimiento de que grandes cantidades de este producto ingresaban periódicamente a Tenochtitlan por concreto de tributación. La provincia guerrerense de Tlaxco, donde ahora es Taxco, Guerrero, enviaba 40 canastillas de copal refinado”.

Las dos conferencias completas pueden verse en el canal del Colnal, en la plataforma YouTube. La siguiente mesa del ciclo “La arqueología hoy” se llevará a cabo el próximo 24 de agosto, con el tema “Arqueología y muralismo en el siglo XX” con la profesora de la UNAM, Itzel Rodríguez Mortellaro.

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