contraplano
"La Sirenita": amor en el mar
Aunque se presenta con live action, más o menos la mitad de la historia es generada con CGI, con mucho tiempo bajo el agua, para presentar cómo es de aburrida la vida en el fondo del mar bajo la férula de un risible Tritón, interpretado por el severo y siempre carismático Javier Bardem.MONTERREY, N. L. (apro).- Con mucho valor, aunque con pocas ideas nuevas, Disney lanza el remake de La Sirenita (The Litlle Mariad, 2023) en su formato de acción real, pero como una copia muy cercana al hitazo animado de 1989.
Innecesariamente larga, con una duración de 135 minutos, la cinta dirigida por Rob Marshall remite al cuento ya conocido de Hans Christian Andersen, con las situaciones que se presentaron en su versión previa, y con muy pocos añadidos, para aportar algo sorpresivo, algún plus para los personajes reales que habitan en la superficie y en el fondo del mar.
Aunque se presenta con live action, más o menos la mitad de la historia es generada con CGI, con mucho tiempo bajo el agua, para presentar cómo es de aburrida la vida en el fondo del mar bajo la férula de un risible Tritón, interpretado por el severo y siempre carismático Javier Bardem.
Toda la cinta se concentra en una bella sirenita inclusiva, Ariel, de piel negra, interpretada con gracia y entusiasmo por Halle Bailey, que le da una personalidad propia y distintiva.
Como ya se sabe, Ariel es la hija rebelde del dios del mar. Curiosa de naturaleza, sale a la superficie y se enamora del Príncipe Eric (Jonah Hauer-King), a quien le salva la vida en un naufragio. Para reencontrarlo, y en contra las indicaciones de su sobreprotector padre, le vende su alma y su voz a la malvada tía Úrsula (Melissa McCarthy) que le da piernas y la oportunidad de salir a la superficie, amenazándola con esclavizarla si no le da un verdadero beso de amor al tercer día.
La presentación de la historia, con una exhibición de la vida bajo la superficie, es larga y hasta por momentos tediosa. El director Rob Marshall, que ya antes en la saga Piratas del Caribe, había trabajado con barcos y sirenas, se engolosina con la fotografía en el agua y se cicla, mostrando las bellezas de la ingeniería digital que puede dar algunos aspectos maravillosos del lecho marino y los corales, donde habitan estos seres acuáticos.
Ariel y Eric, en esta versión de impecable factura, son una de las parejas románticas más aburridas del universo pasional entre adolescentes y adultos jóvenes. Hauer-King, sin grandes credenciales, poco pude hacer para sobreponerse a un personaje pasivo y soso, que permanece condicionado por un entorno de mayores que le señalan todos y cada uno de los pasos que debe dar.
El atractivo mayor recae en la endemoniada Úrsula, que hace un papel lleno de improvisaciones, en un pequeño infiernito en el que está confinada y desde donde planea sus travesuras para fastidiar a su hermano el Rey y su bella familia. McCarthy luce formidable en el papel de la mala de caricatura, movida por la envidia y dispuesta, incluso, a robarse el amor del Príncipe, para incordiar a la irresistible Ariel.
Más que musical, es una película con canciones, que repite básicamente el soundtrack de Alan Menken, con letras reescritas con elegancia por Lin-Manuel Miranda. Aunque había hecho una obra maestra con Chicago, Marshall aquí presenta algunos números en los que destaca, más que la visualización, la voz de Bailey.
La Sirenita, en su relectura, aporta muy poco, y se queda corta en presentar una historia clásica a un público nuevo, que puede hasta encontrarla insulsa.