Teatro

Feminicidio y desaparición forzada

Quemar los campos, de la Compañía Teatro desde la Grieta, escrita por Ingrid Bravo bajo la dirección de Bruno Ruiz, aborda desde el teatro documental los feminicidios en nuestro país teniendo como eje el feminicidio de Diana Velázquez Florencia.
martes, 14 de marzo de 2023 · 08:27

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Quemar los campos y Las diosas subterráneas son dos propuestas escénicas que brillan en esta oscuridad en la cual vivimos, donde a las mujeres las matan por el hecho de ser mujer o las desaparecen para convertirlas en mercancía. Es una realidad dolorosísima en donde son las madres, las luchadoras, las que se enfrentan a las autoridades y quienes han decidido emprender una búsqueda incansable para encontrarlas o para hacer justicia.

Quemar los campos, de la Compañía Teatro desde la Grieta, escrita por Ingrid Bravo bajo la dirección de Bruno Ruiz, aborda desde el teatro documental los feminicidios en nuestro país teniendo como eje el feminicidio de Diana Velázquez Florencia y los testimonios de su madre y hermana, paralelamente a la acción de lxs espectadores para construir un jardín guiadxs por lxs performers y el instructivo que siguen.

Las diosas subterráneas, de la Organización secreta Teatro, es una creación colectiva dirigida por Rocío Carrillo que parte del mito de Perséfone y Démeter para concretarlo en el caso de las mujeres que viven, donde algunas escapan de la trata para la explotación sexual y se convierten en activistas. Las madres de las mujeres desaparecidas es el común denominador, y el elemento más poderoso para comprender el sufrimiento y la desesperación de tal violencia. Las hijas ya no están y ese hecho debe de ser condenado. Las madres exigen justicia en medio de las irregularidades de los juicios, la impunidad y el machismo de las autoridades, y el sistema político y social al que se enfrentan.

En ambas obras la poesía está contenida en sus propuestas. En Quemar los campos hay un respeto total hacia lxs cuerpxs de las mujeres asesinadas y se centra en los recuerdos y acciones de sus familiares cercanos. El espíritu reconstructivo permea a lo largo de la obra, acompañadxs de la voz de María Bajonero, quien con su guitarra y percusiones alegra o vuelve emotivos cada uno de los pasos que hay que seguir para que construyamos el jardín. A través de Ingrid Bravo, Daniela Bustamante y Dulce Mariel (en alternancia), lxs espectadores somos partícipes de la reconstrucción y la construcción de la memoria. Alrededor de mesas de trabajo, ponemos el tezontle que acota la tierra, sembramos y regamos; ponemos en las piedras los nombres de mujeres; lxs performers nos cuentan la historia de estas mujeres o de sus madres o de lo que significa sembrar, recordar, construir. Nos sentimos partícipes y al mismo tiempo testigxs. La estructura documental de la obra está llena de recursos, formas imaginativas para hablar de un tema tan delicado; decir sin decir, hablar de lo que se hace, del activismo y la sobrevivencia. Hay videos y testimonios; recogen textos de diferentes autores y nos hacen estremecernos. Es una obra llena de vida para hablar de la muerte. Una invitación a conocer la humanidad por encima de la crueldad.

Las diosas subterráneas es una propuesta interdisciplinaria que conjuga la danza, el movimiento, el mito y la realidad atroz. No hay muchas palabras y las imágenes son poderosísimas. Se usan máscaras para jugar con los personajes mitológicos y reales, hablar de la trata de personas con acciones simbólicas; lo subliminal supera a lo evidente para nosotrxs ir llenándonos de significados. La idea original, dirección e iluminación de Rocío Carrillo, la escenografía y vestuario de Erika Gómez, el videoarte de Alan Kerriou, el diseño de máscaras de Arturo Vega y las energéticas interpretaciones de Alejandro Joan Camarena, Mercedes Olea, Beatriz Cabrera, Stefanie Izquierdo, Brisei Pérez, Johnatan Ramos y Ernesto Lecuona, crean un gran espectáculo.

Quemar los campos y Las diosas subterráneas son dos excelentes propuestas que se presentan en el Centro Cultural del Bosque para visibilizar con arte y sensibilidad el brutal problema de los feminicidios y la trata de mujeres que urge sea atendido como una prioridad nacional.  

Crítica publicada el 12 de marzo en la edición 2419 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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