contraplano
Eo: ¡Cómo eres burro!
La cinta polaca, multigalardonada por su originalidad, proporciona una perspectiva nueva de lo que es la experiencia de la existencia.MONTERREY, N. L. (apro).- En un principio hay que aceptar una realidad insólita: esta cinta es sobre un burro y sus andanzas por la vida.
Luego, cuando ya pasa la sorpresa inicial, se puede disfrutar a plenitud Eo (Eo, 2022) la aventura extraordinaria de un cuadrúpedo que va por ahí, a donde el azar lo lleve, atestiguando, con inocencia y sorpresa, cómo es la vida de los humanos. A través de su mirada melancólica y permanentemente alerta, observa a la enorme gama de seres humanos y sus diferentes talantes espirituales.
La cinta polaca, multigalardonada por su originalidad, proporciona una perspectiva nueva de lo que es la experiencia de la existencia. A fin de cuentas, un burro, desde su mirada, no había descrito a la sociedad con sus partes luminosas y sus aspectos más oscuros.
El director y guionista Jerzy Skolimowski toma, como filtro moral, a un animalito que carece prácticamente de cualquier gracia. Es orejón, gris, sigiloso y se puede adaptar a cualquier ambiente. Está en un circo y es estrella de un número de la función. Va por una protesta contra los animales, es entregado en custodia, se libera, vaga por el campo, se involucra en una celebración y luego en una violenta venganza.
El mamífero parece no entender nada, aunque la mirada que le proporciona la cámara es la de alguien, un ser que, en el fondo de su inexistente raciocinio, puede entenderlo todo. Su ojo cristalino parece captar el sufrimiento y la bondad que existen en el mundo, y que a él le toca gozar y padecer.
Al seguir al animal se abre una perspectiva inédita del punto de vista de un personaje de la creación al que no se le presta mucha atención. Pero un borrico siente dolor cuando le dan palos y se entristece cuando lo encierran. Tiembla de pavor cuando se encuentra solo en el bosque y escucha los lobos que amenazan devorarlo.
Hay formas nuevas desde esta mirada que permite entender la vida desde un ángulo diferente. A veces la narrativa se atropella y las intenciones no quedan del todo claras. No es sencillo entender qué quiere el asno.
Sin embargo, hay que adaptarse a esta propuesta que raya en el absurdo, porque es el bicho, en su forma de juez insólito, el que durante todo el tiempo se toma la libertad de mostrar a los hombres y mujeres un reflejo de sus propias actitudes, que los pueden enaltecer o hacerlos rebuznar por su irracionalidad.
Además de la contemplación, que puede aportar reflexiones sobre lo que es la sociedad, el director presenta tomas alucinantes y vertiginosas, como una forma audaz de presentar la realidad del jamelgo. Con asombrosos encuadres, coloraciones e iluminación, el espectáculo deja de ser, por momentos filosófico, para convertirse en una delicia visual. La cámara se coloca a nivel del burro, aunque a veces vuela, o se posa por encima de todos con una majestuosidad que impone.
El manejo de imágenes atrevidas, mezcladas con estruendos y silencios, para provocar emociones perturbadoras, son un logro para un cineasta de 84 años que ha sabido avanzar con la modernidad.
Su mérito mayor es que puso a actuar a un burro.
Eo es una cinta corta en duración, pero intensa en drama.