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"Tár": retrato de una genio

En plena época del #MeToo, Lydia Tár se convierte en un caso ejemplar de la persona que utiliza su desmedido poder para influir en la vida de las personas, a veces con resultados nada favorecedores.
viernes, 24 de febrero de 2023 · 19:21

MONTERREY, N. L., (apro).- Lydia Tár tiene el perfil de una genio. Como directora de la orquesta mayor de Alemania, se prepara para lanzar un libro de reflexiones sobre la música, y presentar ante el gran público la compleja Quinta Sinfonía de Mahler. Sus expectativas son las de una mujer espectacularmente exitosa.

Obsesiva y perfeccionista, se encuentra en el momento más alto de su carrera como conductora, y emplea tiempo considerable como profesora, para preparar a los jóvenes, sometiéndolos a enormes presiones para que saquen lo mejor de su arte.

Hasta que el peso de la responsabilidad, la auto exigencia y sus propias debilidades amenazan con colapsar el universo de cultura y reconocimiento que ha elaborado a lo largo de los años.

Tár (Tár, 2022) presenta a Cate Blanchett en el momento más alto de su brillante trayectoria, como una de las actrices más dotadas de la actualidad, enfilándola como la sucesora natural de su majestad Meryl Streep. En esta interpretación, hace un trabajo excelso, en un papel inventado, al que hace pasar como una verdadera biografía, como si extrajera pedazos de la realidad, para insertarlos en un abstruso universo en el que se desarrolla.

Como se observa, la diva de la batuta busca equilibrar su vida vertiginosa y pública, con un entorno seguro y privado, que comparte con su hija pequeña, y su pareja, una mujer que es música y cercana colaboradora.

Para el lucimiento de su estrella, el productor, director y guionista Todd Field, crea una obra elevada y culta, con un profundo conocimiento sobre la temática de la música clásica, a nivel de experto. Públicamente lesbiana, Tár va a entrevistas, charla con alumnos, prepara su ópera, revisa el libro que estrenará. La primera parte del drama parece que es el recuento de los días de una mujer refinada, que encuentra confort en la perfección y en los detalles. La cámara, que la adora, sigue su hermoso rostro con acercamientos, para mostrar su inagotable expresividad.

En un inicio no hay historia visible. Los minutos transcurren mientras Blanchett proporciona el deleite de su actuación preciosista, transformada en un ser magnético, cargado de luz y energía al servicio del arte. Abundan los sorprendentes planos secuencia en los que se le observa mimetizada con este personaje singular, que opaca a todo lo que hay a su alrededor. Se presentan aspectos de su vida, como cápsulas que representan su cotidianeidad.

Luego, en la segunda parte, hay una implosión terrible. Entra en crisis el mundo de esta luminaria de los proscenios. Las obsesiones le pasan la factura y comienza a ser asediada por pifias consecutivas que comete, tratando de mantener la armonía de su vida. Hay señalamientos de maltrato hacia una persona, lo que deviene en una tragedia. Luego la pasión y el deseo la conducen a revertir sus prioridades y a faltarse al respeto. Mientras lastima a sus personas cercanas, comienza a lidiar con diversos problemas que la terminan por acorralar entre oscuros líos legales y cuestionamientos de su moralidad.

En plena época del #MeToo, Lydia Tár se convierte en un caso ejemplar de la persona que utiliza su desmedido poder para influir en la vida de las personas, a veces con resultados nada favorecedores. Desconcertada por sus propios tropiezos, la directora tiene que recurrir a las mentiras, aproximándose peligrosamente a la hipocresía. No permite fallas en su entorno, pero ella misma se encuentra atrapada por una obsesión sáfica, que pierde el juicio y la hace traicionar sus principios.

Queda, como saldo de los desatinos, una respuesta tajante de su entorno. Cruelmente evidenciada, cae sobre ella todo el peso de la cultura de la cancelación. Parece que el destierro es una salida digna y posible, para este monstruo de la corrección que se aproxima a la locura.

Tár exhibe de cuerpo entero, y en todas sus dimensiones emocionales, el retrato de una persona contradictoria, que se muestra inepta en conciliar sus intereses creativos con sus anhelos personales.

Cate Blanchett adquiere dimensiones de coloso de la actuación.

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