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“El niño y la garza”, obra maestra de Miyazaki sobre un viaje mágico de crecimiento

Otro triunfo del realizador japonés que, con el legendario estudio Ghibli, crea una historia espectacular de animación en 2D que es, al mismo tiempo, una alegoría sobre el dolor de la pérdida y un episodio en la vida de un chico que debe pagar un precio muy alto para crecer.
jueves, 28 de diciembre de 2023 · 20:07

MONTERREY, N. L. (apro).- En el corazón de esta fantástica odisea se encuentra el genio del director Hayao Miyazaki.

El niño y la garza (The boy and the heron, 2023) es otro triunfo del realizador japonés que, con el legendario estudio Ghibli, crea una historia espectacular de animación en 2D que es, al mismo tiempo, una alegoría sobre el dolor de la pérdida y un episodio en la vida de un chico que debe pagar un precio muy alto para crecer.

Con espectacular diseño, en un universo remoto de la campiña japonesa después de la Segunda Guerra Mundial, se puede apreciar la historia en la que abundan las obsesiones del realizador, como la protesta por la guerra, el recorrido del héroe, el encuentro con mundos mágicos y los seres fantásticos que aparecen para auxiliar a los humanos en sus riesgosos objetivos.

Mahito es un adolescente que ha quedado huérfano a causa de un ataque incendiario. Su padre empresario, Soichi, toma como nueva esposa a Natsuko, hermana menor de la fallecida. Disciplinado, el chico acepta a su tía como cuidadora, tratando de entender la decisión de su padre y adaptándose a una nueva vida alejado de la ciudad.

Cuando la madrastra-tía desaparece en una casa abandonada y embrujada, emprende la búsqueda guiado por una misteriosa garza gris parlante, que parece tener dobles intenciones. Lo que encuentra Mahito es una serie de revelaciones y retos que debe sortear, para salvar a su nueva mamá, al mundo y también a él mismo.

Sobresale la animación singular, hecha a mano, con sitios de belleza extraordinaria y personajes a las que le ha sido dada una enorme profundidad sicológica. Estos seres hechos con trazos artesanales están realmente vivos, a causa de las gesticulaciones, conductas e intenciones. Las imágenes en movimiento no envidian nada a la excelsitud de detalles que aportan los grandes estudios occidentales como Disney, Pixar o DreamWorks, por mencionar algunos de los más conocidos.

Pero además de presentar una imaginería deslumbrante, por su belleza plástica, está la narrativa de Miyazaki. De inicio, presenta un estado de melancolía del chico, que debe lidiar con el luto y el remplazo de su madre, mientras tiene que entenderse con nuevos compañeros escolares a los que rechaza. Pero luego, la historia corre vertiginosa. cuando el muchacho emprende la pesquisa en el mundo paralelo que hay adentro del caserón.

Muchas de las ideas y de la maravillosa propuesta estética hacen recordar al Viaje de Chihiro, El Castillo del Vagabundo y la Princesa Mononoke.

Porque Mahito es como Chihiro que se adentra en territorios ignotos y peligrosos, pero debe armarse de valor y enfrentar resuelto los peligros, pues de ello depende la salvación de las personas que ama. No importa que una comunidad de loros carnívoros puede servirlo para la cena, pues tiene que esforzarse hasta el límite de su capacidad para llegar hasta la meta y conseguir sus propósitos.

Como entrando en un sueño, el joven llega al fondo de la existencia misma, donde puede encontrar todas las respuestas, aunque debe de pagar una cuota altísima si quiere permanecer con privilegios de sabiduría e inmortalidad.

No son sencillos los dilemas que enfrenta, aunque deberá encontrar respuestas obligado a madurar con rapidez, pues ya no puede permitirse el lujo de seguir siendo un niño, cuando la ocasión demanda que crezca y se agigante ante los problemas.

Aunque la animación es familiar, la temática es adulta y por momentos se vuelve densa. Por encima de los simbolismos, las interacciones familiares pueden parecer hasta confusas, pues en los percances con los muertos que se hacen presentes en esta realidad paralela, pueden surgir algunas preguntas que quedarán en el aire, aún después de que finaliza el drama.

El niño y la garza es otra obra maestra de Miyyazaki, que crea otro entorno único y de personalísima hechura, para mostrar cómo un chico se sobrepone a la pena, al pasar por una severa lección de angustia que lo convertirá en una mejor persona.

Excepcional.

 

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