MONTERREY, NL (proceso.com.mx).- El director Robert Rodríguez tiene una asombrosa capacidad para elaborar historias sacadas por completo de la realidad, pero deliciosamente entretenidas.

En Hipnosis: Arma Invisible (Hypnotic, 2023) se mueve hacia los territorios de la fantasía, donde opera un dominio absoluto para hacer un thriller muy cercano al cine negro, en el que hace un sabroso batidillo de estilos de los maestros Alfred Hitchcock, Brian de Palma y Christopher Nolan.

Pero el principal homenaje que el realizador hace es a él mismo, con un personaje como el del policía Danny (Ben Affleck), que tiene algunas partes de El Mariachi. Se enfrenta contra una conspiración que ha atrapado colectivamente muchas mentes, que operan bajo el sortilegio de una magia muy poderosa, como los malvados pulgares de Mini Espías o los profesores alienígenas en The Faculty. En la Matrix, las réplicas del señor Smith visten traje negro y acá blazer rojo.

Rodríguez, como director, productor, guionista y editor, tiene control total de la filmación y hace lo que quiere, como un niño en una juguetería de entretenimientos de lujo. Lo suyo es realmente cine independiente. Por eso presenta una cinta B, de intriga, en la que nada es lo que parece y todo es distorsionado a causa de la hipnosis.

Como rúbrica de su trabajo hay que aceptar grandes dosis de humor, ciencia ficción descabellada y mucho sabor texmex, en una anécdota que ocurre en Austin.

En esta situación, muy parecida al Truman show, el agente vive triste porque su hija pequeña ha desaparecido secuestrada por desconocidos y no la ha recuperado. En medio de sus tristezas se involucra en la investigación del asalto a un banco que resulta espectacular y lleno de balazos, choques y explosiones.

El responsable es un hombre misterioso que parece ser un mentalista poderoso, que puede infiltrarse en la mente de cualquiera e implantarle falsas memorias, como Leo DiCaprio en Inception.

Para atraparlo, Danny debe auxiliarse de Diana (Alice Braga), una psíquica muy poderosa que se esconde bajo la fachada de una charlatana que lee el Tarot. La relación, que se convierte en una sociedad para encontrar la verdad, entraña secretos muy profundos que les podrán dar respuestas a los misterios que andan buscando en la persecución que hacen y de la que, simultáneamente, son objeto.

Desafortunadamente, en este interesante juego de engaños, plagado de giros inesperados y sorpresas, no existe tensión, pues el riesgo del protagonista nunca se siente real. En cambio, a millas de distancia se anticipa hacia dónde va la historia, luego de un recorrido con escape en motocicleta, en coche, a la carrera, pero en los que realmente no pasa nada.

Porque, fatalmente, el protagonista y los secundarios no muestran la trama, si no que la van platicando. Lo que pudieran ser emocionantes escenas de descubrimiento, para desenmascarar a los malditos, se va relatando, entre diálogos, mientras el policía, la psíquica y otros tipos que encuentran en el camino, van diciendo que hay detrás de todo lo que suponían verdadero.

Hasta que, en el tercer acto, se revela la conspiración, la historia toma un giro más rápido, pero demencial, pues las capas de realidad superpuestas son más de las que se suponía. Y, en cualquier momento, por magia del guion, los escenarios y los personajes se evaporan para dar paso a una realidad diferente que reconfigura el tablero y la partida por completo.

El saldo de Hipnosis es favorable para el que quiere ver una sencilla película con acción, que sí atrapa. Pero sí deja una deuda grande si se busca una cinta con intensión más profunda, pues esta no puede ser tomada en serio.

Está visto que Rodríguez no está al servicio de la crítica, si no de los fans, que le aplaudirán una vez más sus originales ideas, absurdas y divertidas.

(Y, ojo, hay escena de doble final en medio de los créditos).