Dolores Castro
Evocación de Dolores Castro en Bellas Artes: poeta, maestra, madre y abuela
La escritora nacida en Aguascalientes, el 12 de abril de 1923, fue ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2013, Nacional de Ciencias y Arte en Literatura y Lingüística 2014 y Medalla José Emilio Pacheco 2016.CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).–A poco más de un mes de su fallecimiento, la poeta Dolores Castro Varela recibió un homenaje póstumo en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, donde se reunieron diversos integrantes del medio literario y cultural, familiares, amigos y alumnos de quien fue también novelista, ensayista, maestra, crítica literaria y humanista.
En torno a este acto evocatorio de la escritora nacida en Aguascalientes, el 12 de abril de 1923, ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2013, Nacional de Ciencias y Arte en Literatura y Lingüística 2014 y Medalla José Emilio Pacheco 2016, se reunieron las poetas Coral Bracho y Marianne Toussaint, la escritora y académica Gloria Vergara y el poeta David Huerta, informó el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) a través de un comunicado.
Titulado “Dolores Castro, una vida de poesía y enseñanza”, el sentido homenaje contó asimismo con la participación de Javier Peñalosa Castro y Javier Peñalosa Mendoza, hijo y nieto, respectivamente, de la autora de “¿Qué es lo vivido?” y más de una decena de libros.
Poeta y guionista, Peñaloza Mendoza anticipó que no hablaría de la escritora, maestra y poeta, quien murió el pasado 30 de marzo, sino de su abuelita y recordó varios aspectos de su vida. Consideró, al citar al poeta ruso Joseph Brodsky, que si los humanos somos el animal que habla, lo mejor de las palabras y el lenguaje es la poesía y “sería la medida precisa para juzgarnos”.
Añadió que Dolores Castro coincidía con esta idea:
“Y también creo que, en el caso de que esto fuera cierto y no tendría porqué no serlo, las puertas del cielo se abrieron para recibirla y también creo que esto hubiera sucedido, aunque ella no hubiera escrito nunca ni media palabra porque para mi abuela, como podemos atestiguar los que hoy nos reunimos aquí, la poesía no se reducía a la escritura, sino que se expandía hacia esa otra forma de lenguaje que es la existencia.
“Nunca olvidaré y probablemente nunca me cansaré de repetir lo que alguna vez me dijo: ‘Javierito, está la poesía que uno hace, la poesía que uno escribe y la poesía que uno es’, y esa es la más importante, y sí, para mí la suya era una poesía de ser, una poesía de la sencillez, le acomodaron nuestras palabras con el mundo desde un lugar amoroso. Una poesía que se acerca al lenguaje desde una conciencia asombrada e infinitamente agradecida con el milagro de existir, al menos a mi juicio, para mi abuelita, el habla, las palabras, el verbo eran todavía una cosa sagrada, un espacio compartido con el alma de las cosas y de los seres, y esa poesía, que mi abuelita era, se manifestaba y se manifiesta todavía en todos los aspectos de su vida”.
Su hijo Peñalosa Castro recordó a su vez anécdotas como cuando iban al mercado o les compraba zapatos y dijo que fue más allá de las expectativas que dicen acerca del ser humano (tener un hijo, escribir un libro o plantar un árbol), pues tuvo siente hijos, escribió 14 obras, plantó 21 árboles y tuvo miles de alumnos.
Para Coral Bracho, la poeta fue una maravillosa persona y extraordinaria literaria:
“Leer su poesía nos adentra de una manera directa y profunda en ese proceso suyo de percibir desde los más delicados detalles, hasta su sentido más esencial, la riqueza de un diálogo íntimo que entabla con el mundo que la
rodea y la integra: con la naturaleza, la tierra, el agua, el viento, los animales, las plantas, con su entorno social y político y consigo misma”.
En su turno, el escritor David Huerta admitió que trató poco a Dolores Castro, pero tuvo la oportunidad de compartir una conversación que lo marcó:
“Lolita tuvo la gentileza de invitarme a que conversáramos en un salón de la Feria del Libro en Guadalajara -la FIL-, fue una reunión extraordinaria, no sé porque magia de la vida, Lolita y yo nos podíamos mirar a los ojos con mucha fluidez”.
En el acto estuvieron la directora del INBA, Lucina Jiménez, y el director del Instituto Cultural de Aguascalientes, Carlos Reyes Sahagún.