Cine

“Amor sin barreras”

Que Steven Spielberg, director de Jurassic Park, osara un remake de tal clásico, se sentía como profanación, algunos se resisten y otros se rehúsan por completo a ver "Amor sin barreras" 2021.
sábado, 2 de abril de 2022 · 15:55

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– En su momento, 1961, Amor sin barreras fue, y quizá haya sido la ­película más premiada de todos los tiempos, dato que sólo se agrega al mito y a la nostalgia que la obra musical de Leonard Berstein, llevada al cine por Robert Wise, mantuvo por seis décadas; las atrevidas coreografías de Jerome ­Robbins escenificadas en los bajos fondos neoyorquinos, bajo los puentes, escaleras de escape de fuego, callejones húmedos, contrapunto musical entre jazz y mambo, estupendos bailarines, actores consagrados, como Natalie Wood… parecen insuperables.

De entrada, que Steven Spielberg, director de Jurassic Park, osara un remake de tal clásico, se sentía como profanación, algunos se resisten y otros se rehúsan por completo a ver Amor sin barreras (West Side Story; E.U., 2021); en favor de Spielberg, sin embargo, se sabe que es un mago del cine- espectáculo, capaz de manejar multitudes de actores y, sobre todo, que cuenta de sobra con recursos multimillonarios para probar su suerte. Conviene ver qué aporta de nuevo y qué pone en relieve de la obra original.

Hay algo que Spielberg mantiene claro: detrás de Amor sin barreras están Leonard Berstein, las letras de ­Stepehn Sondheim, y Shakespeare –por pedante que suene–, lo importante era recrear el universo musical original y lograr una tensión trágica; la historia de amor condenado de dos jóvenes que provienen de familias enemigas (Romeo y Julieta), que Ernest Lehman actualizó para cine donde una portorriqueña y un polaco enfrentaba bandas de blancos (los Jets), con latinos (los Sharks), en Nueva York, y que correspondía a una realidad de entonces. Y si Robert Wise dirigió una película de actualidad, 60 años convierten a Amor sin barreras en una cinta de época.

Posteriormente al colapso de las Torres Gemelas y el golpe de la pandemia, Nueva York no puede presentarse como antes: Amor sin barreras 2021 inicia con tomas aéreas de una ciudad devastada; sobre los escombros de barrios enteros demolidos para la construcción del Lincoln Center (la iniciativa de Rockefeller III desplazó a 7 mil familias de negros e hispanos), ocurre la historia de María (Rachel Zegler) y de Tony (Ansel Elgort); callejones, almacenes y fachadas traseras sirven de escenario a las coreografías originales de Robbins que Justin Peck expande y moderniza; el guion de Tony Kushner se hace un tanto más antropológico, cada bando tiene derecho a su propio resentimiento social, ninguno exento de machismo.

A diferencia, también, de la versión de 1961, salpicada de frases en español, ahora casi la mitad de la película está hablada en la lengua de los Sharks, el español se impone sin subtítulos en inglés; Ansel Elgort resultó un estupendo cantante, las quejas no faltan en la era del Me Too, Zegler es magnífica cantante pero no es portorriqueña, etcétera. Con derroche de recursos y talentos, coreografías como I want to live in America se muestran como espectáculo de festejo callejero, delirante.

El gran regalo para el público y fanáticos de Amor sin barreras es la presencia de Rita Moreno (la Anita original premiada con el Oscar, ahora actuada por Ariana DeBose), con un rol importante, es productora ejecutiva y canta a sus 90 años; la escena del intento de violación resulta escalofriante. En fin, la mejor manera de disfrutar este trabajo de Spielberg es tomar en cuenta que no se trata de un remake del clásico de 1961, sino de una nueva versión de la obra original de Berstein.

Crítica publicada el 27 de marzo en la edición 2369 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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