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“Apolo 10 ½: Una Infancia Espacial”: Odisea de la Fantasía

Todo Apolo 10 ½: Una Infancia Espacial es un bello recordatorio atemporal sobre los goces sencillos que se encuentran en lo cotidiano.
viernes, 1 de abril de 2022 · 21:29

MONTERREY, N. L., (apro).- El genio Richard Linklater parece estar permanentemente enfermo de nostalgia.

En su nueva propuesta de animación Apolo 10 ½: Una Infancia Espacial (Apollo 10 ½: A Space Age Adventure, 2022) captura momentos, emociones y escenarios que se vivían en la década de los 60, en Estados Unidos, cuando el país tenía como una de sus prioridades ganar la carrera espacial. El objetivo nacional, con visión científica y política, era llegar a la Luna, lo cual se consiguió en el verano de 1969, donde se ubica esta historia que rescata memorias del autor, que creció en Houston, cerca del centro de operaciones de la NASA. No muy lejos de su casa fue fraguada la odisea que llevó a Neil Armstrong al Mar de la Tranquilidad.

Como hizo en Boyhood: Momentos de una vida (2014) y, mucho más, antes en Dazed an confused (1993) hace un repaso de su formación como fabulador y su natural inquietud de crear historias, a través de geniales mentiras que presenta de forma transparente e ingenua, como el niño bueno que fue.

En esta cinta estrenada por Netflix se establecen líneas argumentales claramente definidas que durante toda la historia se intersectan, y que son, en esencia, el relato de una época matizada por una rica cultura pop. Mediante una técnica maravillosa de animación denominada rotoscopia, que ya había usado en Waking Life (2001), que crea imágenes 3D a partir de ambientes y cuerpos de la vida real, Linklater hace que sus personajes se muevan como en un sueño, en el que recrea una temporada que fue inolvidable para la humanidad.

Con la narración, en off, de Jack Black, muestra su barrio texano, próspero y seguro, en el que creció con su familia numerosa y típicamente estadounidense. Era fácil ser niño en ese tiempo, como lo muestra con una serie de situaciones que exhiben costumbres de adultos, las modas juveniles, y los problemas sociales que preocupaban al país, como Vietnam, la Guerra Fría y la discriminación.

Simultáneamente se presentan las progresiones del lanzamiento de la nave con la que Estados Unidos derrotaría a Rusia. Fueron años en los que la fiebre espacial ocupó, durante una larga temporada, la vida de un país, posicionándose en todo, pues entonces no había mayor preocupación colectiva que hacer que esos tres astronautas fueran y vinieran a salvo, para completar el mayor logro tecnológico en la historia de la humanidad.

Como línea, aparte, el mismo autor personificado en el protagonista Stan, se involucra en una misión ultrasecreta, en la que es preparado para que viaje en solitario al satélite natural, como una prueba de lo que harán, luego, los héroes que conoció la Historia Universal.

Toda la película es presentada como un largo monólogo, casi en forma de documental sociológico, que presenta el mismo niño, convertido en adulto que aún se emociona con sus pasadas vivencias. No hay momento de descanso. Los hechos se van sucediendo uno tras otro, mientras avanzan como en un carrusel de diapositivas, en un universo muy antiguo, donde prevalecían la modernidad y el entorno social próspero.

Al final, el realizador deja una profunda reflexión sobre lo que era ser niño y feliz. Y lo dice desde la perspectiva de los adultos, que son aburridos con preocupaciones, obligaciones y madurez.

Todo Apolo 10 ½: Una Infancia Espacial es un bello recordatorio atemporal sobre los goces sencillos que se encuentran en lo cotidiano.

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