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"El Gato con Botas: el último deseo": un minino espadachín
La fuerza de la película reside, principalmente, en la soberbia actuación vocal de Antonio Banderas que le impone una personalidad españolada y solemne, como el seductor ibérico que vaga por la vida sin destino, en busca de aventuras y amores peludos.MONTERREY, N. L. (apro).- A este gato arrogante se le acaban las vidas.
Luego de pasar por mil peligros, con temple temerario, el felino se da cuenta que solo tiene una última oportunidad y tiene que aprovecharla. Si la desperdicia se puede ir al más allá sin regresar, a diferencia de lo que le ocurrió en las ocho vidas previas, que desperdició en tonterías.
La película animada El Gato con Botas: el último deseo (Puss in Boots: The last wish, 2022) explora la posibilidad de que este minino enamorado se tome la vida con seriedad, algo que nunca ha hecho. Desde que apareció en la serie de Shrek, y su spin off del 2011, el personaje ha estado magnífico.
Su fuerza reside, principalmente, en la soberbia actuación vocal de Antonio Banderas que le impone una personalidad españolada y solemne, como el seductor ibérico que vaga por la vida sin destino, en busca de aventuras y amores peludos.
DreamWorks presenta este estreno en cines con una espectacular animación de textura 2D y 3D, llena de colorido y espectaculares viñetas. Hay que recordar aquellas maravillosos insertos de las cintas de la serie Kung Fu Panda, en las que el oso bicolor tenía evocaciones. Con esa misma técnica y con una paleta cromática similar se hizo toda esta suntuosa imaginería del gato que se hace acompañar de la simpática Kitty (Salma Hayek), una ladrona de garras afiladas que tiene cuentas sentimentales pendientes con el andariego.
Toda la odisea es un largo cliché de las cintas de espadachines, con el Gato que, por vez primera, enfrenta su destino y evidencia miedo. Decepcionado de su propia debilidad, deprimido por su aparente ausencia de valor, se refugia entre gatitos tiernos que le hacen ver la vida desde una perspectiva muy diferente y calma, como un micifuz normal y aburrido. Por supuesto que, como es constante en este universo, aparecen personajes de cuentos de hadas que son retorcidos para reinventarlos con una personalidad desapegada a la tradición literaria.
Hay una labor excepcional en el guion al dar un humor singular al protagonista, que se convierte en una caricatura del desafiante bandido que alguna vez fue. Antonio Banderas, que hace la alocución en inglés y en español, recurre a todos sus trucos para exagerar el acento ibérico, dándole una connotación de gravedad a actos que, en realidad, son bastante banales. El truco es que todo se lo toma muy en serio, lo que lo hace doblemente cómico.
Está tan bien conformado el elenco que, en largos momentos de la cinta, el principal es rebasado por los secundarios. El Lobo, uno de los grandes personajes, interpretado por el siempre atractivo Wagner Moura, es como un pistolero que representa la muerte que acecha de manera permanente al arrogante felino, afectado por ataques de debilidad cuando siente que se le escapa la existencia que le queda.
Ricitos de Oro (Florence Pugh) y los tres osos del cuento, son una banda de atracadores crueles, con acento pronunciado, que andan persiguiendo al legendario gato.
Todos andan en busca del valioso mapa que los conducirá a obtener un deseo, con el que cada quién busca obtener una gran recompensa.
En el esperado final de la confrontación, el Gato debe arrostrar sus angustias y entender lo que es realmente importante, aunque para llegar a sus conclusiones tiene que arriesgarlo todo.
El Gato con Botas: el último deseo es una deliciosa aventura western, con humor inteligente, misticismo y mucha acción.