Teatro

Héctor Bonilla baja el telón

Siempre con sentido del humor y un gran compromiso por su país, fue un hombre de teatro, cine y televisión. Actor incansable, egresado de la Escuela de Arte Teatral del INBA, inició en 1961 en Historia de un abanico de Goldoni.
martes, 6 de diciembre de 2022 · 11:14

CIUDAD DE MÉXICO (apro).–"El que me vio me vio y aquí acaba la función”, fueron las palabras que Héctor Bonilla dejó para su epitafio antes de morir el pasado 25 de noviembre, después de luchar con un cáncer sus últimos años.

Siempre con sentido del humor y un gran compromiso por su país, fue un hombre de teatro, cine y televisión. Actor incansable, egresado de la Escuela de Arte Teatral del INBA, inició en 1961 en Historia de un abanico de Goldoni, y participó en el gran espectáculo dirigido por José Luis Ibáñez en 1968, Marat/Sade de Peter Weiss, que apenas hacía cuatro años se había estrenado en Alemania. Una gran innovación con más de 40 actores en escena, presentado en el Teatro Jiménez Rueda.

Desde los años sesenta trabajó en cine y televisión, en donde tuvo una vida muy activa. Año con año participaba en películas y telenovelas que todavía se recuerdan, como El carruaje, Los miserables y Viviana. En el cine, con Meridiano 100, ganó su primer Ariel en 1973, y se dio a conocer con mayor fuerza por su actuación en María de mi corazón y Rojo amanecer, compartiendo cartel con María Rojo.

Esta película de 1989 fue fundamental para el cine mexicano, pues versa sobre el movimiento estudiantil de 1968, en donde también se desempeñó como productor junto con su esposa Sofía Álvarez. Cuando Héctor Bonilla conoció el guion “Luces en el cielo”, escrito por Xavier Robles y Guadalupe Ortega, que estaba empolvado en el Banco de Guiones del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica y la Sogem, decidió producirlo. Por el tema, sabía que tenía que filmarse de forma clandestina, y buscó a los mejores de su generación. En la época salinista la intentaron censurar, pero la movilización de los escritores y la comunidad fílmica logró desenlatarla, y la población mexicana pudo ver esta cinta que terminaría llamándose Rojo amanecer y se convertiría en un clásico; por ella le dieron nuevamente el Ariel a Mejor actor, a Jorge Fons el de mejor director, y muchos otros.

En el teatro tuvo una actuación memorable en El diluvio que viene, dirigida por Manolo Fábregas. Estuvo en cartelera de 1978 a 1981 con más de mil 800 representaciones. Cómo olvidar su interpretación del Padre Silvestre y su canción de “Clementina, Clementina… mmm”. Compartía reparto con Lupita Sandoval y Mónica Sánchez Navarro como coprotagonistas. En 1993 hubo una reposición en la que también intervino.

El clan de los Bonilla en el mundo del espectáculo es por muchos conocida. Su primera mujer, Socorro Bonilla, también actriz –con la cual procreó a Leonor Bonilla, quien fue actriz durante un tiempo, y a Sergio Bonilla, que se abocó a ser actor de televisión y doblaje y actualmente lo es de radio–. Héctor Bonilla también exploró el doblaje y prestó su voz en películas como el Libro de la Selva en 2016, haciendo la del oso Baloo, y al año siguiente interpretó al Dr. Méndez en Ana y Bruno, dirigida por Carlos Carrera. Se volvió a casar en 1985, y con Sofía Álvarez se mantuvieron unidos hasta su muerte, y emprendieron diversos proyectos escénicos. Con su hijo Fernando Bonilla también, como cuando éste en 2014 dirigió a su padre y hermano en Almacenados de David Desola, en el Foro Shakespeare, recorriendo varios teatros hasta celebrar 10 años.

En 2018, en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM, Fernando volvió a dirigirlo en Algo en Fuenteovejuna, donde interpretaba de maravilla su versión del personaje de José Manuel Mireles; se trató de una interpretación contemporánea de la historia de Lope de Vega del siglo XVII, con una perspectiva crítica y atrevida que no escatimaba en burlarse de los poderes institucionales y utilizaba el humor negro en pasajes violentos.

La posición crítica de Héctor Bonilla hacia el México que le tocó vivir se reflejaba en su militancia de izquierda. Fue disidente en la Asociación Nacional de Actores (ANDA), y junto con Enrique Lizalde y Claudio Obregón, entre otros, formó el SAI (Sindicato de Actores Independientes), desde donde lucharon por una mayor democratización de la organización gremial. Apoyó a Cuauhtémoc Cárdenas y a la Corriente Democrática, así como al PRD en su formación y a la 4T de López Obrador.

También en obras de teatro expresaba su visión crítica, como en la estupenda Los lobos del autor argentino Luis Agustoni que él coprodujo, dirigió y adaptó a México en 2008 en el Teatro Xola, y posteriormente, después de una gira, en el Teatro Libanés. Protagonizada por Jesús Ochoa y Pedro Armendáriz, entre otros, exponía a cinco políticos corruptos que discuten cómo salir bien librados de las acusaciones sin importar a quién perjudiquen, implementando prácticas inmorales y traicioneras.

A Héctor Bonilla se le rindió un homenaje de despedida en el Palacio de Bellas Artes, donde amigos, familiares y colegas resaltaron su trayectoria de lucha y sus talentos como actor, militante, director y gestor, subrayando su integridad y su calidad en su trabajo. Héctor Bonilla continuará en nuestra memoria a través del teatro y el cine como una persona admirable y comprometida, en este anhelo de construir un país más justo y democrático. 

Crítica publicada el 4 de diciembre en la edición 2406 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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