Federico Silva

Federico Silva, el pintor de "espíritu libre" que "rompió formas, pero jamás los contenidos"

Falleció a los 99 años de edad el martes pasado, el politólogo, escritor y especialista en artes plásticas Luis Ignacio Sáinz (Guadalajara, Jalisco, 1960) lo recordó ahí como un “espíritu libre” que “rompió formas, pero jamás los contenidos” de la Escuela Mexicana.
domingo, 4 de diciembre de 2022 · 12:10

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).-Luego de la exposición que se tornó también homenaje en el Palacio de Bellas Artes al escultor y pintor Federico Silva, quien falleció a los 99 años de edad el martes pasado, el politólogo, escritor y especialista en artes plásticas Luis Ignacio Sáinz (Guadalajara, Jalisco, 1960) lo recordó ahí como un “espíritu libre” que “rompió formas, pero jamás los contenidos” de la Escuela Mexicana.

Sáinz realizó la siguiente “Semblanza” sobre el artista, que pronunciará este 8 de diciembre en el Congreso del Estado de Tlaxcala --donde residía Silva--. Entregada a Proceso por el autor, se reproducen en seguida unos fragmentos. (NR)

* * *

En unas cuantas pinceladas se resumen las virtudes básicas de nuestro creador, a las que debemos agregar el respeto absoluto a sus convicciones y principios, en su calidad de orgulloso ciudadano de tiempo completo, y haciendo gala de su talento, imaginería y calidad de factura, hasta nuestros días. A un tris de cumplir cien años de próspera existencia mantiene el vigor y la profundidad en sus composiciones.

Siempre crítico, reconociendo los aportes de la Escuela Mexicana de Pintura y Escultura, fue ampliando sus horizontes estéticos, y escuchando sus voces profundas, provenientes de un nacionalismo cosmopolita, abierto, dispuesto a actualizarse. El distanciamiento con las formas del realismo, si bien estilizadas en su corpus, no constituye un abandono de los contenidos y las intenciones. La suya es una fábrica con pertinencia social, vigor técnico y armonía artística. Aun en sus primeros murales, de la Escuela Normal de Maestros (1949), la Escuela Margarita Maza de Juárez (1950) o el Instituto Politécnico Nacional (1953), se aprecia su soltura, movimiento y originalidad. Al paso del tiempo, se decanta su vocabulario, adentrándose en la abstracción y la geometría, descubriendo la tridimensionalidad, siendo pionero del cinetismo pleno, con fundamentación dinámica óptica. Entonces expresaría: “Pinto en libertad y con alegría”.

*

En los turbulentos años sesenta se trasladará a París para adentrarse en el cinetismo, discrepando de quienes lo practican allá a manera de efectos virtuales tipo el Op-Art, incluidos los sudamericanos. Federico Silva estudiará a fondo el movimiento, desde la mecánica, la física y la óptica, forjando sus personalísimos “autómatas”: máquinas habilitadas para generar fenómenos calculados y no accidentales.

*

El Palacio de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno y el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad albergarían exposiciones deslumbrantes de sus artefactos dinámicos que interactúan con el espacio, la luz y la sombra, y su nexo con la acústica, del principal creador de nuestro país. Una vez más el recinto donde comenzara su dilatado itinerario ha albergado una magna antología de sus hechuras plásticas, homenaje merecidísimo a quien ha permanecido fiel a sus principios, erigiéndose en un símbolo de resistencia política y cultural.

*

La herencia de los antiguos mexicanos se convirtió en la agenda de Federico Silva, y con equivalente complejidad y entusiasmo creador, a lo largo de su fértil existencia, se ha propuesto saciar sus ansias y las nuestras, abarcándolo todo, planteándose la más nimia inquietud, porque todo lo resiste menos la tentación. Guardián de la tradición, siempre y cuando ésta se abra a la interpretación presente, actualizándose y resignificándose…

Comentarios