Feminicidio
"No fue mi culpa", la serie que retrata el dolor de los feminicidios en México
En la trama, Mariana (Gaitán) debe enfrentar la peor tragedia de su vida cuando su hermana menor, a quién educó como una hija desde que quedaron huérfanas, desaparece misteriosamente una noche sin dejar rastro. Dos años más tarde, Mariana encuentra el cadáver de Lili.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El nuevo servicio de streaming de The Walt Disney Company Latin America para el público adulto, Star+, lanzó la serie No fue mi culpa, situada en México, la cual se centra en feminicidios y la lucha de los familiares de las víctimas por lograr la justicia ya que las autoridades los dejan solos.
Son 10 apisodios de 45 minutos, disponibles desde el 17 de septiembre, inspirados en hechos reales de mujeres de diversas edades, clases sociales y lugares de origen. Damián Alcázar, Paulina Gaitán, Raúl Méndez, Giovanna Utrilla y Gonzalo Vega Jr., son los protagonistas, que estuvieron bajo la dirección de Lucía Gaja, Ana Lorena Pérez Ríos y Julia Rivero con guiones de Alicia Flores, Ana María Parra Vázquez, Dariela Pérez y Emilia Salde.
Por zoom, Pérez Ríos expresa que deseaban “una narrativa con perspectiva mayoritariamente femenina, desde las escritoras, las productoras, las fotógrafas hasta el staff que hubo en el set, y fue una experiencia que nos juntó de maneras muy particulares”.
Gajá relata que laboraron meses:
“Fue un trabajo con una preproducción muy intensa, en donde tuvimos la fortuna de ser parte. Leímos los guiones y tuvimos la oportunidad de incluir un poco nuestro punto de vista, lo cual nos ayudó mucho para prepararnos, y somos muy conscientes del tema, la problemática y lo delicado que es hablar de algo que lleva años sucediendo en nuestro país.
“Tomar estas historias prestadas y convertirlas en ficción y trabajarlas, como decía Ana Lorena, desde el guión hasta el concepto fotográfico, el arte, el vestuario, en fin, creo que fue una experiencia muy única, en donde uno aprende muchísimo. Siempre tuvimos la preocupación de realizar este trabajo con muchísimo respeto y de una manera delicada y muy comprometida”.
En la trama, Mariana (Gaitán) debe enfrentar la peor tragedia de su vida cuando su hermana menor, a quién educó como una hija desde que quedaron huérfanas, desaparece misteriosamente una noche sin dejar rastro. Dos años más tarde, Mariana encuentra el cadáver de Lili y, desde ese momento, no descansará hasta saber la verdad: ¿quién mató a su hermana? y ¿qué pasó con ella durante esos dos años? No solo descubrirá que ella forma parte de las aterradoras estadísticas en una nación que no logra controlar los feminicidios, sino que, además, puede ayudar a otros y que su hermana ha dejado una importante herencia que podría devolverle la fe.
Mariana se cruza con personas como Pedro (Alcázar), padre de dos hijas desaparecidas, y Beatriz (Vicky Araico), madre de una hija que se ha fugado con un traficante de drogas, con quienes compartirá el dolor provocado por la violenta pérdida de seres queridos y la arrolladora convicción de llegar al fondo de las historias trágicas que los atraviesan. Paralelamente, también se encontrará con Santos (Méndez), el comandante de la Fiscalía de Personas Desaparecidas cuya empatía con la protagonista lo llevará a replantearse su responsabilidad en el mundo.
Rivero explica que las escritoras asistieron a la marcha del 25 de noviembre 2019, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, donde recogieron y se empaparon de todos los casos:
“Como dicen Ana Lorena y Lucía, fue un largo proceso de empatía con el tópico, respeto e investigación para tratar de llevar a la pantalla esta gama de casos de mujeres en nuestro país, con la mayor seriedad posible y gran sensibilidad. Se grabó en pandemia, en cuatro semanas. Lo cual muestra un músculo y un profesionalismo de todo el equipo: de sus directoras, sus técnicos, los actores y de cuidarse.
“Yo sentí este proyecto con mucha intensidad, porque tocamos límites en términos de miedos, de la pandemia, la presión, el tema, en fin, fue una experiencia realmente muy, muy enriquecedora. Para mí fue crecer. Y de que esto puede cambiar. Hay que hablar de estos temas con seriedad, que nos lleven a la reflexión y un poco a tratar de que la gente se sensibilice. Creo que es nuestra hora y hay que aprovecharla”.
Para Gajá, “los feminicidios no es un asunto que podamos arreglar solo entre mujeres, es de todos y todas”. Sigue:
“Nos pareció muy importante cuando estuvimos trabajando en los diálogos y en los personajes, en que en los capítulos hubiera hombres buenos. Que existiera una figura del amigo que ayuda, el hermano que busca, el novio que ayuda a su novia. Nos parecía importante que los hombres también estuvieran en esos papeles, porque los hay, muchos, y necesitamos de alguna manera realmente ser mucho más reflexivos y reflexivas y conscientes de la magnitud de la situación en la que estamos viviendo.
“Por eso el recalcar en la importancia de tratar esta problemática verdaderamente con pinzas y con un respeto absoluto hacia las familias y a las mujeres, y creo que todos y todas somos parte de la conversación, y ojalá nuestro trabajo y la serie pueda contribuir a eso”.
Pérez Ríos señala que intentaron narrar todo desde la educación visual que han recibido durante toda su vida creativa, “nosotros y todos los departamentos creativos”. Anexa:
“Es una visión en conjunto. Nuestro enfoque para contar las historias tuvo que ver tanto con el posicionamiento de la cámara, las escenas que contienen violencia, desde un lugar en donde queríamos contar historias humanas, más que historias físicas, lo cual no cancela ninguna de las violencias físicas que suceden. No sé si eso es una visión distinta, creo que será el público los que hagan ese juicio, pero lo que sí intentamos fue contarlas desde cómo hemos vivido nosotras esa violencia y esas historias”.
Rivero interviene de nuevo:
“Originalmente este proyecto era totalmente de mujeres, es decir, un tema de mujeres, el equipo completamente de mujeres, pero por la pandemia finalmente se incluyó a hombres en el crew. Fueron 351 personas, de las cuales 201 fuimos mujeres y 150 varones, que estaban en puestos de colaboradores; digamos que la dirección, las cabezas, eran mujeres.
“Yo creo que si hay una mirada diferente. Hay sutileza y este pudor de no enseñar la violencia per se, sino enseñar la violencia con los matices y con las complejidades que posee”.
No fue mi culpa también está en versiones para Colombia y Brasil. Es una historia general que atraviesa los 10 capítulos y hay distintas historias que se van narrando a través de esta temporalidad.