CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El célebre cineasta español Pedro Almodóvar vuelve a basarse en el texto operístico del francés Jean Cocteau (1889-1963), La voz humana, y esta vez logra un cortometraje homónimo, de 30 minutos, catártico y con muy buena factura, protagonizado nada más y nada menos que por la británica Tilda Swinton.

Almodóvar, que por primera vez escoge el inglés en su obra, ya había retomado el libreto del también poeta, ensayista y pintor en una breve escena de La ley del deseo (1987) y después en Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).

Esta vez es muy claro el tema del desamor y el dolor, el enojo, el odio y la traición hacia un examante, porque, tras cuatro años de relación, se va sin valorar lo vivido.

Aquí, Swinton recrea --en unos estudios de cine (eso sólo lo puede hacer el mismísimo Almodóvar)-- a una mujer que se pasa todo el tiempo mirando las maletas de su expareja que la deja por contraer matrimonio con otra. Durante tres días, ella sólo sale a la calle una vez para comprar una hacha y una garrafón de gasolina. Con ansia espera al tipo para que recoja las maletas, pero nunca llega.

La mujer además tiene el perro de él y extraña también a su amo. Ella vive el duelo de la pérdida de alguien que ama, se desgarra, se atormenta, se ilusiona, se desilusiona, se compadece, se miente, se desvalora, se vuelve monstruo para golpearlo o asesinarlo, pero solo son pensamientos y sentimientos. Sin embargo, saca el coraje para seguir adelante a pesar de llevar una herida en el corazón.

La música de Alberto Iglesias es fundamental para acompañar el sufrimiento de Swinton y la fotografía de José Luis Alcaine es un deleite.

La voz humana se estrenó en el pasado Festival internacional de Cine de Venecia, luego se exhibió en el Festival Internacional de Cine de Cannes, en fin. Y desde este 20 de agosto se estrena en las salas de México, distribuida por Cine Caníbal.