Cultura
Cultura: Los recuentos omisos
Los balances de fin de año, con cifras alegres y omisión de problemas forman parte de lo que, en el terreno cultural, no ha transformado el actual gobierno.CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– Los balances de fin de año, con cifras alegres y omisión de problemas forman parte de lo que, en el terreno cultural, no ha transformado el actual gobierno.
Baste como ejemplo el comunicado que tanto la Secretaría de Cultura (SC) como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) enviaron el 22 de diciembre pasado, titulado “En 2020, el INAH potenció el aprovechamiento de tecnología en favor de la valoración y difusión del patrimonio cultural”.
En él se pone énfasis a que no obstante la contingencia por el covid-19, se desarrollaron labores a distancia “con notables resultados”. Entre ellas el hallazgo de más de 270 mamuts y otras especies prehistóricas para las cuales se planea la construcción de un museo de paleontología.
Destacan, asimismo, “los trabajos de salvamento arqueológico que acompañan al proyecto Tren Maya, a través de los cuales el instituto vigila y supervisa que cualquier posible presencia de patrimonio arqueológico sea valorada, registrada, recuperada, estudiada y conservada”.
Se da cuenta por igual de trabajos de mantenimiento del Museo Nacional de Antropología, y la continuación en las obras de rescate de monumentos afectados por los sismos de 2017 en 11 entidades de la República al señalar: se han devuelto a las comunidades mil 123 inmuebles restaurados de los 2 mil afectados, por ejemplo.
Se afirma que el trabajo en materia de patrimonio no se detuvo y se conservaron, entre enero y septiembre de 2020, 12 mil 336 bienes inmuebles y muebles.
Y cuando el INAH fue noticia durante prácticamente la mayor parte del año debido a la insólita reducción del 75% en su presupuesto para 2020, Cultura afirma que logró gestionar con el Ejecutivo una ampliación de recursos por 481 millones de pesos para continuar con dicha reconstrucción.
Otra cara de la moneda
Con jiribilla, académicos y trabajadores en general podrían cuestionar, si se potenció el uso de tecnologías, qué ocurrió con la labor que ellos desempeñan y que ha sido desdeñada al no ofrecerles mejores condiciones laborales.
La realidad soslayada en los informes oficiales se puede leer en la revista virtual En el Volcán Insurgente (http://www.enelvolcan.com), cuyo número 62, el penúltimo del recién terminado año, está dedicado a la situación del INAH en la coyuntura actual del país y ofrece un vasto panorama de sus problemas desde diferentes enfoques, que no van desligados de la situación social.
Para el año que comienza no se avizoran mejores tiempos, la pandemia no ha terminado y las actividades del instituto no han podido reanudarse del todo, pues aunque su director Diego Prieto y los boletines oficiales insistan en que se continuaron muchas de sus acciones, para especialistas como el arqueólogo Leonardo López Luján las crisis sanitaria y económica obligaron a un parón en seco.
Apenas van unos días del 2021 y el panorama para muchos de los trabajadores del INAH y del sector en cultural en general no es bueno: Quienes estaban contratados por el capítulo 3000, y han luchado por años, décadas algunos, para regularizar su situación laboral, han denunciado en redes y diversos medios de comunicación que se incorporan a la ola de desempleados, pues simplemente no se les renovaron sus contratos.
En redes sociales se denunció el caso del historiador Edwin Álvarez, “no lo despidieron, simplemente no lo recontrataron”, escribió su colega de la Dirección de Estudios Históricos, César Valdez Chávez al calificarlo como uno de los mejores historiadores dedicados al siglo XIX, responsable además de la museografía y exposiciones en el Museo Casa de Carranza.
Ése es el punto, como señala Francisco Javier Guerrero Mendoza, de la Dirección de Estudios en Antropología Social en el primer texto de En el Volcán Insurgente: La labor de los trabajadores (profesores, investigadores, académicos, administrativos, restauradores, custodios) es la protección, investigación, recuperación de la herencia viva y el patrimonio cultural material de la nación.
El INAH “es la institución cuyas tareas sustantivas son las que proporcionan al país lo que el ilustre antropólogo Manuel Gamio consideraba esencial: El forjar a la patria”.
Añade que la institución “se debe a su emergencia histórica; apareció en un momento en el cual se dio un auge de los movimientos populares, de defensa de la soberanía nacional, de avance de las conquistas laborales y agrarias, de la lucha contra el subdesarrollo, en el marco del gobierno progresista de Lázaro Cárdenas, vigente de 1934 a 1940. Y como apunta el colega Ricardo Pérez Monfort, en su lucida biografía de este estadista, en esa época se privilegió una oleada de nacionalismo cultural, manifestándose, entre otras cosas, en la creación del INAH”.
Qué contrasentido que el gobierno de la 4T incluya en su ícono representativo la efigie del general, y esté precarizando aún más los presupuestos del instituto y dejando sin trabajo a muchos de quienes por años han contribuido a realizar sus tareas sustantivas.
“Miles de personas se han expresado en contra de los recortes al INAH, y ello muestra, como lo ha manifestado el director de la institución, el prestigio de la misma, pese a todas sus turbulencias y problemas internos y bien conocidos por ese director, el colega Diego Prieto. Muchos de esos problemas han sido causados por el desprecio a nuestro patrimonio cultural y el combate a su desarrollo, ejercidos por los gobiernos llamados neoliberales, anticulturales y antinacionalistas”, enfatiza Guerrero.
Arrolladores proyectos
Editor de la publicación, Paul Hersch cierra el número con un texto realmente contrastante con las campanas al vuelo oficiales titulado: “Recortes presupuestarios: ¿Es el INAH vagón o locomotora? ¿Y de qué tren?”.
Tras recordar parte de la triste historia de los ferrocarriles mexicanos, vendidos y desmantelados en el gobierno de Ernesto Zedillo, establece una metáfora con la situación del INAH, para cuestionar quién determina la ruta de la cultura en el país y qué proyecto conduce el instituto, si es que no simplemente se encuentra “enganchado a un convoy de conducción errática o incierta”.
Para el profesor investigador del INAH en Morelos, resulta lamentable que la defensa de la institución la estén haciendo únicamente los trabajadores, estudiantes y la población (hay que recordar que cientos de investigadores de diversos países se sumaron a través de una carta), pero las autoridades no tuvieran capacidad de presentar argumentos irrebatibles para que funcionarios y legisladores entendieran su relevancia
Explica que si bien muchos de los retos y problemas que ahora enfrenta el instituto resultan de problemáticas como el crecimiento demográfico, procesos de urbanización, impactos antropogénicos en los territorios y hasta contingencias naturales como los sismos, es evidente que para resolverlos se requiere más personal y recursos. Sin embargo, la respuesta ha sido la contratación de personal en condiciones de alta precariedad en todas las áreas: investigación, conservación, difusión, docencia, atención al público, mantenimiento, logística, administración, entre otras, “como si el sentido y la responsabilidad mismos de la institución fusen a su vez transitorios, eventuales o contingentes”.
Desde luego no basta con decir que muchos de estos problemas vienen de sexenios anteriores. Hersch lo ha dicho, la precarización es transexenal. Pero de la misma forma, deja de manifiesto que el gobierno actual, en lugar de resolver, ha decidido continuar precarizando al instituto para poner en primer orden presupuestario a la Guardia Nacional, la Defensa Nacional y la Marina.
Y por igual a sus megaproyectos como el Tren Maya, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la Refinería Dos Bocas y el Complejo Cultural Bosque de Chapultepec, al cual se le asignaron 3,508 millones de pesos, equivalente al 25.98% (la cuarta parte) del presupuesto total del Ramo 48, correspondiente a Cultura.
Un proyecto centralista (individualista se ha dicho también, pues lo encabeza un solo artista, Gabriel Orozco), sin plan maestro, que afecta al presupuesto de otras instituciones y que, en su opinión, debería ser sometido al parecer de trabajadores académicos y no académicos del INAH:
“…en particular el de aquellos que se encuentran en condiciones de precariedad contractual, el de aquellos que por ello han quedado fuera de la institución, y el de los estudiantes de sus escuelas. No de menor relevancia será impulsar al respecto el debate al interior del INAH, y a su vez, involucrar en lo posible a las comunidades que, simple y llanamente, en una naturalizada exclusión, no figuran como interlocutoras en este asunto de interés público”.
Muchos sectores de la sociedad demandan esa apertura al debate. Sólo que eso tampoco está reflejado en el feliz balance de fin de año.