Música

Tesis doctoral sobre Rockdrigo

El sociólogo y poeta guanajuatense Jesús Nieto Rueda defendió, en 2016, su tesis doctoral por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universitat Autònoma de Barcelona sobre Rockdrigo González.
domingo, 27 de diciembre de 2020 · 17:32

El sociólogo y poeta guanajuatense Jesús Nieto Rueda defendió, en 2016, su tesis doctoral por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universitat Autònoma de Barcelona sobre Rockdrigo González. Este 25 de diciembre se cumplen siete décadas de nacido el legendario Profeta del Nopal en el puerto de Tampico, Tamaulipas, sin que la crítica nacional del rock haya reparado en el estudio que hoy aquí se retoma para entender al siempre joven rockantrovero rupestre, compositor de la rola Estación del Metro Balderas.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En esta Navidad llena de blues, con la cual se anticipa el final de la segunda década del siglo XXI, la tristeza del año por morir obliga a la evocación del trovador rupestre Rockdrigo González, El profeta del Nopal, quien nació un 25 de diciembre hace 70 años en el puerto de Tampico, Tamaulipas.  

Suena increíble que la crítica del rock haya omitido reseñar Una poética de la crisis. Aproximación sociocultural a la canción urbana de Rockdrigo González, tesis de doctorado en Teoría de Literatura y Literatura Comparada, defendida desde hace cuatro años por Jesús Nieto Rueda (Salamanca, Guanajuato, 1983) en el Departamento de Filología Española de la Facultad de Filosofía y Letras, Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). La misma consta de cinco capítulos a lo largo de 409 páginas. El también poeta relata:

Rockdrigo es un fantasma que deambula por la Ciudad de México. Mucha gente desconoce al personaje de la estatua en la estación de Metro Balderas, pero raro es aquel que no ha escuchado alguna vez la canción de su autoría que alude a ese espacio, al menos en la versión más difundida, la del Tri. Su muerte en el terremoto del 19 de septiembre de 1985 ha contribuido a hacer del personaje una leyenda.

Para Nieto, el proceso de dicha investigación da cuenta del sitio marginal que continúa ocupando el rock en México. Fue por 1998 cuando oyó hablar de El Profeta del Nopal (bautizado Rodrigo Eduardo González Guzmán) tras asistir a la presentación de Tragicomedia mexicana 3, de José Agustín, en la Feria Internacional del Libro en Monterrey, Nuevo León, y leyó lo que escribía el novelista de la onda y autor rockófilo de La tumba y De perfil:

El rock en México cobró un gran impulso en los ochenta con el surgimiento del rock rupestre, un rock pobre, sin recursos, pero mexicanísimo y que expresaba verdaderamente a los jóvenes del país. El principal exponente fue Rockdrigo González, quien llegó de Tampico para cantar en las calles, metro y autobuses del DF, hasta que encontró una gran respuesta por parte de los chavos, quienes lo convirtieron en su gran héroe cultural.  

“Fuereño” –como Rockdrigo–, Jesús Nieto llegó a la capital en el 2000 pero no halló sus discos “en las tiendas más conocidas”. Un compañero de la escuela le prestó Aventuras en el D.F. (Discos Pentagrama, 1989) y amigos le dieron a escuchar la docena de rolas del clásico cassette “casero” Hurbanistorias (1983), donde el tampiqueño plasmó, solo, su Estación del Metro Balderas. Nieto estudió sociología en la UNAM, diplomado en Creación Literaria en la Sogem (Sociedad General de Escritores de México), y es autor del poemario Memoria itinerante (Colección México Ultramarino, 86 pp.), de reciente aparición, donde escribe:

Soy la memoria de un tiempo

suspendido,

soy más el recuerdo que quien

decide recordar.

Capturó su atención el obsesivo interés de Rockdrigo por la urbe capital y el terco afán de retratar a sus personajes (el ama de casa, la secretaria, el asalariado). Luego, Nieto viajó a Cataluña, España, y en el módulo coordinado por el doctor Enric Sullà en la UAB, debía presentar una investigación con base en los estudios culturales del Centre for Contemporary Studies de Birmingham, Inglaterra, ampliándolos a la sociología de la cultura.

Ya de regreso en México, un día en el traslado de la capital en transporte colectivo abordaron el microbús tres muchachos con sus instrumentos musicales. Luego de tocar una canción conocida de Los Fabulosos Cadillacs, el grupo argentino, anunciaron que interpretarían un tema de Rockdrigo González y enseguida comenzó a sonar “No tengo tiempo de cambiar mi vida”.

Al mismo Nieto, con esa rola, le cambiarían la suya propia. Constató que las canciones del Rockdrigo (casi ninguna grabada profesionalmente) respiraban, y devoró el volumen Te han quitado la promesa de ser viento. Imaginarios del ser, de la ciudad y del tiempo en Rockdrigo (Ediciones Navarra, 237 pp.), de Abilio Vergara Figueroa y Ricardo Pérez Rovira (Proceso 1794). Y se lanzó.

De Rodrigo a Rockdrigo

Jesús Nieto Rueda denomina al primer capítulo Elementos de sustentación teórica para una poética de la crisis (donde uno de los 12 apartados contempla “La sociología de la práctica: Pierre Bordieu”), comienzo probablemente muy denso para los seguidores del rock mexicano.

Pero en El camino del rockantrovero la lectura fluye mejor gracias a apartados como “Los rupestres, un grupo sin grupo”, contextualizado con entrevistas a los músicos rupestres, citas del esteta Herbert Read, de Carlos Monsiváis o de Parménides García Saldaña, y recortes periodísticos del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro 1971, por ejemplo.

Siendo González originario de Tampico, un puerto en el Golfo de México, podríamos señalar sus influencias naturales: del norte, la música popular estadunidense… y de la Huasteca, los ritmos tradicionales. […] González emigró primero a Veracruz (otro referente de música folklórica) para estudiar psicología durante un tiempo en la universidad estatal y eventualmente a la Ciudad de México. […] De muy chico había recorrido la región Huasteca… por el trabajo de su padre, ingeniero naval, también melómano… Luego, al lado de su amigo Brambila, que tenía motocicleta y después avioneta, conoció Michoacán y Oaxaca… El trabajo de su padre, quien al parecer era muy respetado como ingeniero naval, le permitió viajar mucho. El papá de Rodrigo es retratado como alguien que lo apoyó mucho, hasta que llega un punto en que se deslinda de él.

“–Mira cabrón–, no puedes vivir hueco. Ahí tienes un boleto de autobús para México… Y quinientos pesos. Que te bendiga Dios y vete a mercatear (sic) allá solo. Cuando seas hombre de bien, regresas...”

El ingeniero Manuel González Sámano [su padre] aprovechaba la ocasión para llevar a su hijo a comer a buenos restaurantes, además de darle consejos, pues cuestionaba la forma de vida de Rodrigo. Traigo esto a colación porque creo que es importante deslindar al padre literal de Rodrigo González, de la figura del padre en un sentido más simbólico. Hay que tomar en cuenta que Rodrigo leyó a Freud y a Jung. Referencias que de hecho aparecen en sus canciones, por ejemplo, en “Tiempo de Híbridos” (El profeta del nopal, 1986) y “Metro Balderas” (disco en Ozono/Pentagrama, 1986).

Para Jesús Nieto, la producción artística del Rockdrigo González se distingue por tres puntos:

“Buscó alejarse de los discursos de los productos difundidos por las industrias culturales y fomentar una conciencia de crítica social en sus letras; sus temas tienen una referencia evidente al contexto local, mayoritariamente citadino, y su forma de hacer música no tenía prejuicios al incorporar explícitamente elementos de música extranjera (blues, rock), al tiempo que homenajeaba tradiciones nacionales (huapango, son) en sus composiciones originales, proponiendo así una noción de lo híbrido.”

El tercer capítulo versa en torno a La cultura, lo popular y la identidad: problematización y puesta en juego de los conceptos, desvelando a Rodrigo en transición rumbo al nuevo Rockdrigo urbano, un músico maduro, independiente, quien “toca mejor que Bob Dylan”. El cuarto analiza 40 de sus canciones, y tras El legado de Rockdrigo y los rupestres, concluye Nieto:

El paso de los años va dando una pátina de vintage a la música de González, (que) además de ser emblemática… ha sobrevivido a los años. Su música está más allá de la leyenda. (Tesis en esta liga de internet). 

Este texto forma parte del número 2303 de la edición impresa de Proceso, publicado el 20 de diciembre de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí.

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