Cultura
Lanzan canción del músico indígena Kalulu masterizada por un ingeniero de Billie Eilish
"Turuami" canción masterizada por John Greenham, ganador del Grammy por su trabajo con la cantante de pop Billie Eilish, será lanzada este viernes 27 por las principales plataformas de música digital como Spotify, Amazonmusic, Deeser, Tidal music y iTunes.OAXACA, Oax. (apro).- Javier Meza López El Kalulu es el primer músico indígena que graba con John Greenham, ingeniero de masterización de la cantante Billie Eilish, ganadores del Grammy 2020.
Con el tema Turuami (Te amo en la lengua chocholteca), el músico oaxaqueño busca dar “voz a los pueblos que se resisten a morir y se resisten a morir no peleando con la actualidad, sino aprovechando las herramientas que da la tecnología para cantar nuestra verdad”.
Turuami será lanzada este viernes 27 de noviembre de 2020 por las principales plataformas de música digital como Spotify, Amazonmusic, Deeser, Tidal music y iTunes.
El compositor, interprete y arreglista de 32 años de edad sabe perfectamente que “la música es un elemento que puede conducir a visibilizar el idioma como el chocholteco”, pueblo originario de la mixteca alta de Oaxaca, del que solo quedan 814 hablantes, según la medición del INEGI de 2010.
Sin embargo, El Kalulu sostiene que solo quedan unos 100 hablantes Ngiigua y la mayoría son de la tercera edad.
En entrevista con Proceso confiesa orgulloso:
“Nuestra música, nuestra identidad, nuestras propuestas sí tienen un valor importante que puede trascender, entonces, con esa fuerza de historia, de cultura y un referente internacional, merece que la voz del pueblo chocholteca, la voz de los pueblos indígenas, es la nueva voz que queremos mostrar de Oaxaca”.
El Kalulu (palabra chocholteca que significa sapo) refiere que es originario de Tamazulapan de Progreso que significa tierra de sapos y retomó a ese animal porque es su nahual o protector.
El indígena chocholteco refiere que “el arte como tal debe ser un instrumento para un beneficio mayúsculo que el simple alimento del ego del artista”.
Es por ello que en esa búsqueda “me regresé a mi comunidad y me adentré para ver qué podía aportar yo también como parte de mi comunidad y me di cuenta que teníamos como región, como cultura, un desapego enorme a nuestra tradición indígena, nuestra identidad, por lo que empecé a contar historias, a hacer música que sensibilizara porque entendí que el arte es una vía muy importante para sensibilizar.
“De ahí me di a la tarea de componer música, de proponer sonidos, de contar historias y un elemento muy importante que yo quise utilizar es el idioma Ngiigua (Chocholteco) porque que es una lengua que está en peligro de extinción y forma parte de nuestra cultural”, agregó.
Visibilizar a los chocholtecas
Menciona que lo que intenta con esta música es visibilizar porque un rescate como tal implica muchas más herramientas, pero lo que pretende es visibilizar que hay una lengua, que hay una cultura, que hay una identidad, que hay historia.
Y en este tema de Turuami utiliza la lengua chocholteca como un elemento auditivo porque participan voces de señores hablantes y utiliza también la traducción para acompañar la melodía.
El músico de profesión comparte que se dedica a la música por herencia familiar y por eso estudió en la Facultad de Música de la UNAM “pero me salí porque no encontraba elementos o herramientas que representaran mi voz, me salí de la universidad y me fui a recorrer a las comunidades, los pueblos para poder tener elementos que representaran mi arte”.
“Ya pasaron ocho años que empecé a buscar mi identidad y a buscar la voz en mis comunidades y lamentablemente siempre en nuestros pueblos originarios tenemos muy marcada alguna conquista, la conquista del pensamiento, la conquista histórica que todavía nos persigue, entonces, en cierta manera al momento de salir de tu pueblo hay un inconsciente que te dice tú eres menor, tú vienes de un pueblo, tú no sabes viajar en metro, no sabes cómo funciona esto. Hay algo como de discriminación en ti que te sientes inferior”, abundó.
Al regresar comenzó a contar historias y a cantarlas en las fiestas patronales y ahí explicaba que son canciones que ellos le inspiraron.
“Yo no hablo chocholteco, yo hice una traducción con el maestro Gil Heriberto porque hay un promedio de 100 hablantes y todos rondan la tercera edad. Solo hay hablantes en Nativitas y San Miguel Tulancingo porque en los demás ya no hay hablantes”.
Cuenta que cuando fue a ver al maestro Gil Heriberto a Nativitas lo rechazó porque hay recelo por enseñar porque a muchos les ha compartido sus conocimientos, pero no ha trascendido en nada.
Cuando casi le cerraba la puerta, El Kalulu comenzó a cantar “Turuami, turuami, ella cantó” y el maestro se detuvo. Le dijo, eso es chocholteco ¿cómo lo aprendiste? ¿por qué lo estás cantando?
Le explicó que la música es un elemento que puede conducir a visibilizar el idioma y lo invitó a pasar. Ahí inicio esa relación y fue así que accedió a ayudarlo a la traducción.
La colaboración de John Greenham
Confiesa que ya tiene unas 20 obras basándose ya en la cosmovisión de su pueblo, sin embargo, el álbum que lanzará contiene siete canciones y Turami el primer tema de lanzamiento bajo el sello discográfico Triplet que realizó con la colaboración de John Greenham ganador del Grammy por su trabajo con la cantante de pop Billie Eilish.
Al contar el proceso de esta obra reconoció:
“Siempre he sido un crítico de la música tradicional oaxaqueña. ¿En qué aspecto? En el aspecto de que tenemos que renovar la tradición, ya no podemos seguir viviendo del pasado, seguir agarrándonos de una bandera de hace 100 años, la tenemos que tener presente, pero tenemos que contar también nuestro presente.
“Yo algo que siempre le critico a la música oaxaqueña, crítica constructiva lógicamente, es que siempre vivimos del pasado, nos agarramos de una bandera que nos posicionó en algún tiempo y ya no podemos dejar porque tal vez seguimos siendo conquistados o nos da miedo o seguimos atados a la tradición”.
Aclara:
“No es que yo esté en contra de la tradición, a mí me encanta, yo disfruto, yo bailo sones y jarabes, las chilenas, pero no podemos vivir nada mas de esos, tenemos que aventurarnos a encontrar nuestra propia voz.
Para reforzar su dicho dice:
“Ya hay que dejar en paz a La Llorona. Está bien, hay que cantarla, pero ya nomás falta sacarla en versión reguetón, no hay que seguir viviendo del Dios nunca muere, de la Canción Mixteca, son elementos que nos dan identidad, pero ahora hay que mostrar qué somos en esta actualidad. Ya no vivimos en el año 1900, ya somos otros, entonces, no podemos seguir haciendo Llorona versión, jazz, blus, guguancó…
“Ya no somos eso, tenemos que tener el valor para identificarnos, qué somos, qué virtudes tenemos en la actualidad y utilizarlos para tener una voz que nos dé identidad en este presente. Hay estancamiento en la música, de vivir del pasado, se tiene que renovar, y no lo digo nomás por criticar, lo digo con una propuesta”, añade.
“En esa búsqueda yo empecé a hacer nuevas propuestas tanto de armonía, melodía, de letra, de lírica y eso me llevó a que cuando se dio el momento de grabar el disco por un apoyo que vino de parte del INPI, no quise hacer un disco común, yo quiero hacer una experimentación sonora a través de lo que yo he vivido, quiero explorar nuevas herramientas de composición, de grabación, de mezcla”.
Para ello se tuvo que ir a Puebla y ahí encontró el sello discográfico Triplet que entendió un poco su propuesta y la vio como un reto porque en esa grabación metió quijadas de burro, huéhuetl (instrumento prehispánico), ocarinas (silbatos prehispánicos), guajes, el idioma chocholteco y su voz grave, guitarra con cuerdas de nylon y tuba para el bajo.
“Era una mezcla, como un revoltijo, que ellos decían no va a cuadrar porque ya técnicamente es difícil, los metí en ciertos apuros, pero salió”, cuenta
“Cuando vimos que tenía un potencial muy grande, pues es música nueva, es una experimentación nueva, una voz diferente, la quisimos llevar a otro nivel y trabajamos mucho para que quedara lo más pulcra posible. De ahí abrimos la posibilidad de enviárselo a John Greenham, quien hace trabajos de los mejores del mundo”.
Se la enviaron para que le hiciera el máster, el acabado final, que es acomodar las frecuencias en cada lado, resaltarlas, pulirlas, para que se escuchen bien todos los efectos y se potencialicen, a parte del sonido 8D que genera una sensación de espacialidad. Y de repente su asistente dijo, va.
Un día los de la disquera la hablaron para decirle: “Kalulu ya llegó la respuesta y nos mandaron el máster. Mandó el link y cuando lo escuchamos quedamos impresionados por el trabajo realizado. Todo lo que se escucha es claro, nítido, hizo un trabajo increíble con tu música”.
Cuenta Kalulu:
“Aunque el proceso fue estresante y complicado. De mucho trabajo. Yo tenía una fe muy grande, es el proyecto de mi vida. toda mi vida he estado trabajando para llegar a este proyecto con los instrumentos prehispánicos y que la obra tuviera esa honda mística, que te trasladara a ese mundo etéreo, místico y se logró”, confiesa con orgullo.
Entonces, “para mi es una satisfacción enorme porque es la concreción de una vida de lucha, es la voz de los pueblos que se resisten a morir y se resisten a morir no peleando con la actualidad sino aprovechando las herramientas que dan para cantar nuestra verdad”, finalizó.