Ajedrez

Ajedrez: De las buenas intenciones a la realidad

De todos los mexicanos que en 2017 fueron al Juego Panamericano juvenil e infantil en Costa Rica, solamente Sión Galaviz ganó la medalla de plata. Los demás quedaron entre los 10 primeros. Esa es la realidad del ajedrez nacional.
domingo, 18 de agosto de 2024 · 15:20

CIUDAD DE MÉXICO (apro).– Hoy, gracias quizás a Internet y las redes sociales, se puede publicitar cualquier cosa, aunque sea “chafa” o inútil. Hace muchos años unos vivales consiguieron que la UNAM les diese cabida con su página sobre supuestos temas biológicos, pero en realidad se trataba de pseudociencia.

Por azares del destino hallé la página en cuestión y cuando vi de lo que hablaba, la denuncié a las autoridades de cómputo de la UNAM, que la quitaron de inmediato. Y ojo, no es que la pseudociencia no tenga cabida en este mundo, simplemente que la UNAM no es el sitio para hacerse eco de esas patrañas que ya cada quien creará o no.

Y como decía, las redes sociales ahora publicitan cualquier cosa. En ajedrez, por ejemplo, se anuncian los “grandes logros” de los niños ajedrecistas, aunque estos sean en el mejor de los casos magros. Se aplaude todo lo que hacen estos geniecillos posmodernos, de acuerdo a quien publica estas notas, que en general son los padres de dichos niños, y nos hacen creer que tenemos montones de Magnus Carlsen aún no descubiertos.

La realidad es otra. Son niños que juegan un ajedrez como aficionados. La mayoría tiene un rating de segunda o tercera fuerza, pero en Internet nos los presentan como maestros, por decir lo menos. Y como estos niños viajan a torneos y festivales internacionales (casi siempre pagado por los respectivos papás), entonces se les hace un show mediático como si ellos estuviesen jugando el Mundial de Ajedrez, cuando en realidad juegan un ajedrez de 3a fuerza.

Y ojo, no creo que esté mal que los niños compitan, sino que nos salgamos de la realidad sobre el mérito de sus triunfos. Niños y jóvenes que fueron en su momento a los festivales mundiales en Grecia o España, prácticamente ya ninguno juega. Sus resultados en esas competencias fueron desastrosos.

Nuestros enviados a jugar el Sub-18 quedaron en los últimos lugares y no es para sorprenderse si se tiene en cuenta que había grandes maestros y maestros internacionales, con ratings de 2500 y casi 2600, en algunos casos. Así no hay fogueo ni competencia, es una simple masacre.

Y si hablo de esto es porque hace tiempo, en Coahuila, un jovencito de 16 años aparece en una entrevista, en donde el autor de la misma dice que este muchachito ganó una beca para estudiar en Rusia, y que se la ganó gracias a sus buenas artes en el ajedrez.

La realidad es que probablemente no es así, porque el jovencito en cuestión tiene 2041 Elo y con eso, como una vez el GM cubano Silvino García le dijo a una ajedrecista mexicana que quería jugar el torneo Capablanca in memoriam, que al decirle su rating le comentó: “hija, con ese Elo no cocinas ni un huevo frito”.

Y entonces esto que estoy escribiendo lo puse, con otras palabras, en la página de Facebook en donde se anunciaba el asunto. Y no me faltaron quienes no les gustara lo que les dije. Alguno de ellos me dijo que estaba demeritando al chico becado, pero la realidad, de nuevo, no es así.

Digamos que ya es importante poner las cosas en claro y en su justa proporción. El chico ajedrecista tiene 16 años y 2041 de Elo. En Rusia -creo- hay unos 5 millones de ajedrecistas registrados en dicha federación (podría estar equivocado en la cifra exacta), y claramente 2041 puntos es un Elo (la puntuación que define la fuerza ajedrecística), que no va muy lejos, pues hay grandes maestros de 15 años con 2500 puntos Elo. Entonces, ¿qué aplaudimos? No lo sé.

Pero, además, el artículo dice que el chico ha jugado varias veces en Cuba, aunque no se indica en qué lugar quedó. Y yo sé la razón: los torneos abiertos de ese país son durísimos. El Capablanca in memoriam tiene siempre unos 20 grandes maestros y otros tantos maestros internacionales que participan. Nuestros jugadores mexicanos titulados no han podido ganar ese torneo y no es una queja ni un reclamo, es una realidad. Hay mucho más nivel en Cuba que en nuestro país. Por ello, nuestro pequeño héroe becado simplemente habrá jugado y si le fue bien, habrá hecho la mitad de los puntos en disputa. No veo que se pueda hacer mucho más con 2041 puntos Elo.

Y de nuevo, todo esto es para ubicarnos en la realidad de nuestro ajedrez. De todos los niños que fueron a ese torneo juvenil e infantil en Costa Rica, el panamericano (hace algunos años), solamente Sión Galaviz sacó medalla de plata por desempate. Los demás, si acaso, quedaron entre los 10 primeros. Pero después, algunos de esos niños se apersonaron en un torneo similar en Estados Unidos y todos quedaron en las últimas mesas. Pero de eso no hablamos, no decimos nada, porque no es políticamente correcto, porque no queremos que los chicos se desanimen quizás.

El asunto es que hay una curiosa doble moral en este país. No hablamos de personas con discapacidad porque es mejor decirle personas con capacidades diferentes. Como si “personas con discapacidad” no hablara de esta realidad que siempre queremos tapar. El mexicano y sus eufemismos continuos, para mostrar que somos sensibles, pero eso no necesariamente ayuda. Para mejorar hay que enfrentar la problemática y esto claramente no se quiere hacer porque la realidad no nos gusta. Por eso nos andamos una y otra vez con eufemismos.

Y solamente he tocado el ajedrez, pero en otros campos se dicen cosas públicamente. Por ejemplo, en un video que circuló por las redes hace tiempo (pero vigente si se trata de ventilar los problemas del futbol mexicano), seis locutores, especialistas de futbol (entre ellos Hugo Sánchez), discuten los pormenores de nuestra fallida selección. Un comentarista dice que México no está preparado para ganar ninguna copa del mundo y entonces se le echan encima. Le dicen que tiene una “mente chiquita”, que “hay que tener sueños”, que “con esa mentalidad no vamos a ninguna parte”, etcétera. Pero es cierto lo que decía el comentarista criticado: estamos lejos, muy lejos de ser potencia en futbol. Si jugamos con los brasileños pues decimos que finalmente es una potencia por tradición, muchas veces campeón mundial. Si nos tocan los teutones entonces decimos que son más fuertes. Si nos tocan los de Jamaica tememos que sean más rápidos. Vamos, todos tienen atributos que nuestra selección no tiene. Y entonces no se quiere enfrentar la realidad, sino el seguir soñando con ganar cuando no hacemos nada para ello.

Soñamos con el triunfo, pero no hay preparación realmente. No trabajamos sobre nuestras limitaciones y pensamos que vendrá el Chicharito o Carlos Vela a resolver la eterna crisis de una selección que es un negocio y que, calificar al Mundial, simplemente sirve para que la afición desembolse cuánto dinero tenga en apoyar a estos buenos para nada. Y es por ello que, probablemente, hay tanto enojo por los últimos resultados y, de hecho, en ocasiones se apela al “ya nos toca (ganar)”, como si fuese manda espiritual, como si existiese la justicia divina que ya tiene que ponernos en el lugar de honor. Pero la verdad es muy simple: viven en las buenas intenciones y no en la realidad. Y de buenas intenciones está empedrado el infierno.

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