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Computación: Tal vez ni Dios es todopoderoso

Este tipo de argumentos ya han sido refutados por Richard Dawkins (en su obra El Relojero Ciego), uno de los biólogos evolucionistas más importantes en el mundo. Desde luego la religión católica ha usado la idea de Dios para adoctrinar a las personas y así controlar su conducta.
domingo, 26 de mayo de 2024 · 14:00

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).-Discutir acerca de la existencia de Dios es muchas veces inútil pues eventualmente se convertirá en una discusión de sordos. Mucha gente cree en un dios (no nos preocupemos por el momento a qué dios o religión se refiere) y todo se reduce a un acto de fe. Sin embargo, hay quien quiere anteponer “pruebas científicas” para validar la existencia de un dios. Y para ello en ocasiones apelan, por ejemplo, a la creación del ojo humano, asunto tan complejo que no puede siquiera suponerse que esto es parte de una evolución natural. Este tipo de argumentos ya han sido refutados por Richard Dawkins (en su obra El Relojero Ciego), uno de los biólogos evolucionistas más importantes en el mundo. Desde luego la religión católica ha usado la idea de Dios para adoctrinar a las personas y así controlar su conducta. En cambio Spinoza pensaba que la Naturaleza–Dios es su propia causa y la única esencia existente.

Como puede verse, las discusiones sobre la existencia de Dios pueden ser infinitas y también estériles. Y no obstante todo esto la pregunta sigue estando vigente: ¿Existe Dios? Yo soy de una idea parecida a la de Spinoza y entiendo que Dios –en caso de existir– no se anda fijando en lo que hace o deja de hacer el ser humano. Sus acciones pasan desapercibidas por el creador que –quiero creer– debería tener mejores cosas en qué ocuparse. Y piénselo, lector/lectora, con tanta maldad en el planeta, desastres naturales que matan a miles de personas de un plumazo, de enfermedades terribles que existen, como la leucemia infantil, pues todo eso no habla de un Dios omnipotente. Pareciera que sus propias reglas lo acotan.

De pronto leo sobre algún tema y encuentro alguna relación que parece que descubro entre lo que leo y la existencia de Dios. Me explico: Stephen Wolfram (el creador de Mathematica), es un experto reconocido en los autómatas celulares. Su libro “A New Kind of Science”, trata el tema de manera profunda y es uno de los libros mejor armados y trabajados sobre esta cuestión. Wolfram, sin embargo, después de tantos años de estudiar los autómatas celulares, creyó darse cuenta que quizás –sólo quizás– el universo y todas sus leyes podrían ponerse en términos de un autómata. Y puso manos a la obra. Es evidente que más de un científico estará en contra de las ideas de Wolfram porque finalmente el edificio de la física parece tener cimientos muy fuertes. ¿Pero qué tal pensar que hay una alternativa a todas estas ideas? Wolfram las analiza en un nuevo libro que se llama “A Project to Find the Fundamental Theory of Physics” y tiene asociado una página web.

En esencia la idea de Wolfram es que las reglas de la física quizás sean simplemente un elaborado autómata celular. Wolfram, cuando estudia este fenómenos de los autómatas celulares en una dimensión, se da cuenta que ciertas reglas ciegas producen resultados azarosos y muchas veces emergen propiedades inesperadas. Esto se ve en otros autómatas, como la “hormiga de Langton”, donde a través de reglas poco menos que triviales, una “hormiga” se mueve en un plano y eventualmente genera un comportamiento emergente: una especie de “autopista”, lo que se llama en Teoría del Caos un atractor,  que no es fácil de explicar.

Y es aquí donde me llama la atención el tema. Si asumimos que el universo tiene reglas que pueden mostrarse como un elaborado conjunto de reglas ciegas –vamos, un autómata– entonces podrían generarse comportamientos emergentes, es decir, comportamientos inesperados que podrían contener una estructura que se sale de lo que es el simple azar.

Nosotros los humanos sabemos que los autómatas en una dimensión de Wolfram, en algunas reglas particulares, requieren que se haga la simulación explícita del autómata para poder saber qué pasa en alguna generación particular. Vamos, no existe ningún atajo y no podemos saber la evolución sin hacer el desarrollo –generación por generación del autómata– para entender el resultado en un momento específico. Y si esto es así, y si Dios creó el universo y las leyes de la física como un autómata, es muy probable que el mismísimo Dios requeriría hacer la simulación para ver lo que podría ocurrir a su autómata (el universo), después de N generaciones. ¿Y por qué Dios no sabría? Simple, porque nacen comportamientos emergentes, es decir, el autómata muestra de pronto un atractor, asunto que nadie en principio esperaba. Así, Dios estaría imposibilitado a saber lo que ocurre en su autómata porque las reglas de la física son ciegas, siempre funcionan de igual manera y son persistentes. ¿Cómo entonces Dios sabría de estos comportamientos emergentes? En principio no veo ninguna posibilidad. En ese sentido Dios es tan ignorante como nosotros mismos sobre un sinfín de temas. Y sí, ya sé, me dirán que Dios lo sabe todo pero esa afirmación es indemostrable.

Así, si Dios ha creado un autómata que es el equivalente a las leyes que conocemos de la física, entonces lo que está haciendo el creador es hacer su simulación de su autómata y eso es lo que vemos como el universo, el cual parece que se está expandiendo. Y en el camino nos deja interrogantes como la materia y energía oscura, por ejemplo, que –por qué no– podrían ser parte de estas situaciones que emergen a partir de las reglas definidas por el mismísimo creador.

Curiosamente esto explicaría por qué Dios no nos hace caso. Tal vez somos otro comportamiento emergente que el creador no podía saber que aparecería. Y si esto es así, eso de que tenemos un Dios todopoderoso, se cae ante la posibilidad de vivir en un universo que no es más que un autómata. Uno muy elaborado quizás, pero autómata a fin de cuentas, en donde se cumplen las reglas ciegamente y ahí ni Dios mete su mano. Aquí dejo esto a la reflexión.

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