CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Una gran paradoja recorre el planeta: que entre más avanzamos tecnológica y científicamente, pareciera que menos sabemos acerca de la pandemia quedando los humanos a merced de políticas sanitarias volubles o comentarios en redes sociales poco fiables, cuando no insulsas.
He aquí el libro que estábamos esperando de la periodista española Cristina Martín Jiménez, “La verdad de la pandemia. Quién ha sido y por qué” (Ediciones Martínez Roca / Editorial Planeta Mexicana. 379 páginas), quien literalmente ha sacudido la opinión pública y a los expertos europeos, al ella investigar a fondo cómo han manipulado los grupos de poder el tema de la infección por el mentado virus y sus consecuencias a todo nivel.
Doctora en Comunicación-Periodismo con la primera estructura crítica en el mundo sobre el maquiavélico Club Bildenberg, Martín Jiménez publicó “La verdad de la pandemia” en julio pasado y ahora ya ha aparecido la segunda edición en su país. El estudio a fondo que ahora presenta ha causado polémica precisamente por analizar histórica y geográficamente aristas múltiples del covid-19, cuidando de no caer en simples teorías conspiratorias si bien los datos de la lectura son aligerados por alusiones humorísticas.
El volumen ilustrado lo conforman 14 capítulos, divididos en cinco partes: Hechos (con asuntos como “El papel de la OMS”, o “Un espejo para comprender: Taiwán”); Historia de una infamia (“Nos matan con vacunas: la infertilidad de las mujeres”, “La pandemia de Bill Gates”, etc.); La Ideología de la Élite (“Laboratorios de manipulación social”, “Medios de comunicación y mentiras”…); Guerra y Caos (“Guerra sutil y discreta: La batalla cultural”, y “La guerra contra la vida”); ¿Quién Gana La Guerra? (“El gran negocio de las farmacéuticas y la carrera por hallar la vacuna”, “El gran atentado”); Distopía (“La ‘Red Gates’ o el Club de los hombres buenos”, “Prohibido cuestionar la verdad oficial”, “Civilización o barbarie”).
Ofrecemos un fragmento introductorio de la doctora Martín Jiménez.
“Un enemigo invisible”
Hay quien confía en los políticos; otros, en los mensajes que difunden los medios de comunicación; algunos, en los consejos de su cantante o actor favorito. Yo no me fío de nadie.
A lo largo de todos estos años he aprendido que detrás de lo que vemos hay otro mundo, también real, pero oculto, con sus propios intereses y sus modos de presionar a los gobernantes y a los ciudadanos para lograr sus propósitos. Ese mundo real e invisible lo forman seres con una psique distinta a la del resto de los mortales. Colaboran entre sí para volverse cada vez más poderosos, pero también pelean los unos contra los otros por ocupar el primer lugar en su “ranking” particular. Me estoy refiriendo al Poder con mayúsculas, ese que va más allá de lo imaginable y que se sirve de un arma fundamental: la mentira.
Hace diez años, en el libro que titulé “Los amos del mundo están al acecho” (Temas de Hoy, Madrid, 2017), escribí acerca de la utilización de las pandemias y del miedo irracional como estrategia para forzar cambios estructurales en las sociedades de todo el planeta. Esa fue la conclusión que obtuve tras la investigación exhaustiva desarrollada durante la “pandemia” de la gripe A (2009-2010).
El objetivo esencial de lo que denominé la “táctica de la pandemia”, combinada con otros mecanismos de presión y manipulación, es la imposición de una especie de gobierno mundial. ¿Cómo forzarías a los habitantes del planeta a aceptar una situación que, en principio, no están dispuestos a aceptar? Asustándoles. Atemorizándoles con un virus global que nos afecte a todos para conseguir que las mismas medidas se adopten en todos y cada uno de los países del mundo. Un arma invisible, imperceptible, que nos persiga en las calles, en los supermercados, en los conciertos, en los campos de futbol y que termine forzando la instauración de determinadas medidas políticas y sociales.
Y así llegó la primera: todos los países del mundo declaran el estado de Alarma.
Entonces comienza el susurro torturador de unas extrañas sirenas que te hablan al oído las veinticuatro horas del día y te amenazan no sólo con tu muerte, sino con las de tus seres queridos si te atreves a ir a sus casas, porque, según dicen, portas la muerte dentro de ti. Te prohíben pisar las calles, pararte a hablar con tu vecino, pasear por las plazas de mares azules, ir al monte a coger setas, tumbarte sobre la hierba fresca, respirar profundamente y sentir el calor del sol en tu cara mientras cierras los ojos y permites que te envuelva una cálida sensación de libertad. ¿Libertad? Divino tesoro. Todo lo que suena a libertad se prohíbe en nombre de la vida. Pero no nos engañemos. ¡Nada de esto se ha hecho en nombre de la vida! Es el poder. Es el miedo, causado por un monstruo invisible, que se instala en tus entrañas.
Y entonces llegó la segunda medida: todo el mundo debe permanecer encerrado en su domicilio…
El enemigo existe, sin duda, y es invisible. ¿Pero quién es el verdadero enemigo? Algunos hablaban de China, otros de Trump, había quien señalaba a los mercados. Pero yo me preguntaba: ¿por qué tanta insistencia de parar el mundo?
Y fue así, casi sin darnos cuenta, como nos convertimos en protagonistas de una película de terror. Y en mitad de este pánico destilado, de repente parecía que todos se habían puesto de acuerdo. El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una nueva “pandemia global”, y periodistas, políticos de todo signo y casi todos los gobernantes del mundo lo aceptaron. Sin embargo, nadie investigaba, y aunque algunas teorías comenzaron a circular por los móviles, la mayor parte de las preguntas se quedaban sin respuestas: ¿cuál es el origen real del virus? ¿Ha contado China la verdad? ¿Ha sido un ataque de Estados Unidos que se le ha ido de las manos? ¿Estamos todos en peligro de muerte? (…)
Y mientras unos pocos perfeccionaban su guerra contra la libertad de sentimientos, comenzaron a aparecer unos modelos matemáticos que, según nos decían, lo explicaban todo. Nadie conocía el verdadero origen de esos “patrones”, pero iban de móvil en móvil como una falsa “bitcoin”. ¿Quiénes eran los magos que se sacaban tantos modelos “científicos” de la chistera? Llegó un momento en el hartazgo me llevó a abandonar los grupos de “chat” y comencé a investigar por mi cuenta…
***
Yo era una joven estudiante de Periodismo en la Universidad de Salamanca cuando sentí la llamada de la Verdad. Todo comenzó cuando me di cuenta de que los políticos manipulaban constantemente las palabras. De pronto me vi a mí misma abriendo el diccionario para buscar términos esenciales de nuestra civilización, palabras y conceptos como “justicia”, “libertad” o “libre albedrío”, que de pronto parecían significar lo contrario de lo que yo había aprendido. Así comenzó mi larga y compleja odisea en busca del conocimiento: Kafka, Sartre, Nietzsche, Schopenhauer, Kant, Sócrates, Platón, Jesús de Nazaret, Lao Tsé…
Un largo camino que desembocó en el Club Bildenberg y en el estudio de las élites que nos gobiernan en la sombra. Así comencé a analizar el origen, las causas y las consecuencias de la ideología de los más poderosos, de los amos del mundo, que se mantienen ocultos porque de ese modo les resulta más fácil alcanzar su objetivo, que no es otro que el dominio mundial.
Mi decisión de ir más allá de las apariencias hizo que en 2010 descubriera que uno de sus últimos mecanismos de control total era la “táctica de la pandemia”. Por eso, cuando en los medios de comunicación empezaron a hablar de la covid-19, supe que habían vuelto a activar el plan.
En dos ocasiones distintas, en 2015 y en 2019 (septiembre), Bill Gates afirmó que “el mundo tiene que prepararse para la próxima pandemia letal”:
Un comité de expertos entrega a la ONU un análisis sobre el riesgo de una emergencia sanitaria global y qué hay que hacer para prevenirla. ¿La mayor amenaza? Una gripe masiva y mortal. El documento se presentó en Nueva York la última semana de septiembre coincidiendo con la cumbre de la ONU de cobertura sanitaria global. Otra de las recomendaciones del informe comienza con la preocupante advertencia de que ‘hay que prepararse para lo peor’. (…)
Los métodos de guerra han cambiado. Las antiguas bombas de metralla han sido sustituidas por las bombas de datos, que se disfrazan de información pero que no son más que propaganda. Mensajes homogéneos, cuidadosamente elaborados, para dar en la diana de las emociones y los sentimientos de la masa. Mensajes cómodos en apariencia pero terroríficos en su fondo. Como los indígenas de Alaska, que, engatusados por los franceses, cambiaron sus tierras por bisutería barata, nos intentaban convencer de que deberíamos ceder nuestra libertad a cambio de seguridad.
Como veremos en las páginas siguientes, se trata de una operación de guerra psicológica híbrida, porque se sirven de diferentes armas y tácticas, como el control de las libertades físicas –arresto domiciliario y el cese del derecho a la manifestación—y mentales –manejo de la opinión mediante la censura--. Es una operación psicológica de guerra –secreta y encubierta--. Mediante la cual una crisis planificada dará lugar a un cambio planificado y a una “nueva normalidad”.
Me pregunto cuántos de nosotros somos capaces de ver más allá de las mentiras y el mal, y comprender el terrible trance por el que nos están obligando a pasar a costa de nuestras vidas, nuestros destinos y nuestra libertad.
Entrevista con la autora: