Unidad Nacional de Operaciones
México alista creación de la Unidad Nacional de Operaciones; grupo de élite contra los cárteles
Ahora, justo cuando se endurece la presión de Estados Unidos, su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, quiere recuperar el liderazgo frente a los militares con un grupo policial civil bajo su mando directo, de acuerdo con la agencia AP.CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Seis años después de que el expresidenteAndrés Manuel López Obrador desmantelara la Policía Federal y dejara todas las tareas de seguridad en manos de los militares, su sucesora, Claudia Sheinbaum, ha dado un giro en la estrategia y ha empezado a reconstruir una fuerza civil de élite en investigación y operaciones especiales con la que dar resultados en la lucha contra los cárteles.
Primero abandonó discretamente la política de “Abrazos, no balazos” de López Obrador, centrada en abordar las causas de la delincuencia sin enfrentarse directamente a los criminales. Ahora, justo cuando se endurece la presión de Estados Unidos, su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, quiere recuperar el liderazgo frente a los militares con un grupo policial civil bajo su mando directo.
Todavía no se han dado oficialmente detalles de la nueva Unidad Nacional de Operaciones (UNO) pero su existencia ya es un secreto a voces entre quienes formaron parte de la extinta Policía Federal, un cuerpo donde García Harfuch empezó su carrera y en el que ha buscado aliados.
La semana pasada se filtró un video que hablaba de la graduación de 54 elementos y tres funcionarios mexicanos confirmaron a The Associated Press la existencia del equipo. Todos pidieron el anonimato por no estar autorizados a dar declaraciones.
David Saucedo, experto en crimen organizado, supo de su existencia por personas que ingresaron en ella y consideró que el objetivo de García Harfuch es tener un “brazo armado” con el que poder dar respuesta a las exigencias de Washington.
Inteligencia, investigación y operatividad
El lunes, mientas estaba en Estados Unidos en negociaciones con la administración de Donald Trump, el secretario divulgó en sus redes una campaña de reclutamiento de agentes de investigación e inteligencia.
Un funcionario federal conocedor de gran parte de los pormenores es el que ofreció a AP mayores detalles. Según explicó, la unidad comenzó a formarse nada más llegar Sheinbaum al poder, hace seis meses. Ahora tiene 250 elementos y aspira a tener 800 efectivos para fin de año con el mejor entrenamiento en todo tipo de operaciones.
Sus integrantes son básicamente expolicías federales y miembros del equipo de operaciones especiales que García Harfuch creó en Ciudad de México cuando lideró la policía capitalina. En su mayoría, fueron entrenados por cuerpos de élite de Estados Unidos, Colombia, España o Francia.
Dependiente de la Subsecretaría de Inteligencia e Investigación, contará con un presupuesto alterno, tres coordinaciones regionales y una encargada de las operaciones de mayor impacto, “la élite de la élite”, en palabras del funcionario.
Aunque la unidad no ha sido inaugurada formalmente, el funcionario aseguró que ya ha tenido éxitos: lograr que trascurriera sin incidentes el inédito y delicado traslado a Estados Unidos en febrero de 29 narcotraficantes de altísimo perfil que hubo que sacar de las cárceles mexicanas tras un acuerdo entre ambos países.
García Harfuch también intenta reconstruir la confianza con Washington después de que López Obrador limitara la actividad de los agentes estadounidenses en México y las relaciones se tensaran.
Un pasado polémico
México tiene distintos cuerpos de seguridad —Fuerzas Armadas, policías estatales, municipales— pero lleva casi 20 años intentando consolidar un cuerpo policial nacional civil con el que reducir la violencia del crimen organizado.
Estos esfuerzos se vieron enturbiados por escándalos como el de Genaro García Luna, secretario de Seguridad de 2006-2012, promotor de la Policía Federal que acabó sentenciado en Estados Unidos por utilizar la infraestructura de inteligencia del Estado para colaborar con el Cártel del Sinaloa. García Harfuch comenzó a trabajar como policía en esa época pero siempre ha negado cualquier relación con él.
Cuando López Obrador llegó al poder en 2018, disolvió la Policía Federal porque la consideraba demasiado corrupta. Convirtió a García Luna en ejemplo de los males pasados, recortó casi todos los fondos para entrenar y equipar a las policías locales —dejándolas más vulnerables ante los cárteles—, y puso el poder en manos de los militares, incluido el control de la Guardia Nacional que se creó como un cuerpo civil. Lo que siguió fueron seis años de creciente militarización en los que no la violencia no cedió.
Sheinbaum optó por un cambio. Comenzaron operativos más contundentes, por ejemplo, contra autoridades locales vinculadas al crimen y la presidenta promovió modificaciones legales para que su hombre de confianza, García Harfuch, y no los militares, tuviera el mando máximo en la estrategia de seguridad.
Pero imponerse a las Fuerzas Armadas no es fácil. El secretario “era un tigre sin dientes”, al que otras corporaciones le negaban vehículos, datos, carpetas de investigación y se creó una lucha por el control de la seguridad, explicó David Saucedo. “Lo que hace al conformar esta unidad es comprarse colmillos”.
“Destruimos en el 2018 lo que construimos por casi 20 años y ahora nos dimos cuenta que nos equivocamos”, dijo Alberto Capella, un polémico exjefe de policía que trabajó en distintos lugares del país, entre ellos Tijuana.
El reto: evitar la corrupción
Los grupos de operaciones especiales, tanto de la Marina, Ejército, Policía Federal o policías estatales se han visto inmersos en numerosos escándalos y abusos a lo largo de los años por uso excesivo de la fuerza, ejecuciones extrajudiciales o por infiltración del crimen organizado en sus filas.
“Hubo muchos casos que sí estuvieron mal”, reconoce el funcionario federal pero, a su juicio, también hubo policías honestos.
Ahora la Secretaría de Seguridad federal aspira a hacer muchos más controles e investigaciones exhaustivas a los aspirantes, a los que quiere pagar mejor y a los que exige estudios universitarios.
La influencia de García Harfuch se extiende, además, a varios estados donde gobierna el partido oficialista. En algunos ha promovido que personas de su confianza estén en puestos clave y se prevé que la UNO entrene a unidades de élite locales en Michoacán, Tamaulipas, Estado de México, Veracruz o Chiapas.
En este estado sureño, donde los dos principales cárteles mexicanos luchan por el control de la frontera, se presentó formalmente una de estas unidades en diciembre: los Pakal, con 500 elementos. Dos de sus miembros dijeron a AP que procedían de la Policía Federal y tuvieron que pasar ocho meses de un duro entrenamiento adicional.
Cercanos a la UNO consideran que la coordinación bajo el mando de García Harfuch y la lealtad hará a este equipo diferente de los anteriores.
Saucedo duda. “No hay ninguna garantía de que este grupo de élite no cometa los excesos que llegaron a cometer otros grupos de operaciones especiales” porque, de momento, carece de controles y fiscalización efectivas. Los resultados están por ver.