Flow Fest

Flow Fest Día 2: más mujeres al frente en un festival que ya opera como industria

La segunda fecha del Flow Fest 2025 confirmó que el reguetón dejó de ser una moda para convertirse en una maquinaria cultural que opera con precisión industrial.
lunes, 24 de noviembre de 2025 · 16:07

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La segunda fecha del Coca-Cola Flow Fest 2025 confirmó que el reguetón dejó de ser una moda para convertirse en una maquinaria cultural que opera con precisión industrial, con ecosistema de marcas, hashtags y escenarios pensados para crear millones de historias en tiempo real. 

Esa economía emocional —y financiera— se sintió en cada rincón del festival. Así, este domingo 23 de noviembre llegaron miles de asistentes al Autódromo Hermanos Rodríguez dispuestos a invertir cada peso de una jornada que promedia cerca de cinco mil por persona entre entradas, bebidas, comida y transporte.

Foto: Carlos Enciso.

 

Entre los jóvenes que avanzaron hacia algún escenario, Alondra Tapia, de 22 años, calculaba que solo el domingo gastó alrededor de tres mil pesos:  

“El boleto me salió en dos mil cien pesos y lo demás en un par de tragos”. A unos metros, Sofía (de 25), hacía cuentas por el fin de semana completo: “Entre dos fueron como diez mil por los dos días”. Es su tercer año y dice que seguirá viniendo.

Historias similares se repetían en los pasillos del Autódromo, donde la lógica del festival como experiencia, registro y consumo ya está normalizada: se paga por el acceso, por los alimentos, por cargar el celular, por el guardarropa, por vasos reutilizables y, finalmente, por la versión editada de la experiencia que se publicará en redes. 

Narrativas femeninas  

El día 2 del encuentro apostó por más mujeres y artistas jóvenes. Corina Smith, IZA TKM, Andrea Lakshmi, Choca y Bellakath abrieron la jornada frente a un público cuya asistencia desde las primeras horas superaba la del sábado. Conforme avanzaba la tarde, el festival se asentó como un termómetro generacional. Para muchos, la presencia de más mujeres en los primeros actos del día no fue un simple ajuste en el cartel, sino un síntoma del giro que vive la música urbana. Las narrativas femeninas ya no se leen como “un espacio ganado”, sino como punto de partida para audiencias que crecieron con Karol G, Young Miko o Bad Gyal como referentes naturales del reguetón contemporáneo. 

La presentación de De la Ghetto reforzó la idea del festival como coreografía colectiva. Vestido en azul rey y negro, llegó acompañado de bailarinas con pasos milimétricamente sincronizados. Entre el público —donde abundaron niñas y niños menores de diez años— la lógica era clara: optimizar cada minuto. Grupos con rutas internas, relojes configurados para medir distancias entre escenarios y decisiones rápidas para no perder “momentos clave”. Cuando sonó ‘Déjala caer’, miles de manos se movieron en un mismo vaivén, como si también hubieran ensayado. 

Foto: Carlos Enciso.

Aciertos y fallas 

No todo operó con esa precisión. Farruko era uno de los nombres fuertes del escenario sorpresa, pero las fallas técnicas marcaron su presentación. Sus músicos intentaron sostener la atención, pero el audio no se resolvió. La gente terminó corriendo hacia Bad Gyal, en un episodio que reavivó discusiones sobre la corporización de los festivales: gigantes en producción, vulnerables en operación. 

Foto: Carlos Enciso.

La cantante española salió con retraso, pero dominó de inmediato. Con un corsé rosa metálico, falda con pedrería y una frase que encendió el escenario: “¿Estáis ‘ready’ para mover el culo?”.

Inició su show con ‘Bota Niña’, alternó inglés, bachata y catalán, e interpretó ‘Orilla’, ‘Otra vez más’ y ‘Perdió este culo’. Su set dejó claro que entiende el festival no solo como espacio musical, sino como una experiencia visual. 

Foto: Carlos Enciso.

Como último invitado del escenario sorpresa, Mora encendió una maera de teléfonos con La inocente, mientras que MAR —la única Mexicana del Bloque en el scenario Bacardí— enfrentó un vacío evidente , prueba de que la escena local sigue sin obtener el respaldo que J Balvin insistiría en reclamar horas más tarde. 

Natanael, Young Miko, J Balvin… 

Cerca de las 11 de la noche, el escenario Coca-Cola se transformó en un desierto iluminado por cactus fluorescentes. Era la hora de Natanael Cano. Con gorra blanca, camisa a cuadros y un cigarrillo en mano, uno de los pioneros de los corridos tumbados desató una de las presentaciones más intensas del día. Sonaron ‘Me quedo solo’, ‘Ya te olvidé’, ‘O me voy o te vas’ y ‘CH La Pizza’, entre fuego, empujones y personal de seguridad retirando a algunas personas aplastadas en las primeras filas. 

Foto: Carlos Enciso.

En el Sprite, Young Miko trajo el “calorcito de PR”. Con un look de camuflaje, abrió con un mensaje que encendió a la multitud: “Ustedes no saben lo especial que es para mí… ya siento que me han visto crecer”. Bastaron unas cuantas palabras para que el público la reclamara como una de las figuras más queridas de esta edición. 

Foto: Carlos Enciso.

El cierre quedó en manos de J Balvin. Entró en un auto al escenario principal, anunció su gira mundial 2026 con fechas en CDMX, Guadalajara y Monterrey y lanzó uno de los discursos más comentados de la noche: un llamado directo a apoyar a los artistas mexicanos. Subió a Bogueto, El Malilla, Yeri Mua y Uzielito Mix para interpretar G Low Kitty Remix. “Apoyen a los de su tierra”, dijo frente a un público ya desbordado. Después vinieron Farruko y, para terminar, Jowell y Randy.

Foto: Carlos Enciso.

El ambiente era una mezcla entre celebración colectiva y producción permanente de contenido. Un festival que, más que un concierto de dos días, funciona como un engranaje de escala industrial donde cada set, cada canción y cada pantalla alimenta un archivo infinito de videos, historias y recuerdos editados.  

El Flow Fest, que nació en 2017, hoy es el equivalente latino de la música urbana de un Coachella o Glastonbury. Su verdadero poder no está en la magnitud del evento, sino en cómo este género ha transformado este espacio en un punto de encuentro generacional, donde el reguetón, el trap y el dembow marcan el ritmo de una identidad que se reconoce, se celebra y se reinventa en comunidad”. 

Comentarios