Cultura

Pieza teatral “La Ternura”, esa palabra olvidada

El paraíso está aquí, en la vida cotidiana y no en el aislamiento y la confrontación, sino en la recuperación de un significado extraviado para el amor, el que da título a esta descollante obra española que llega a México, como lo relatan su director Benjamín Caan y el actor.
sábado, 6 de abril de 2024 · 07:00

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La idea original de la obra era un homenaje al teatro isabelino como introducción a la obra de Shakespeare, pero el resultado fue mucho mejor, una crítica y un llamado de atención para hacer eco de distintas “luchas”, como igualdad de género, inclusión y “nuevas masculinidades” a través de una palabra y su significado casi olvidado: “La Ternura”.

Con el respaldo de siete años de montaje en Madrid, España, e incluso una adaptación al cine, “La Ternura”, escrita por el español Alfredo Sanzol, ya está en escena en el Nuevo Teatro Libanés, con funciones desde finales de marzo (cada viernes, sábado y domingo sin fecha de cierre de temporada).

La pieza se desarrolla sin demasiada parafernalia (llámese escenografía, música o vestuario) y cuenta la historia de una reina y sus dos hijas que llegan a una isla aparentemente solitaria. La reina espera que no corran con el condicionamiento de vida que imponen los hombres del siglo XIX.

Sin embargo, en esa isla viven desde años un leñador con sus dos hijos, quienes huyeron desencantados de las mujeres.

En cuanto las tres se dan cuenta de que no están solas, se visten de hombres para “protegerse”, y ahí se inician las las confusiones y líos, pero también donde entra el significado que da título a la obra.

Caan. Recuperación del significado. Foto: Cortesía La Ternura.

Estrenada en el recinto La Abadía de la capital española el 7 de abril de 2017, “La Ternura” es catalogada como una comedia con estructura de teatro isabelino, brillantemente desarrollado por William Shakespeare en puestas como “La Tempestad” y “Noche de Reyes”, además de contar con ciertos elementos que recuerdan a las puestas “Como gustéis”, “Mucho ruido y pocas nueces”, y “Sueño de una noche de verano”.

Tras el estreno de “La Ternura” y su gira por el país ibérico, la puesta recibió el Premio Valle Inclán de Dramaturgia, el Max como Mejor Espectáculo de Teatro, y el reconocimiento de la Unión de Actores para una de sus actrices españolas.

La genialidad implementada por el llamado “Cisne de Avon” es la base de esta puesta que trae a colación distintos tópicos actuales como inclusión, igualdad de géneros, la defensa de los valores femeninos, nuevas masculinidades, derechos ganados por la comunidad LGBTQ+, defensa ecológica, medicina tradicional y hasta el arte culinario.

Según el mismo Sanzol, la obra plantea la imposibilidad de protegernos del daño que produce el amor, según se lee en un comunicado de la obra:

“Porque si queremos amar nos tenemos que arriesgar a sufrir. Ni siquiera los padres pueden proteger a los hijos del sufrimiento de la vida, porque eso pone en peligro la vivencia de una vida plena.

“La obra habla de la fuerza y de la valentía para amar. La ternura es la manera en la que el amor se expresa. Sin ternura el amor no se ve. La ternura son las caricias, la escucha, los pequeños gestos, las sonrisas, los besos, la espera, el respeto, la delicadeza. Una sociedad sin ternura es una sociedad en guerra”.

La ternura mexicana

Con estas credenciales, “La Ternura” llega a México bajo la coproducción de Morris Gilbert y Mejor Teatro, Max Antúnez como productor ejecutivo, y César Riveros en la supervisión de producción.

La dirección y adaptación corre a cargo de uno de los más respetados y reconocidos directores, tanto de teatro como de televisión, Benjamín Cann, acompañado por seis experimentados histriones en escena: Alejandro Calva, Mónica Dionne, Arap Bethke, Carla Medina, Pierre Louis y Luisa Guzmán Quintero.

Montaje isabelino. Foto: Cortesía La Ternura.

En entrevista con Proceso, un amable y atento Benjamín Cann (Ciudad de México, 1953) explica cómo la obra llegó a sus manos y qué le vio para aceptar el reto:

“Me la propuso el año pasado Morris, hacia junio julio me la dio a leer y me gustó el texto por diferentes razones, una es la inteligente recopilación de posturas shakespeariana que hace el autor, quien intenta utilizar en la mayoría de los momentos posibles ese acto, la ternura, como medio para cohabitar.

“El autor inicialmente quería hacer una obra didáctica para hablar de Shakespeare y se volvió muchas cosas más, de ahí su éxito; otra cosa que me interesó es que se habla de cómo los seres humanos por naturaleza optamos por separarnos al no aceptar al otro del todo, pero no se queda con eso, sino que hurga ahí”.

Y afirma:

“En este país, y diría más bien en este mundo radicalizado en donde ‘si no estás conmigo estás contra mí’, la temática de es algo que vivimos día a día. Ahí están los israelíes y palestinos, los ucranianos y rusos, y la política misma que vivimos ahora, todo es una polarización”.

El director relata no obstante parecer de una “comedia aparentemente boba”, su intención tiene que ver con la conexión humana:

“Cuando la leí me conmovió, más allá de la comedia, que cualquier cosa es posible si los actores están sintiendo esa necesidad, la de la comunicación para encontrarse en sociedad, y encima de eso toca diferencias genéricas y con mucha libertad.

“Tuve meses para estudiarla, vi algunas grabaciones de escenas de Madrid pero no toda, lo importante es que trabajé con la libertad de que no es sólo una comedia para morirse de risa y ya, es una comedia en la que podemos enseñar lo torpes que podemos llegar a ser como seres humanos al rechazarnos los unos a otros, creyendo que aislándonos podemos encontrar al paraíso, y no, así no es”.

En el equipo creativo de la puesta también están Estela Fagoaga, en diseño de vestuario; Emilio Zurita, diseño de escenografía; Cinthia Muñoz, diseño de imagen; María Vergara, diseño de iluminación; Alberto Campuzano, diseño de audio; y Paola Nallely Palacios García, en la utilería.

--Es una obra que nace en España y con la idea de Shakespeare detrás, pero ¿qué elementos se adaptaron para México?

--Se conservó el estilo original, porque sucede en 1588, no sucede en México sino en una isla entre España e Inglaterra, todos los personajes son españoles y el autor intenta parodiar la forma de hablar de esa época, lo que se hizo en la adaptación fue simplificarla, quitar elementos del español del Siglo de Oro para acercarla a nosotros, los mexicanos.

“No hay groserías que también me pareció importante, incluso cuando un actor por ahí metió alguna se llevó una regañada, porque no se trata de eso, el estilo mismo no lo permite, tiene una cadencia y ritmos precisos y con eso se trabajó, siempre con la referencia más importante: que a final de cuentas las cosas no suceden en España, Inglaterra o México, sino en la imaginación de los actores.

“Los elementos son muy básicos, al estilo del viejo teatro, sin efectos sofisticados. Si por ahí suena algún animal en el bosque son los mismos actores los que hacen el sonido, es la idea del teatro isabelino y del teatro en su esencia. Las cosas son ciertas porque el actor las cree ciertas y su imaginación nos lleva como espectadores a esa realidad”.

En entrevista también con Alejandro Calva (Ciudad de México, 1968), actor reconocido en televisión (“La Reina del Sur”, “Señora acero”, “El maleficio”), cine (“El atentado”, “El Infierno”, “Cantinflas”) y series (“Los simuladores”, “Hasta que te conocí”, “Los héroes del norte” y “Ojitos de huevo”), con una trayectoria de más de 30 años, se trata de uno de sus grandes trabajos en teatro.

Dice a Proceso:

“Yo no concibo el teatro sin la apropiación de lo que haces en escena, en mi caso el papel es el de El Leñador, un hombre muy ‘hombre’, que de alguna manera choca con ese universo femenino que tengo y que de alguna manera todos los hombres tenemos.

“Tuve que recurrir a todos los hombres y toda la testosterona posible para enfundarme en el papel de un hombre que curiosamente fue padre y madre de sus hijos, y por ahí escarbé y por ahí me fui, y resultó un papel muy alentador”.

A su decir se trata de una revisión de los roles de género, sobre lo que son y cómo se viven en una cultura hetero-normativa:

“Si rompemos moldes descubrimos muchas posibilidades, así que, aunque ves a tres hombres y tres mujeres en escena --un ensamble actoral muy fino--, con atuendos isabelinos y diálogos muy propios, es a su vez la obra más contemporánea posible, es una revisión con humor del ser humano, sus roles y géneros.

“Y si hay algo que me di cuenta es que la gente cuando toma con solemnidad a los clásicos, y los revisa de manera antropológica, te encuentras con una lucha de sexos, de ternura, de expresión del amor, que puede cobrar distintos sentidos. Siempre ha estado ahí, sólo faltaba afrontarlo”.

Calva. A la manera de Shakespeare. Foto: Cortesía La Ternura.

--¿Y para usted que es la ternura?

--Es una palabra que da miedo, que se asocia a lo más puro y lindo, como un bebé o un niño, pero que se pierde o desdibuja entre jóvenes y adultos, porque ¿cómo se puede ser tierno si se es mayor? ¡Cómo!, ¡imposible!, te asocian a lo débil, cuando es todo lo contrario, es el significado de una gran fuerza y bondad. Ya quisiéramos todos mostrar un poco de ternura en esta vida. Este mundo, este país, esta sociedad serían otra cosa, hay que recuperarla, los insto a todos.

El histrión relata que está de lleno trabajando en “La Ternura” aunque tiene otros proyectos para este año, como el rodaje de una película de la cual aún no puede hablar, y la segunda temporada en Netflix de una serie.

La obra se estrenó a fines de marzo pasado en el Nuevo Teatro Libanés con funciones los viernes a las 19 y 21 horas; sábados a las 18 y 20 horas y los domingos a las 17 y 19 horas.

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